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La catedral antes de la catedral

Restos romanos, visigodos y románicos sobreviven, camuflados y casi ocultos, en el edificio gótico de Barcelona

José Ángel Montañés
Los dos capiteles visigodos utilizados como columnas para el altar mayor de la catedral de Barcelona. Al fondo, a la derecha, la cátedra románica.
Los dos capiteles visigodos utilizados como columnas para el altar mayor de la catedral de Barcelona. Al fondo, a la derecha, la cátedra románica.

Los edificios religiosos son contenedores que conservan siglos de historia y patrimonio. Y en el caso de una catedral, más. La de Barcelona, un enorme edificio gótico construido entre los siglos XIV y XV (aunque su fachada se terminó en el XIX), la estructura se construyó aprovechando la anterior románica, que se levantó sobre una iglesia visigoda a la que precedió una basílica paleocristiana, en el mismo lugar en el que hubo en la Barcino romana una gran villa. Y como ocurre en otros casos, en la catedral de Barcelona se conservan elementos de todos estos periodos. Intentar recuperarlos ha sido el objetivo de la IV Jornadas sobre Basílicas Históricas de Barcelona organizada por la Facultat Antoni Gaudí que concluyen hoy.

Sepulcros, cátedras, altares y urnas están elaborados con elementos reciclados

“No sabemos nada de la primera basílica y prácticamente nada de la anterior a la gótica; se ha excavado muy poco, solo tenemos muchas hipótesis”, comenzó su comunicación Julia Beltrán de Heredia, coordinadora de las jornadas, junto con Robert Baró, responsable de Patrimonio del Arzobispado de Barcelona, al repasar la historia de las excavaciones arqueológicas en la catedral en la que destacó el descubrimiento en 1968 del baptisterio del siglo V situado delante de la actual capilla de San Marcos. También que no se han realizado excavaciones sistemáticas. Las últimas fueron las de 1979, si no se cuenta una de urgencia en la capilla de Santa Bárbara en 1995 para colocar un ascensor. Hoy por hoy, según Beltrán, no se sabe ni el perímetro ni la forma del edificio románico.

Sepulcro de Ramon de Penyafort, con el busto romano del siglo III.
Sepulcro de Ramon de Penyafort, con el busto romano del siglo III.

En eso está el medievalista Gerardo Boto y el investigador Màrius Vendrell, que han utilizado el georadar para situar las estructuras que subyacen en el subsuelo (hasta tres metros de profundidad) de la catedral en busca del edificio románico consagrado en el año 1058. “Estamos en una primera fase donde los estudios no son concluyentes, esperamos tenerlos a finales de año”, explica Boto que en noviembre dirigirá unas jornadas centradas en la catedral románica. Por su parte, la profesora Francesca Español habló de la presencia en la catedral del culto al Santo Sepulcro que estaría situado bajo el actual cimborrio, y de ahí la extraña situación en este elemento en el templo.

Beltrán presentó también, junto a Isabel Rodà, la que quizá fue la comunicación más impactante: un repaso por los elementos romanos, visigodos y románicos que se conservan en la catedral. Entre los primeros, el busto que se puede ver en el sepulcro de san Ramon de Penyafort del siglo XIV cuya cabeza corresponde a un hombre romano del siglo III al que se le amputó el cuello para poder encajarla, se le mutilaron las orejas y se le reconstruyó la nariz. Un cambio radical. “Es un hombre de unos 40 años extranjero ya que en ese momento solo se hacían retratos en Lusitania”. También es romano el origen de la llamada pila bautismal románica, creada vaciando una cornisa monumental decorada con medallones y flores.

Los dos enormes capiteles de la basílica visigótica datados en los siglos V y VI pueden verse en la base del altar mayor. “La primera vez que se reutilizan se colocan uno sobre otro y en su interior se coloca una lipsanoteca con reliquias de Santa Eulalia”. Según las investigadoras, la urna antigua de los restos de esta santa está formada por tres elementos diferentes: la principal es un capitel bizantino vaciado para meter los huesos, tapada por una losa de mármol romano y una tapadera triangular, “quizá de un sarcófago. Todos reaprovechados”.

La pila bautismal románica de la catedral de Barcelona.
La pila bautismal románica de la catedral de Barcelona.

Entre los elementos románicos está la cátedra obispal que preside el altar mayor. Se pensaba que era gótica, sobre todo por la decoración de los laterales, realizada en el siglo XIV por Lupo di Francesco, el mismo que realizó el sarcófago de Santa Eulalia en la cripta. En realidad es románica del siglo XI y está elaborada a partir de seis piezas de mármol romano reutilizado. “El spolia es una práctica habitual y consentida en el mundo tardo antiguo porque representaba el triunfo del cristianismo frente al paganismo”, explica Beltrán, sobre estas piezas que provienen de Carrara y Proconnesio y han sufrido un uso intenso con roturas y reparaciones, algo que denota “un origen anterior, quizá paleocristiano del siglo IV”. En el siglo XX se añadió un respaldo de madera de estilo gótico, sumando un nuevo elemento a su falsa goticidad.

Según Beltrán no son muchos elementos, “posiblemente haya muchos más, escondidos en los muros del edificio. Habrá que seguir buscando”, remacha.

El baptisterio visigodo se verá por una apertura en el suelo

La única posibilidad de ver el baptisterio paleocristiano y visigodo, una piscina bautismal del siglo IV de forma octogonal con una escalera en forma de cruz, en el que se sumergían los nuevos cristianos, siempre adultos, en unas complejas ceremonias que perduraron hasta el siglo VIII, era hacer un recorrido desde el Muhba. A partir de ahora podrá verse desde el interior de la nave central de la catedral, algo que reforzará el hecho de que el culto y los ritos han perdurado. “Los mismos usos se han conservado en unos espacios equivalentes”, explica Robert Baró, responsable del patrimonio de la diócesis de Barcelona. Para conseguirlo se hará un agujero octogonal en el suelo de un metro de diámetro (junto a la capilla de San Marcos) que permitirá conectar visualmente la piscina y la actualidad. “Solo falta conseguir los permisos de seguridad para poderlo hacer”, remacha Baró.

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Sobre la firma

José Ángel Montañés
Redactor de Cultura de EL PAÍS en Cataluña, donde hace el seguimiento de los temas de Arte y Patrimonio. Es licenciado en Prehistoria e Historia Antigua y diplomado en Restauración de Bienes Culturales y autor de libros como 'El niño secreto de los Dalí', publicado en 2020.

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