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Tequila: “Fuimos la excepción en una España aún acartonada”

La popular banda hispano-argentina se despide de Barcelona esta noche en Razzmatazz

Ariel Rot y Alejo Stivel en el concierto de Madrid en septiembre pasado.
Ariel Rot y Alejo Stivel en el concierto de Madrid en septiembre pasado. Inma Flores

A finales de los setenta y antes de la movida, Tequila acalambraba al país con su rock desenfadado e irreverente. Han pasado décadas, muchas, y esta noche vuelven a un escenario barcelonés (Razzmatazz, 21:00), para entonar su despedida: “cuando estábamos en activo nos fuimos a la francesa, con poca educación, así que ahora queremos decir adiós y saludar a nuestro público”, dice Alejo Stivel cantante de aquella banda en la que se mantiene su compañero y amigo Ariel Rot, a la sazón fundadores del grupo y amigos ya en Argentina antes de venir a España. Ambos frisan la sesentena, pero Alejo declina la nostalgia de pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor “si todo lo que hacemos lo comparamos con el pasado estamos perdidos, las cosas han cambiado tanto que la comparación con el ayer carece completamente de sentido”, dice al otro lado del teléfono.

Pero el pasado es el gran activo de Tequila, la primera gran banda de rock que alcanzó popularidad masiva en España. ¿Sería hoy posible que un grupo así de descarado y deslenguado alcanzase ese éxito? “Bueno, nosotros éramos una excepción, veníamos de la España franquista, un momento muy acartonado y moralista, como este o más, y no era el caldo de cultivo idóneo para nosotros, que salimos antes de la democracia. Creo que por eso rompimos tanto, era algo diferente y sorprendente y creo que si lo hicimos entonces alguien similar lo podría hacer ahora. Pero bueno, parece que no se ve mucho esa actitud”, continua. ¿Y cómo se puede cantar tocando los sesenta canciones compuestas y defendidas antes de los veinte? "Yo creo que el rock and roll genera en el momento del show una ceremonia, una convención donde todos firmamos un contrato de atemporalidad. Me pasa como espectador. Cuando voy a ver a AC/DC o a los Stones me siento como cuando tenía 20. Angus sigue vestido de colegial. Es un show, y al entrar al recinto se firma un pacto de diversión que sobrepasa el tiempo, que desaparece para mantenernos en un limbo de atemporalidad”, concluye.

Este pacto con el diablo que congela el tiempo parece algo implícito al rock, pero eso no implica que el tiempo, allá fuera, no transcurra, ¿qué queda de los seguidores originales de Tequila, esos a los que Ariel Rot echó en falta en su anterior gira de despedida, hace diez años? “Bien, puedo asegurar que algunos vienen a nuestros conciertos, aunque no son mayoría. Creo que tenemos un público muy transversal, e incluso hay personas con menos de treinta años. Lo que les ofrecemos es un concierto muy fresco y enérgico, la verdad”. ¿Pero no es la frescura algo propio de la juventud? “Creo que mantenemos una esencia parecida, directa y franca, pero también hay algo más de pausa y de reflexión. Cuando éramos jóvenes disparábamos nuestras ideas como una ametralladora y ahora disparamos dardos. Los Tequila hacemos un repertorio de aquella época pero con más solera, en aquellos años todo era muy anfetamínico, las sustancias artificiales y las naturales de nuestra propia juventud nos aportaban esa tensión y fuerza tan frenéticas. Ahora hay menos frenesí pero sigue habiendo mucho poder, somos como un martillo, y el show es muy poderoso”, asegura Alejo, muy satisfecho de casi haber agotado las entradas en Razzmatazz.

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Otra cosa que ha cambiado con el tiempo es el ritmo de vida de las giras, lo que no las convierte en más aburridas “yo disfruto subiendo en una furgoneta con mis amigos, comer las cosas del lugar que visitamos, charlar, tomar algo en plan tranquilo. Suele dar poco tiempo para conocer las ciudades, pero en Barcelona, ciudad que me encanta, me quedo un día más. No iré a una discoteca a beber y a drogarme hasta las 7 de la mañana, pero eso no quiere decir que me aburra. De hecho el domingo iré invitado por El Tricicle a ver su espectáculo”. Quizás más que las propias personas lo que ha cambiado en estas tres décadas es la propia música, aunque Alejo lo puntualiza desde la perspectiva del músico que es y del productor en el que se convirtió acabado Tequila: “bueno, no todo cambia, tocaremos en Razzmatazz que es una sala estupenda de siempre. Creo que lo que cambia es superficial, permanecen las canciones y la emoción que producen. La función de la música sigue siendo la misma y quizás aún más ya que ahora es más accesible, aunque eso quizás también la hace más fugaz”. La pregunta final parece insoslayable: ¿Boca o River?....”Racing de Avellaneda, vi la final deseando que perdieran los dos”

 

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