Los camioneros dicen basta
Más de medio millar de camiones protestaron este lunes por el centro de Barcelona exigiendo una mejora de sus condiciones laborales
Kilométricas colas en el puerto de hasta siete horas que les condenan a hacer una sola entrega diaria. Tarifas estancadas en cifras de principio de siglo. Y por si fuera poco, los contenedores que transportan a menudo están en pésimo estado de conservación. Por todo ello, este lunes, medio millar de camiones tomaron las calles y ralentizaran la circulación de Barcelona. Después de una semana de huelga y protestas en el puerto, a las 8.00 una hilera de cabezas tractoras recorrió lentamente algunas calles del centro de la capital ocasionando problemas de circulación. A las 20.00, tras una reunión de varias horas, se desconvocó la huelga, a pesar de que un importante número de conductores quería seguir con ella.
El problema está enconado. Las reivindicaciones atañen a diferentes operadores públicos y privados. Vicente Rodríguez, presidente de Sintraport, asociación de transportistas del puerto de Barcelona, señaló al crecimiento de los últimos años como el principal causante de las colas. El puerto barcelonés marcó en 2018 un nuevo récord, con 67,7 millones de toneladas de tráfico total, lo que supuso un incremento de un 10% con respecto al año anterior, y un alza ininterrumpida desde 2013 cuando se movieron 41,3 millones de toneladas. En 2018, además se registró una circulación de 3,4 millones de contenedores de 20 pies, con un crecimiento del 15% con respecto al 2017.
Los transportistas dicen ser el eslabón más débil de la cadena logística. “Estamos en una situación precaria. Cobramos lo mismo que en 2002, y las empresas deberían tener en cuenta la subida de los combustibles”, indica Rodríguez.
Rubén Ballester, transportista autónomo de 42 años de El Vendrell (Barcelona), lleva al volante desde los 21 años. “Hay veces que nos toca volver desde Valencia o Zaragoza porque el cliente rechaza la carga por el mal estado del contenedor. Y ese viaje de vuelta no nos lo paga nadie”. Ballester culpa a las navieras del mal estado de alguno de los containers mientras enseña fotografías que atestiguan importantes agujeros en los cubículos por los que se cuela el agua y acaba dañando la carga. “A veces también se pone en peligro nuestra propia integridad”, señala mostrando una imagen de un contenedor con la bisagra destrozada. “En este estado se me puede caer la puerta encima, y el responsable de hacer esta carga lo sabía”, protesta Ballester. “Yo pararía hasta que esto se solucionara. ¿Cómo lo consiguieron los taxistas?”, concluye.
A mediodía, mientras los camiones abandonaban el centro de la capital, Mercè Conesa, presidenta del puerto de Barcelona, llamaba a los transportistas a volver a dialogar y aseguraba que desde el Puerto seguirán trabajando para buscar una solución entre las distintas empresas. Conesa también declaró que la media de espera en todas las terminales del puerto en el mes de febrero fue de 60 minutos.
Rodríguez rebatió estas cifras: “¿por qué no publica los tiempos de espera media de todo el año? Tenemos tiempos desde una a siete horas para cargar, y colas de varios kilómetros”. Rodríguez denuncia que estos retrasos hacen que los transportistas autónomos solo puedan realizar una media de 1,2 viajes al día, cuando lo ideal sería dos o tres por jornada.
La precarización y el caos logístico, denunciados por Sintraport, también han sido motivo de huelgas en otros puertos españoles. Desde ELTC Valencia la asociación de empresas de logística y transporte de contenedores, confirman el problema de las colas y los largos tiempos de espera. En octubre y noviembre del año pasado, también se organizaron en Valencia marchas lentas por parte de una de las asociaciones de transportistas por los bajos precios que se pagan a los camioneros.
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