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Otres
Columna
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Otra locura es posible y necesaria

El objetivo del Día del Orgullo Loco es dar a conocer la lucha contra la vulneración de los Derechos Humanos en la práctica psiquiátrica

Chenta Tsai Tseng
El Mad Pride reivindica otra manera de enfocar la salud mental en la sociedad.
El Mad Pride reivindica otra manera de enfocar la salud mental en la sociedad.

El próximo 1 de junio se celebra el Día del Orgullo Loco en Madrid. Se trata de un acto lúdico-reivindicativo que defiende el derecho a la salud mental de todas las personas. El primer Mad Pride —como se conoce la cita en el mundo— tuvo lugar en 1993 en Canadá y surgió como respuesta a los prejuicios de la comunidad local hacia las personas neurodivergentes que vivían en residencias en el área de Parkdale, en Toronto. Desde entonces, la cita se ha extendido por el mundo: el año pasado se celebró por primera vez en Madrid y este repiten (en la en la plaza de Juan Goytisolo, la del Reina Sofía, de 18.00 a 23.00).

El objetivo del Día del Orgullo Loco es dar a conocer la lucha contra la vulneración de los Derechos Humanos en la práctica psiquiátrica. También una reclamación para que la salud mental sea una prioridad política y para que se trabaje para cambiar la —despectiva y errónea— concepción de locura aceptada por la sociedad actual.

Así, reclaman otro enfoque con respecto a la salud mental pues consideran que las consecuencias de las condiciones materiales, producto del sistema capitalista, se patologizan y, en muchos casos son el origen de las enfermedades. Así, hablan de que se medica el estrés laboral en lugar de mejorar las condiciones de trabajo.

“Las crisis de salud mental no deberían gestionarse como trastornos de los individuos, sino como crisis sociales que impiden el ejercicio de los derechos individuales”, concluía el informe anual del Relator Especial de la ONU de 2017 en materia de Derechos Humanos. En el texto incidía en que las políticas de salud mental deberían abordar también los “desequilibrios de poder” y no solo centrarse en los “desequilibrios químicos”.

El Mad Pride está organizado por un colectivo de activistas de las salud mental, entre los que se encuentran personas que han sufrido el sistema psiquiátrico. Por ello también hablan sobre los mecanismos de opresión a los que se somete a las personas neurodivergentes. Denuncian racismo institucional, laboral y social, que potencia el maltrato, el aislamiento, y el malestar del colectivo. También hablan de los abusos sexuales que sufren dentro del sistema de salud mental, impunes en muchos casos.

Las mujeres psiquiatrizadas sufren más —como siempre— debido a que la ración de opresión es doble: por ser mujeres y por locas. El colectivo LGTBIQ también tiene algo que decir. Las orientaciones e identidades sexuales han sido catalogadas durante mucho tiempo como enfermedades mentales. Sirvan como ejemplo de ese estigma las falaces y salvajes pseudoterapias que ofrece la Iglesia. De hecho, hasta junio del año pasado la transexualidad estaba considerada como un trastorno mental por parte de la OMS.

Por todo ello —o más bien en contra—, el Orgullo Loco significa empoderarse frente a un sistema excluyente.

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