Rafael Ribó, un ‘síndic’ en funciones tras medio siglo en política
El defensor del pueblo catalán finaliza su mandato tras 15 años en el cargo, aunque mantendrá el puesto hasta que el Parlament no elija a un sucesor
Rafael Ribó (Barcelona, 1945) es como una postal del pasado, de una época en la que según qué apellido incluso pesaba entre la izquierda. Fue secretario general del PSUC y presidió a sus partidos herederos, Iniciativa per Catalunya y luego Iniciativa per Catalunya - Verds; Ribó los sobrevivió a todos. Dirigentes más jóvenes cayeron por el camino mientras él se mantenía al pie del cañón. Su mandato como Síndic de Greuges de Cataluña ha finalizado esta semana, un cargo que desempeña desde 2004. Sin opción de reelección, Ribó seguirá en el puesto mientras el Parlament no consensúe quién será su relevo.
Para elegir al síndic es necesaria una mayoría de tres quintas partes de la Cámara, lo que supone un apoyo de 81 de 135 diputados. Junts per Catalunya y ERC, la coalición de gobierno, suman 66 diputados, por lo que necesitarían apoyos para consensuar el sustituto de Ribó más allá de Catalunya en Comú –7 diputados– y la CUP –4 diputados. Ribó fue nombrado para el cargo por primera vez en 2004, y fue propuesto por la mayoría del primer gobierno tripartito –PSC, ICV y ERC–. El Parlament lo reeligió en febrero de 2010, con tan solo tres votos en contra y tres abstenciones. La reelección se ejecutó a partir de la nueva ley de 2009 que regula la figura del síndic y que establece un mandato de nueve años. Con la nueva normativa, Ribó ya no puede optar a una reelección. Antes de ser reelegido en 2010, Ribó ejerció el cargo en funciones durante siete meses. El cargo del síndic incluye una retribución generosa: Ribó cobra cerca de 130.000 euros anuales, por encima de la remuneración de los consejeros de la Generalitat –110.759 euros–, un 56 % más que el presidente del Gobierno y un 13 % por debajo del presidente de la Generalitat –147.000 euros. Los dos adjuntos del síndic reciben unos honorarios de 101.000 y 110.000 euros anuales, y su equipo directivo, de 92.000 euros anuales.
Ribó ha destacado por una intensa acción como defensor del pueblo, no ha dejado sin tocar ninguna problemática social o medioambiental. También ha intentado navegar en las turbulentas aguas del proceso de independencia. La oposición constitucionalista, con Ciudadanos a la cabeza, ha cargado contra él en repetidas ocasiones por considerar que se ha inmiscuido en debates políticos que no corresponden a su responsabilidad, aunque sobre todo ha sido criticado por PSC y PP porque denuncian que ha tomado parte a favor del independentismo.
Ribó ha reiterado a través de declaraciones, informes y reuniones institucionales que los líderes independentistas en prisión preventiva son “presos políticos”. El síndic comparó a España con Turquía en el pleno del parlamento del 7 de noviembre de 2018. “De los 47 Estados incluidos en el Consejo de Europa, parlamentarios en prisión solo hay en España y en Turquía. Y si tomamos la definición de preso político de acuerdo con la asamblea parlamentaria europea de 2012, de las cinco definiciones que dan, tres son aplicables a los presos catalanes”, explicó Ribó en El Punt Avui. Ribó también se ha presentado ante organizaciones europeas como un “pacificador en el contexto de crisis entre España y Cataluña”. La última acción polémica del síndic en esta cuestión fue su papel como coordinador de una carta firmada por los expresidentes de la Generalitat y del parlamento solicitando la liberación de los independentistas encarcelados. El documento incluía la firma de Pasqual Maragall, enfermo con un avanzado alzheimer, lo que motivó las críticas del president del Colegio de Médicos de Barcelona, Jaume Padrós.
De la generación de Ribó quedan pocos políticos en primera fila, quizás el más destacado el ministro de Exteriores, Josep Borrell. Ribó hizo un amago de despedida en 2000, cuando cedió la presidencia de ICV a Joan Saura, aunque enseguida dejó claro que no dejaría la palestra: “Ribó ya adelantó ante el plenario del partido que tiene la intención de seguir en primera línea política”, decía la crónica del 26 de noviembre de 2000 que publicó EL PAÍS. “Ribó se despide de la presidencia de IC pero advierte que seguirá en primera fila política”, tituló La Vanguardia.
Ribó inició su andadura política en 1963, en movimientos estudiantes de oposición al franquismo, según informa su biografía de la fundación Ulls del Món, entidad que preside. Fue miembro de la Assemblea de Catalunya, presidente del PSUC entre 1986 y 1997 –según Enciclopèdia Catalana– y presidente de Iniciativa per Catalunya entre 1987 y 2000. También ha sido diputado en el Parlament y en el Congreso. Ribó fue paradigma de aquellos hijos de la burguesía que desde la izquierda se rebelaron, durante la transición y primeros compases de la democracia, contra el peso conservador de sus familias. El padre del síndic, Xavier Ribó, fue un reconocido agente de bolsa y secretario del líder de la Lliga Regionalista Francesc Cambó.
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