“El lujo puede ser asequible, yo lo llevo a la práctica”
La empresaria y cocinera Cristina Oria logra en tan solo nueve años montar una empresa de cáterin y dos locales restaurante-tienda en el centro de Madrid
Estudió empresariales y siempre tuvo claro que “jamas” iba a trabajar por cuenta propia. Nada más terminar sus estudios estuvo dos años en una Consultoría de Estrategias. El traslado de su marido, Álvaro, a París por motivos laborales fue el germen de las empresas que ha ido montando en Madrid. Por hobby Cristina Oria, Madrid, 35 años, hizo un curso Cordon Bleu en Francia y su intención, a la vuelta a España, era volver a la consultoría. Establecidos de nuevo en Madrid, se dio cuenta de que había un hueco en los regalos de empresa con cierto glamour, un foiecon una bandejita, un bizcocho en un plato bonito y de ahí paso a montar una empresa de cáterin en el que la buena comida vaya acompañada de una servilleta de hilo, unos cubiertos de plata y una vajilla de porcelana.
Un viaje a los brocantes
Le gusta recorrer mercadillos y encontrar cuberterías de plata, porcelanas antiguas y mantelerías de hilo. Los viajes de esta familia son una continuación del negocio pero disfrutando mucho. “Nuestras excursiones son de aprendizaje y descubrimiento. La ilusión es lo más importante para cualquier proyecto”.
¿Por qué no quería dedicarse a los negocios?
Había visto a mis padres trabajar en las tiendas y es muy sacrificado. Y no quería eso para mí. Pero parece que no he podido desligarme de la trayectoria familiar. Mi abuela ya tenía pastelerías en San Sebastián. Y mis tios también.
Empezar en plena crisis una empresa de servicios ¿fue osada?
No tenía nada que perder, si iba bien, adelante, y si no la inversión era muy pequeña. Tuvimos la suerte de encontrar un hueco no cubierto y todo ha ido a demanda del cliente.
En 2011 Madrid Fusión premio su foie. ¿Qué tiene de especial?
La realidad es que fue el resultado de una mala interpretación de una receta. La primera vez que lo hice salió así y a mi familia le entusiasmó. A partir de ahí todo fue crecer.
Ahora tienen una importante empresa de cáterin y dos restaurantes en Madrid —Conde de Aranda y Ortega y Gasset—. Han construido un emporio gastronómico en Madrid.
Yo me encargo del cáterin. Cuando Álvaro me propuso ampliar el negocio en un local físico le dije que me parecía genial si él se hacía cargo de ello. Abandonó su carrera de Ingeniero de Montes y se puso al frente de los locales. El primero lo abrimos en 2016 y el segundo en 2018.
¿Cuál es la fórmula para tener clientes?
Buena materia prima, productos frescos, conocer a los proveedores, visitar mercadas y comidas al día. Yo he tenido problemas en el intestino y sé las comidas que sientan bien y las que no por eso cuido mucho la elaboración de los platos. En nuestros locales se puede comer desde un plato hasta un menú, tomar un aperitivo o picotear algo entre las 9 y 10 de la noche.
¿Qué razón le lleva a no abrir los domingos?
Conciliación familiar. La mayoría de las 90 personas que trabajamos aquí somos mujeres. A mí me gusta disfrutar ese día con mi familia y pienso que al resto del personal también. Mientras lo podamos mantener lo haremos así. El único mes en el que abrimos los domingos es en diciembre porque una parte importante de nuestras ventas se producen durante esa temporada.
¿A cuántas personas ha dado de comer al mismo tiempo?
3.500 en una recepción en Ifema para la que fue necesario contratar a 250 camareros. Pusimos zonas con comida de Estados Unidos, Italia, España y Asia.
¿No le entra agobio solo pensarlo?
A mí me vino fenomenal trabajar en estrategias para poder desarrollarlo en la gastronomía. Además, es cierto que hay que ser organizado y tener todo muy planificado para que se desarrollen las cosas como yo quiero que funcione.
¿Cuáles son los platos que mejor le salen?
Por supuesto, el foie, la tarta de limón y el cocido con la receta de mi suegra, era una excelente cocinera.
¿Y Álvaro sabe cocinar?
Entra en la cocina, para grabarme y hacerme fotos, a veces me dice que le enseñe, pero no le veo. En cambio, me encanta hacerlo con mi hijo de 4 años. Es divertido.
¿Es fiel a los lugares en los que compra?
Me encantan los mercados y poco a poco voy recorriendo todos. Un día voy a La Guindalera. otra al de La Paja y así uno tras otro. Me gusta charlar con el pescadero o el frutero y siempre hay alguien que te da una receta, que te cuenta historias relacionadas con la gastronomía. Es divertido y muy placentero.
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