Abascal rescata en Alicante el lema del PP “agua para todos” y Vox anuncia el cierre de À Punt
El líder de la formación ultraderechista asegura amar las “lenguas regionales”, pero no aceptará su "imposición"
El líder nacional de Vox, Santiago Abascal, apenas baja la mirada al atril durante su discurso. Lleva encriptado un discurso acorde a sus postulados de que todos los españoles deben moverse al unísono y de que sobra el sistema autonómico. Y lo repite allá por donde va. Esta mañana, en Alicante, ha enardecido a los alrededor de 2.000 personas que han asistido a su mitin en el pabellón deportivo Pitiu Rochel, lleno casi a reventar. Y no ha necesitado más que una alusión directa a uno de los problemas que afectan específicamente a los alicantinos. Vox articulará un “discurso nacional del agua”, una variante del Plan Hidrológico Nacional (PHN) con el que prometen “agua para todos”. Recoge así Vox el lema que el Partido Popular de Eduardo Zaplana creó allá por 2003, en defensa del PHN y del trasvase del Ebro.
Junto al déficit hídrico de los regadíos valencianos, Abascal apenas se desvió de su decálogo general. Bastaron una alusión a “las fiestas de Moros y Cristianos, que están en tela de juicio” y otra a las “lenguas regionales”, a las que asegura amar pero cuya “imposición” no aceptará. El resto de actuaciones de ámbito local y autonómico quedaron para sus acompañantes en el evento, uno de los más multitudinarios que se han celebrado durante la campaña en la Comunidad Valenciana. Sobre todo la candidata por Alicante a las Cortes Valencianas, Ana Vega, quien tachó al pacto del Botànic que conformó el actual tripartito autonómico de izquierdas como “el pacto de la vergüenza”. “Derogaremos las leyes que favorecen el plurilingüismo” en las escuelas, avanzó Vega, “porque, además, imponen una inmersión en lengua catalana”. Y también prometió que si llegan al poder cerrarán “la radio televisión pública valenciana”. Manuel Mestre, el teniente general retirado que lidera la lista de Vox al Congreso por Alicante, nacido en Orihuela, también defendió la necesidad de una “política nacional del agua” ya que considera que “el trasvase Tajo-Segura está en peligro”.
Fue Mestre quien presentó a Abascal con el poema de Walt Whitman ¡Oh, capitán, mi capitán! Y una vez en el estrado, tras el recibimiento enfervorecido de los asistentes, el líder ultraderechista de la “España olvidada durante mucho tiempo”, según sus palabras, sacó el látigo. Atacó al “partido socialista, ni obrero ni español” y a la izquierda en general, acusando a sus miembros de “desquiciados que se han vuelto locos y son peligrosos”. Atacó a la “derechita cobarde” que no hizo nada por defender los valores españoles “cuando el PP tenía 186 escaños” ni lo harán ahora, “cuando van a quedar por detrás de nosotros”. Prometió impulsar la detención del presidente de la Generalitat de Cataluña, Quim Torra, una “rebaja fiscal histórica” para las clases medias, derogación de las leyes de Igualdad y Violencia de Género, mayor control de la inmigración y la supervivencia del mundo rural.
Al final de su discurso, Abascal pidió a los asistentes que se pusieran en pie y guardaran respeto al Himno nacional, que sonó en su versión más corta y no llegó ni al estribillo. Entre los que consiguieron entrar al recinto (fuera se quedaron muchos), no se podría haber establecido un solo patrón. Los seguidores de Vox no son clasificables, no dejan ver sus etiquetas. Hombres y mujeres, de todas las edades. Con la única excepción, quizá, de inmigrantes. Un ejército de blancos de clase media, desencantados “de derechas e izquierdas”, según Abascal, que se sienten “españoles, europeos y cristianos” y votarán contra “proetarras, comunistas chavistas y separatistas”.
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