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Ganas de jarana

Laura Vandall y Edgar Kerri son los artífices de sitios de moda como el club Cha Chá, que ha viajado a Buenos Aires

Los agitadores nocturnos Laura Vandall y Edgar Kerri posan en el local Lucky Dragon.
Los agitadores nocturnos Laura Vandall y Edgar Kerri posan en el local Lucky Dragon.Carlos Pina

Lo principal es divertirse. Ésa es la máxima que siguen a rajatabla Laura Vandall y Edgar Kerri, responsables de algunos de los sitios más exitosos de la noche madrileña. Los artífices del club Cha Chá se han acostumbrado a que siempre haya cola donde arman de las suyas. Hasta ahora, en todos los proyectos que han emprendido les ha acompañado una genuina mezcla de gente que ha contribuido a consolidar su posición. Allá donde van, les siguen. “Todo se lo debemos a quienes vienen a pasarlo bien con nosotros”.

Hace tres años, abrían Cha Chá como un club privado en El Principito (Cedaceros, 7), histórico edificio con paredes forradas en el mismo rojo que los telones del que fue teatro, cabaret y cine. Cada viernes se llenaba aunque la entrada era solo bajo invitación. Desde el primer momento apostaron por mezclar trap, rap, hip hop y electrónica. “Nos anticipamos al panorama actual”. Poco más de un año después de abrir, les ofrecieron mudarse a la Sala Cocó (Alcalá, 20) y no lo dudaron. “Lo de ser un club privado era difícil de gestionar. Teníamos ciertas trabas; decidimos cambiar de sitio”.

De una lista de puerta inflexible pasaron a ser un club abierto. “Todas las semanas tenemos aforo completo. Todos los viernes hay cola en la puerta”. Pese a que el cambio de sede ha aumentado el aforo, no pueden acoger a todos los que quieren alargar allí sus noches. Artistas como C. Tangana, Ms Nina, Tomasa del Real, Mikky Blanco o Bad Gyal han aparecido en plena sesión y han presentado temas sobre el escenario. Por la cabina han pasado Skinny Macho, Steve Lean o Rosa Pistola.

Una sesión de Cha Chá, en una imagen cedida por los organizadores.
Una sesión de Cha Chá, en una imagen cedida por los organizadores.

En feliz armonía, en la pista de baile, se mezcla gente muy heterogénea. “Puedes venir como quieras vestido y bailar como te dé la gana sin que nadie te mire. Hay de todo. Hay gente muy conocida y completamente desconocida; gente que lleva ropa carísima y gente que se ha gastado tres euros en una tienda de segunda mano”. Entre sus habituales, actrices como Úrsula Corberó, Greta Fernández o Anna Castillo, los chicos de Élite y La Casa de Papel, artistas como Filip Custic, Claudia Mate y Lorena Prain, diseñadores como Palomo, ManéMané o María Ke Fisherman. “Somos la fiesta urbana más influyente del país. Actualmente, no existe en España ningún otro evento urbano semanal con una influencia semejante”.

Su fama ha cruzado el charco. En Buenos Aires les reclamaron para llevar Cha Chá. Ya han hecho tres sesiones allí. “No solo es llevar un Dj o una decoración; es trasladar nuestra esencia. Contratamos a artistas locales y los unimos con habituales nuestros”. Estudian ofertas para hacer lo mismo en Ciudad de México y París. “Queremos exportar la marca por todo el mundo”. Su socia en el club es Andrea Vandall, que pincha habitualmente y ha sido bailarina de twerking en las giras de Diplo y Mayor Lazer.

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Pareja desde hace diez años, Laura y Edgar comparten vida personal y profesional. Además, cada uno tiene sus trabajos aparte. Ella como estilista y consultora de moda; él, que se hizo popular con el Zombie Club, como Dj y productor musical. Su última aventura es Lucky Dragon (Estrella, 3), en el mismo sitio que Silvia Superstar tenía El Fabuloso. Han transformado el local en una fantasía china. Farolillos rojos, neones y dragones decoran el espacio, en el que siempre hay alguien haciendo fotos. “Es un sitio muy instagrameable. La gente quiere venir y descubrir qué es”. La decoración la han encontrado entre el Rastro, Wallapop y Amazon.

Neones y dragones

La semana pasada celebraron por todo lo alto el Año Nuevo Chino. Abren de martes a sábados y suena música italodisco, cumbia y ritmos tropicales. “Cosas agradables de bailar”. En la cabina, que era un puesto de comida callejero, lo mismo pinchan Seven Math que The Parrots. Las Hinds irán a pinchar próximamente. “Hemos tenido una acogida increíble. Abajo abriremos otra cabina y un karaoke”, adelantan. Gracias al boca a boca y a las redes sociales llenan todos los fines de semana. “Alucinamos con que haya cola para entrar. Se ha corrido la voz”. Sobre la fachada, incluyendo la persiana, destaca un inmenso dragón pintado por Spok Brillor.

Otro negocio que comparte la pareja es Casa Candi (Noviciado, 16). “Es el mismo bar de toda la vida, pero modernizado. Madrid está perdiendo esos bares característicos que le dan identidad. Unos se jubilan, otros se traspasan… Es una pena. Hemos querido respetar su identidad y su nombre. Entendemos la evolución del barrio, pero queremos defender nuestro patrimonio”. La reforma ha dejado intacta la barra de latón de los años cincuenta, el suelo de mármol y los revestimientos, pero ha añadido un saloncito y en la cocina, a un chef procedente de Diverxo. Ya han probado sus tapas y raciones la ministra de Justicia, Dolores Delgado, y los chicos de OT.

Como les va muy bien, quieren ayudar a otros. “Queremos hacer cosas con gente cercana a nosotros, desarrollar proyectos con artistas afines. Siempre hemos funcionado como un colectivo, colaborando unos con otros”. Tienen proyectos por delante que harán imposible que se aburran. Sobre la noche de Madrid, que conocen como nadie, consideran que está en un buen momento. “Hubo una época nefasta, pero últimamente ha mejorado. Las salas grandes desaparecen, pero a la vez no dejan de aparecer sitios pequeñitos, más personales, y en los que siempre pasan cosas. Hay que readaptarse”.

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