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Y la unión hizo la música

‘El Mesías’ participativo vuelve al Palacio de la Ópera dos años después, con la intervención de nueve corales de la comarca

La Orquesta Sinfónica de Galicia ha celebrado un concierto participativo patrocinado por la Obra Social La Caixa en el que, como en el que hace ya se hizo dos años, ha interpretado El Mesías, de Georg Friedrich Händel. Junto a la orquesta y el Coro de la OSG, dirigidos por Carlos Mena, han participado nueve corales polifónicas de la comarca, con un total de cerca de trescientos cantantes. Los papeles solistas vocales han sido interpretados por Jone Martínez, soprano; Francesca Ascioti, contralto; Richard Resch, tenor y Víctor Cruz, barítono. El director preparador de los coros para el concierto ha sido Pere Lluís Biosca.

Un concierto participativo en cuyo programa figura el que seguramente es uno de los más populares oratorios barrocos es una magnífica promoción de la música clásica entre una población no siempre cercana a ella. La tradición creada por Josep Anselm Clavé y su movimiento asociativo subyace así en estos conciertos organizados por la fundación bancaria en 2018 a lo largo de la geografía española, como viene haciendo desde 1995.

Si escuchar a cientos de cantantes atacar cualquiera de las piezas corales del gran oratorio haendeliano es una inyección de energía para los espectadores, participar en los coros lo ha de ser, sin duda, en mucha mayor medida. La comunicación que siempre supone hacer música junto a otros intérpretes tiene un grado cualitativo superior en el canto, potenciado en estos casos por la cantidad de voces que se juntan. La energía que se siente, incluso como mero oyente, cuando comienzan a sonar los coros es algo incomparable a cualquier otra experiencia musical.

Especialmente cuando quien dirige es alguien como Carlos Mena. El director vitoriano tiene una actitud y una claridad gestual que tira hacia arriba de los coros con la fuerza y delicadeza de un globo aerostático. Lo que logra con ello es muy superior al mero resultado musical: en el de este concierto cabe destacar una lectura orquestal y coral limpia, que permite la imprescindible claridad de líneas en una música de carácter contrapuntístico como la barroca, algo que se hizo patente en muchas ocasiones a lo largo de la noche.

La Sinfónica de Galicia, en su formación reducida de orquesta barroca, se mostró elástica y receptiva a cada matiz demandado por Mena. El continuo -órgano y clave, chelo, contrabajo y fagot- proporcionó en sus intervenciones un excelente sustento a los cantantes. El Coro de la OSG, que dirige Joan Company, mostró un paso más en su progreso, tanto en sus intervenciones como coro único, como siendo nervio y guía en los coros participados por el resto de las corales.

Jone Martínez tiene una voz con lo que se podría llamar un timbre de limpieza angelical. Su interpretación de And, lo, the Angel of the Lord came upon them fue el inicio de una noche de acierto total que trasladó toda la emoción contenida en la música de Händel y que quizás llegó a su punto culminante en la forma como cantó el larghetto nº 36, Thou art gone up on hight.

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Francesca Ascioti tiene un timbre de voz adecuado a su parte y emite y proyecta su voz de forma impecable; pero, como se pudo apreciar desde su intervención en And he shall purify, esta adolece de esa cierta falta de cuerpo de la mayoría de las actuales contraltos; que, al fin y al cabo, esta voz es como una especie en extinción -o casi extinguida, salvo en los países eslavos-. No obstante, imprimió un buen grado de fuerza en números como el aria He was despised, en el final de cuya repetición mostró un notable fiatto.

El punto negativo en su actuación del jueves fue lo que solo se podría interpretar como un afán de protagonismo excesivo a todas luces. Una especie de condescendiente sonrisa hacia Martínez al acercarse al centro del escenario para una intervención conjunta, fue solo el inicio. Su actitud y sus continuos movimientos en escena, especialmente cuando no estaba cantando, poco tienen que ver con la sobriedad del género oratorio. Y menos aún con el respeto debido a los compañeros, tanto solistas como miembros de los coros.

El tenor Richard Resch tiene una voz de gran frescura y limpia emisión, ya perceptible en su primera intervención: ese Comfort ye que capta y dirige la atención del aficionado –positivamente en este caso- al goce y la emoción de la música durante todo el oratorio, algo a lo que contribuyó en gran medida el tenor bávaro por voz e interpretación.

Víctor Cruz es un barítono bajo con buenas agilidades, alcanza bien las notas más graves de su parte y tiene una expresividad realmente adecuada para este tipo de obras. En sus intervenciones destacó la fuerza, positivamente cercana al exceso, de su interpretación del aria Why do the Nations so furiously rage together?

La larga duración del programa no fue óbice para una generosa y larga ovación por parte del público. Mena hizo partícipes de ella tanto a Company como, en un elegante gesto, a los siete directores de las nueve corales participantes en el concierto. La repetición del Aleluya era el bis obvio y deseado. Algunos espectadores se atrevieron a cantar, más o menos sotto voce, más o menos acertadamente, tal vez sintiendo que sería la lógica culminación de un concierto que se llama participativo.

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