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El ballet recién nacido que estrena ya en el Condal

Chase Johnsey dirige una nueva compañía de danza, afincada en Rubí, con 14 bailarines de siete nacionalidades

cristóbal castro

Empezaron a ensayar el pasado 6 de mayo y este fin de semana, solo 39 días después, ya se estrenan en el Teatro Condal. El Ballet de Barcelona es una compañía neonata creada por Chase Johnsey. Este director artístico logró reunir 14 bailarines —11 chicas y tres chicos— de siete nacionalidades distintas (algunos de ellos procedentes del Ballet de Catalunya tras una polémica por las condiciones de trabajo). Y consiguió un espacio en el centro de danza tradicional, L'espona, en Rubí (Vallès Occidental), para ensayar cuatro horas diarias, a las que añade clases de ballet.

Lo hace en una sala con un suelo semiduro con barras de ballet móviles y presidida por un piano con una etiqueta del esbart dansaire de Rubí. En un descanso después de practicar los diferentes pasos, saltos y giros de nombre afrancesado, Johnsey explica que hacía tiempo que le rondaba la idea de impulsar su propia compañía. “Hablé con Dani Anglès, que creyó en mi visión del proyecto y me ayudó a conseguir la actuación en el Teatro Condal”.

Una escisión del Ballet de Catalunya

Prácticamente todos los miembros del Ballet de Barcelona provienen del Ballet de Catalunya, creado en 2017 y que tiene la residencia en el Centro Cultural de Terrassa (Vallès Occidental). Los artistas dejaron la compañía tras estrenar La bailarina de Picasso en abril en este mismo centro, debido a unas condiciones laborales y un trato que no consideraban respetuosos. De 35 miembros del Ballet de Catalunya, se despidieron más de la mitad. Una decena se marcharon con Johnsey a Rubí. El Centro Cultural de Terrassa ha declinado hacer comentarios sobre el caso. También los bailarines, que prefieren mantener silencio para "pasar página" y centrarse en sus nuevos proyectos.

Subirán a este escenario tres días, des ayer viernes hasta el domingo, pero ya tienen previstos tres bolos más. El estreno en el Condal tendrá como protagonistas, en la primera parte, piezas clásicas como El Pájaro Azul, El Corsario y La Muerte del Cisne, que contará con la intervención del mismo Johnsey. La segunda estará marcada por una coreografía de Antonio Carmena, exsolista del New York City Ballet.

Johnsey, procedente del estado norteamericano de Florida, pero residente en Barcelona, admite que el proyecto nace sin recursos, pero con mucha ilusión. “Nadie cobra, todo el mundo está asumiendo riesgos, pero lo que quieren los bailarines es bailar. Todos tenemos esperanzas y sueños”. Para costear el vestuario, asegura que recurrieron al crowfunding.

Con el Ballet de Barcelona, Johnsey asegura que busca crear una compañía que combine las piezas clásicas con una visión diferente de la disciplina. “La danza es muy arquetípica y restrictiva, con la figura ideal del hombre y de la mujer. Yo lo que quiero es romper con esto y abrir la danza a todo tipo de perfiles, a la diversidad de razas, de sexualidad…”. Y añade que el foco debe colocarse sobre cada bailarín. “Muchos de los bailarines nunca han hecho un solo. Conmigo cada uno tendrá su momento y lo que busco es prepararlos y que expresen y enseñen su personalidad, que descubran cómo son. Busco la individualidad, no quiero que todas las bailarinas sean iguales, yo acepto cómo es cada uno y ellos me aceptan a mí como soy, y eso es muy bonito”, incide este director artístico, que anteriormente formó parte de Les Ballets de Trockadero de Monte Carlo, una compañía trans, y fue primer artista en el English National Ballet, donde destacó por ser el primer hombre que interpretó un papel femenino en una compañía tradicional.

Por su parte, los bailarines ven este escaso de tiempo para ensayar, no como una presión, sino como una motivación. “Cuando te dan mucho tiempo hasta el estreno te relajas más, pero de esta forma te pones más las pilas”, explica Júlia Roca, que formó parte durante seis años del Ballet Nacional de Portugal. Ahora espera con ansia el estreno en el Condal, que incluirá un programa clásico y neoclásico, sus preferidos. A su compañera, Paula Losada, también desea poner sobre el escenario el estilo de baile norteamericano Balanchine, “que muy raramente se puede ver por aquí”, puntualiza Losada. Ambas se muestran ilusionadas con el proyecto y lo ven como una inversión de futuro.

Y precisamente sobre este futuro, Johnsey se muestra cauto. No contempla grandes crecimientos de la compañía. “Es más importante ser autosuficientes para no depender de subvenciones. No quiero tener 40 bailarines de aquí a un año, prefiero focalizar los esfuerzos en mejorar la calidad y conseguir un espectáculo emocionante y que el público se quede con las ganas de volver a vernos”. Este fin de semana tendrán la oportunidad de decidirlo.

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