“No diría que es imposible que Pink Floyd vuelvan a juntarse”
Nick Mason asiste la presentación de la exposición sobre la banda británica en Madrid
“Esta exposición es mucho más que la historia de Pink Floyd”, confiesa el batería de la formación británica, Nick Mason, en la presentación de The Pink Floyd Exhibition: Their Mortal Remains. Y no le falta razón. La muestra, que desde hoy y hasta el 15 de septiembre puede visitarse en el complejo ferial de Ifema, en el Campo de Las Naciones, resume más de cinco décadas de avances no solo musicales, sino también sociales, culturales y políticos.
Un recorrido cronológico que atraviesa todas las etapas del grupo, desde aquel primer trabajo junto a Syd Barret, The Piper At The Gates Of Dawn, un viaje lisérgico al pop que se facturaba a finales de los sesenta, hasta su última colaboración con Hipgnosis, The Endless River, el estudio de creación que les aupó como el grupo más rompedor del planeta con portadas como las de Ummagumma, Dark Side Of The Moon, Animals o The Division Bell.
Sin embargo, el espacio acoge mucho más que portadas y diseños iconográficos. Los británicos estuvieron a la vanguardia en imaginería, montaje escénico y producción sonora. “Es una especie de ventaja injusta, si tienes éxito tienes a los mejores colaboradores para que te ayuden a producir tus discos”, explica Mason, que también ejerce de asesor de exposiciones de la banda. Aquí se puede ver el famoso cerdo hinchable que sobrevoló la central eléctrica de Battersea, las figuras que Mark Fisher realizó para The Wall, la Fender Telecaster de David Gilmour, o los gigantescos globos oculares que ilustraban Pulse.
Madrid ha tenido la suerte de ser la cuarta ciudad en acoger este conjunto de más de 350 piezas, que en 2017, con motivo del cincuenta aniversario de su primer álbum, se inauguraba en el Victoria & Albert Museum. Aquella exposición ha sido la más visitada del museo londinense hasta la fecha, congregando a más de 400.000 personas. “Creo que todavía interesamos a la gente”, afirma Mason, quien sigue tocando de forma habitual bajo el nombre Nick Mason's Saucerful Of Secrets, un guiño al segundo disco del cuarteto. “Todavía se nos considera como una especie de nicho de la narrativa musical. Somos el equivalente clásico del rock and roll”, afirma. Las entradas cuestan 15,90 euros para adultos y 5,90 para niños de cuatro a 12 años.
Los hallazgos tecnológicos también han formado parte de la historia del grupo. Y eso es algo que puede disfrutarse si se pasea atento por cada sala del laberíntico itinerario del pabellón 5.1. José Miguel López, presentador de Discópolis, en Radio 3, y uno de los locutores que mejor entendió los diferentes giros de Pink Floyd, comenta como “cada disco era recibido como algo nuevo. Te exigía un esfuerzo grande que, como aficionado, lo valorabas mucho. La primera vez que puse Wish You Were Here pensé que uno de mis altavoces se había estropeado. Te levantabas, empezabas a toquetear y luego comprobabas que si funcionaba. Por primera vez eras consciente de los efectos que estaban desarrollando. La sensación era verdaderamente única”.
Esas invenciones han llegado hasta el propio montaje expositivo: los miembros del grupo guían con sus comentarios al visitante, al que se le hace entrega de unos cascos provistos de un sistema intuitivo desarrollado por Sennheiser, hasta que se llega a la habitación final. Allí se recoge el que es el último concierto de David Gilmour, Roger Waters, Richard Wright y Mason. “Fue una ocasión especial, por eso nos reunimos. Live 8 estuvo apadrinado por Nelson Mandela”, explica el batería y también apasionado del motor, que le ha llevado a correr la Carrera Panamericana o las 24 Horas de Le Mans.
Si se le pregunta por una nueva reunión, deja la puerta abierta: “No diría que es imposible. Aunque lo veo poco probable. Habría que contratar a otro teclista [Wright falleció en 2008 por un cáncer]. Además, deberíamos dejar a un lado nuestras diferencias”. Algo que no parece demasiado extraño, Waters estuvo hace dos semanas tocando con Mason y su nueva banda en Nueva York. “Y Con Gilmour hablo habitualmente por teléfono”, deja caer. “Eso es un indicador de que esas relaciones siguen siendo muy buenas”. Un idilio que ya va por los cincuenta años de vida.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.