El ‘culebrón de la vaca’
La seguridad se impone al factor económico y aleja de Escalarre al Doctor Music Festival, que el martes anunciará su salto a Montmeló
Si no hay sorpresas ni contratiempos, el próximo martes concluirá el culebrón de la vaca, contencioso que tiene todos los visos de resolverse con el traslado del revivido Doctor Music Festival de las campas de Escalarre a una ubicación más próxima a Barcelona, al circuito de Montmeló, si no hay cambios de última hora. La puntilla la puso el segundo informe negativo emitido esta semana por la Agencia Catalana del Agua (ACA). En esa propuesta de resolución elevada a la Confederación Hidrográfica del Ebro (en cuyas oficinas ya se había recibido el viernes) se hace constar que la organización del festival en sus alegaciones a un primer informe de la ACA (también desfavorable), “aún mantiene ocupadas zonas inundables y de flujo preferente”. Según el escrito, ese sería el caso de parte del escenario Guingueta, el escenario Esterri/Alt Àneu, espacios públicos de restauración y zonas de paso, principalmente.
El nudo gordiano que los organizadores no han logrado deshacer se asienta en la evolución del reglamento de Dominio Público Hidráulico, concretamente la modificación de 2016. Si bien ésta no introduce nuevos conceptos, puesto que anteriormente el reglamento ya recogía limitaciones de uso, sí concreta con detalle lo que no se puede hacer en zonas inundables y en zonas de flujo preferente, liberando así a los técnicos de hacer interpretaciones. Por ello la ACA ha emitido una segunda propuesta de resolución que la Confederación Hidrográfica, que resolverá en consonancia con las propuestas de la ACA, hará suya prohibiendo la celebración del certamen.
Ventas relativas y la cómoda cercanía
En círculos musicales se sostiene que el obligado cambio de emplazamiento de la sede del Pirineo leridano es lo mejor que le podía pasar al Doctor Music Festival en tanto se da por sentado que la venta de entradas (realizada sin contar con los permisos de celebración) no auguraba el éxito de una cita que en sus convocatorias históricas, especialmente la de 1996, congregó a más de 25.000 asistentes. Lo que el festival pierde del modelo Woodstock, ajeno al trajín urbano y teñido de cierta espiritualidad, lo ganará en comodidad, concepto al alza en un mundo donde las masas no parecen dispuestas a un largo viaje en coche para oir música lejos del mundanal ruido.
La negativa ha generado una airada respuesta de los alcaldes de la zona, que el pasado viernes, en un pleno extraordinario y monográfico del Consell Comarcal, amenazaron con no pagar a la ACA el canon del agua. El presidente del Consell, Carlos Luis Isus, se mostró muy molesto con el organismo ya que “el riesgo se puede gestionar, siendo además mínimo, ya que el festival se realiza sólo tres o cuatro días y en la estación más seca del año”. Isus señala que es “un proyecto del territorio que surge del territorio, y los riesgos de inundación no comportan la inacción a la hora de buscar soluciones”. Visiblemente molesto, Isus apunta que “la ACA no arreglará el planeta, el planeta ya nos lo hemos cargado, y no lo hará funcionar con normativas idiotas. Ha faltado voluntad para solucionar los problemas”, concluye antes de dar por sentado que el Doctor Music no se celebrará en el Pirineo y de remitirse a una nueva reunión extraordinaria del Consell que tendrá lugar mañana en las que se estudiarán las medidas que adoptarán los municipios para manifestar su enojo.
El recuerdo de Biescas
En la misma línea se han manifestado los promotores del festival, Doctor Music, al acusar a la ACA de realizar “una exagerada interpretación normativa de los riesgos teóricos de inundación en un valle que no se ha inundado nunca en verano, al menos desde que se conservan datos, lo que se traduce en unos niveles de exigencia muy por encima de lo habitual”. En sentido contrario se manifiesta Joan Vázquez, secretario general de IPCENA (Institució de Ponent per a la Conservació i l’Estudi de l’Entorn Natural) al señalar que “los riesgos no son elevados, pero recuerdo que la tragedia de Biescas tuvo lugar en agosto, y con el cambio climático nadie puede garantizar que no se produzcan tormentas repentinas”, precisa para felicitarse porque “han primado los criterios de prevención y seguridad, en definitiva intereses públicos, sobre los intereses económicos. La ley ha de estar siempre por encima de los negocios”.
Además, indica Vázquez, que “el problema no es el río, sino los barrancos y torrenteras con sus acusados desniveles” y se muestra escéptico ante las amenazas de los 15 municipios de la zona de no pagar el canon del agua: “Para recibir cualquier subvención se ha de estar al corriente de todos los pagos a las instituciones públicas”, hace constar.
Amén de los problemas provocados por hipotéticas avenidas de agua, el impacto ecológico del festival en la zona no iría más allá de convertir en tierra y hierba pisoteada los pastos donde el público se asentaría, según algunas fuentes consultadas, que recuerdan que la promotora del festival ya en las tres primeras ediciones (entre 1996 y 1998) fue detallista y escrupulosa con el entorno, hasta el punto de que se utilizaron vasos que no se astillaban dejando partículas de plástico en el terreno.
Para el secretario general de IPCENA, no sería tanto ese el problema, sino las aguas negras de los asistentes, que “todo y estar desprovistas de residuos sólidos se acabarían filtrando a los ríos, alguno de los cuales son reservas naturales de especies endémicas de trucha, amén de afectar a los humedales del entorno”.
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