Torbellino de emociones, recuerdos y deseos
Intensa velada en el Mercat con la Batsheva Dance Company
La noche del jueves el Mercat de les Flors de Barcelona vivió una de sus veladas más intensa de los últimos tiempos de la mano de la Batsheva Dance Company, que presentó Venezuela, el último trabajo del original e imaginativo director israelí, Ohad Naharin. La sala presentaba un lleno absoluto y el público, expectante, estaba preparado para vivir la experiencia que le iba a brindar un autor para el que la retina y el corazón del espectador son su diana. Montajes como Mobul o Anaphase lo acreditaban.
Desde la primera actuación de este grupo israelí en Barcelona, en 1993, que resultó de gran impacto por su modernidad y contenido han pasado 26 años y el público barcelonés ha evolucionado y se ha convertido en un público exigente, público que se rindió la otra noche sin condiciones ya en los primeros minutos de Venezuela. Lo mejor de este espectáculo son sus 16 excelentes intérpretes, especialmente el elenco femenino. Unas mujeres que además de hermosas exhiben un baile enérgico y sensual que hipnotiza al espectador. Sus brazos son una continua sinfonía entre poesía y fuerza, sus saltos son alados, parecen amazonas suspendidas en el espacio y sus cou de pied sobrenaturales.
El acertado vestuario en negro de la japonesa Eri Nakamura enfatizada su feminidad.Venezuela tiene un intenso y fértil movimiento coral, las ricas frases coreográficas se mezclan con el gesto cotidiano provocando un baile apasionante en ocasiones y en otros de una gran frialdad. Una característica del coreógrafo para provocar al espectador un torbellino de emociones, recuerdos y deseos, o simplemente dejarle atónito.
Venezuela
Venezuela
Coreografía de Ohad Naharin y los bailarines del Batsheva Dance Company; Diseño de iluminación de AviYona Bueno (Bambi); Diseño de sonido de Maxim Waratt; Diseño de vestuario de Eri Nakamura; Mercat de les Flors. Sala Mac. Barcelona 21 de febrero
Este continuo juego entabla un atrayente diálogo privado entre cada miembro del público y el coreógrafo, que es lo que le interesa a Nahrin. En esta ocasión, el autor para mostrar las dos caras de una misma realidad ha dividido la obra en dos partes, la coreografía es la misma, lo que cambia es la música, las luces y los intérpretes. En la primera parte utiliza la música de los cantos gregorianos, que da una gran majestuosidad a la pieza, en la segunda con el rap, rock, máquina y canciones tradicionales baña al movimiento con una pátina de modernidad.Venezuela desborda fragmentos brillantes, como el de los hombres a cuatro patas con las mujeres sobre sus espaldas. O el de las piezas de tela o cuando todos los bailarines corren por el escenario.
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