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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Elecciones y debates

Vienen comicios para elegir instituciones distintas y cabría esperar que durante las campañas en curso los partidos abordasen cuestiones relativas a la complejidad de cada caso

Pere Vilanova
Los representantes de los partidos catalanes posan antes del inicio del debate en TV3.
Los representantes de los partidos catalanes posan antes del inicio del debate en TV3.M. Minocri

El calendario electoral viene cargado, decir esto es quedarse corto. Observemos que se trata de elecciones diferentes: generales (Congreso y Senado), municipales, europeas. Puesto que se trata de elecciones para elegir instituciones distintas, con competencias diferentes, cabría esperar que durante las campañas en curso los partidos abordasen cuestiones relativas a la complejidad de cada caso. ¿Habrá un debate de argumentos, propuestas, algo parecido? Se puede hacer un experimento, baje el volumen del televisor a cero y a pesar de todo usted entenderá todo lo que dicen unos y otros. El declive de la democracia representativa se muestra en diversas versiones.

En Italia o en Francia los partidos políticos han sido pulverizados, y la campaña la libran los candidatos, los más conocidos (por su vocerío en los medios) tienen audiencia, y los otros no cuentan. ¿Saben ustedes como se llama el presidente del Consejo de Ministros de Italia (es decir el jefe de Gobierno)? Yo no y los italianos tampoco, el conocido allá y aquí es Salvini, que solo es un ministro de tantos. ¿Recuerda alguien qué cara tiene el secretario general de los socialistas franceses? En las elecciones europeas en Francia los electores tienen en la retina Macron y Le Pen. ¿El Brexit? La señora Thatcher dimitió sin perder unas elecciones o un voto en el pleno del Parlamento. Dimitió en su día por un asunto menor, porque se sintió desautorizada por su propio grupo parlamentario, a puerta cerrada.

Tampoco podemos esperar que en los debates en este país los candidatos aborden, en su complejidad argumental, cosas que afectan (mucho) al ciudadano. ¿Alguien explica qué son, para qué sirven, qué competencias (y dinero) tienen las diputaciones provinciales? El común de los votantes no sabe cómo son elegidas, y ante quién rinden cuentas. Piensen que muchas veces hasta tienen unos departamentos de… ¡Relaciones Internacionales! Ahora va a hacer cuarenta años de las primeras elecciones municipales y, por tanto, las nuevas diputaciones provinciales. En mi recuerdo, los partidos de izquierda PSC y PSUC estaban a favor de suprimirlas. Como dijo un conocido mío, reconsideraron la idea cuando ganaron la primera de ellas, la de Barcelona. Y hasta hoy. Otro ejemplo. En la gestión de la vida municipal, hay varios temas que afectan directamente la vida del ciudadano: servicios sociales, red viaria, transporte público, etc. Y en particular, cómo y por qué servicios básicos tendrían que ser objeto de debate sobre el equilibrio entre lo público y lo privado.

Este es un debate urgente, porque ayudaría a revisar algunas ideas fijas. Lo público se presupone íntegro, basado en criterios de equidad, imparcialidad, etc. Lo privado escoraría al lado opuesto, la ley del beneficio privado, del interés particular versus el colectivo. La izquierda se inclinaría hacia lo primero, la derecha a lo segundo. Esto debe ser reformulado a la luz de otros criterios, como por ejemplo la presunción de que los cargos municipales, por el hecho de ganar una elecciones estarían inmediatamente capacitados técnicamente para opinar sobre el metro, la luz, el agua, la cultura, y si en el Raval es más urgente otro CAP, esta vez con algún pediatra, o una nueva nave de museo para el museo (casi vacío) que ya hay allá.

Los cargos públicos pasan, es ley de la democracia representativa, las empresas (serias) han de garantizar una continuidad en sus mecanismos de toma de decisión, o pueden desaparecer. Los primeros se van, se llevan sus asesores y especialistas, y los nuevos que entran se creen en la obligación de tomar muchas decisiones (hasta aquí bien), pero a menudo sobre la base de que sean diferentes y cambien a fondo la herencia recibida. Esto lleva a veces al despropósito de que en el caos del taxi, VTC, etc. vayan a la huelga sin que el ciudadano sepa por qué las “competencias” para regular el asunto estén tan extrañamente repartidas entre ayuntamientos, comunidades autónomas y gobierno central según como. No digamos ya la protección civil, la estrella del desbarajuste. Hay nevadas o incendios (que van muy rápido) que no entienden de “competencias”, saltan de un territorio a otro y cuando cambia de municipio, provincia, comunidad autónoma, el proceso de activación de las intervenciones más urgentes ha de pasar por un proceso decisional totalmente surrealista. Hace unos años una nevada asoló la provincia de Girona, llevándose por delante el tendido eléctrico. ¿Cuál fue la intervención más rápida y eficiente? La UME, es decir, la Unidad Militar de Emergencias.

Pere Vilanova es Catedrático de Ciencia Política de la Universidad de Barcelona

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