Hausson celebra su Premi Nacional con un solo mágico

Hausson no podía celebrar de mejor manera el Premi Nacional de Cultura 2018, el primero de su clase que se concede a un ilusionista, que con un nuevo espectáculo. Se llama Top Magicy lo presenta en La Seca de Barcelona, cuyo escenario ha despojado de casi todo lo superfluo. Es un solo mágico interrumpido, a veces, por un regidor y ayudante, el actor Carles Arquimbau, cuyas estudiadas apariciones lo sitúan a millas de lo que habitualmente se entiende por partenaire en este tipo de espectáculos.

Son diez números, pero el espectáculo se inicia con un ejercicio de manipulación fuera de cuota. Ya saben, las cartas y monedas aparecen y desaparecen de las manos, se multiplican. Hay juegos nuevos y otros no se habían visto hace tiempo, pero siempre repensados para ajustarse a la poética de Hausson, clara heredera de la de Joan Brossa.

Uno de los números se titula No se puede ser moderno si no se conocen los clásicos y es todo un manifiesto programático. Y es que al lado de contemplar cómo el mago se mutila un brazo, de forma indolora y elegante, sigue sin marchitarse la fascinación por ver una cuerda cortada que regresa a su estado inicial.

El artista, por ejemplo, repesca un juego de cartas que ideó Robert Houdin (1805-71), el ilusionista francés padre de la magia moderna, y que Hausson aprendió de Brossa: cartas escogidas por espectadores, mezcladas luego en la baraja, no están ni tan perdidas ni tan desordenadas como parecen estar. Y hay un soberbio número en el que encima de una mesilla diminuta se multiplican botellas de un vino de Burdeos que finalmente, y de forma merecida, saborea el mago.

Adivinación, mentalismo... Hausson recorre distintos géneros para mostrar al espectador la infinidad de rincones desde donde puede surgir la sorpresa, la ilusión, el asombro.