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Los bomberos carecen de botiquín para salvar vidas

El cuerpo de la capital reivindica desde hace años formación y material para atender a víctimas en las emergencias

Un grupo de bomberos reivindica formación y material sanitario en el parque de San Blas, el pasado viernes.
Un grupo de bomberos reivindica formación y material sanitario en el parque de San Blas, el pasado viernes.ANDREA COMAS
Berta Ferrero

A las 9.37 la central de llamadas de los bomberos de Madrid recibe un aviso. Hay un herido grave en el Instituto de Educación Secundaria de Islas Filipinas. A un estudiante de Formación Profesional de 25 años se le ha quedado atrapado un brazo en una máquina dentada de impresión de tipo industrial. El Samur recibe el mismo aviso. El camión de bomberos sale pitando con ocho efectivos. Llega primero. Ha tardado 6 minutos. Al entrar, el joven ya ha sido liberado por compañeros y profesores y grita de dolor en el suelo, sobre un charco de sangre espesa. Presenta una fractura abierta de cúbito y radio. Enseguida llegan más efectivos, en total, 12 bomberos, todos observan la escena sin poder hacer nada. El chico se retuerce con un torniquete hecho con trapos sucios y un destornillador. El Samur se retrasa. Hay tráfico.

Eso es lo que queda recogido en el parte de los bomberos, en el que se describe de forma escueta los hechos que sucedieron el pasado 21 de noviembre en el barrio de Chamberí. En él, además, inciden en una reivindicación antigua: “Es necesario equipar los vehículos con botiquines, ya que la dotación que acudió no pudo hacer mucho como primer interviniente sanitario al no tener material”. Esta “deficiencia” es exclusiva del cuerpo de bomberos de la capital. Ni el resto de ciudades de la región madrileña ni de España tiene este problema: todos cuentan con material y formación.

El servicio de atención sanitaria de urgencias y rescate del Ayuntamiento de Madrid (Samur), que actúa en el ámbito municipal madrileño, tardó 10 minutos más. “Diez largos minutos de angustia e impotencia funcional”, narra Ignacio Viejo, uno de los bomberos que estuvieron en el lugar. “Esto no es una queja contra los compañeros del Samur, ellos llegaron lo más pronto que pudieron. Pero como servicio de rescate es vital para las víctimas que nosotros estemos preparados para realizar una primera atención sanitaria que en muchos casos puede salvar vidas”, explica Carlos J. García, delegado de la sección sindical de bomberos CC OO. Los bomberos tienen un promedio de respuesta de 6,56 minutos y el Samur de 7,49, según datos facilitados por ambos servicios. “Los médicos son ellos, no pretendemos meternos en su terreno, pero una rápida y adecuada actuación en un caso grave no solo puede evitar una muerte, además puede hacer que la recuperación de una persona sea mucho mejor”.

Para los bomberos, muchos de los problemas con los que se encuentran se solventarían si tuvieran un botiquín de emergencias con cánulas de Guédel -un dispositivo que evita morir asfixiado por la propia lengua-, un balón de reanimación -para ventilar manualmente a pacientes con problemas de respiración o en casos de paro cardiopulmonar, suministrando oxígeno- o un desfibrilador. Además de los elementos básicos que suelen tener los botiquines, como un collarín cervical o vendas y torniquetes, que en el caso del chico accidentado en Islas Filipinas hubiera ayudado a contener la hemorragia y evitado que la herida estuviera expuesta a la suciedad de un trapo de trabajo. “Es lo mismo que les exigen a los socorristas de una piscina, por ejemplo, o en un equipo de fútbol regional. Un desfibrilador puede ser vital”.

El 5 de noviembre pasado lo fue. Un camión de bomberos estaba parado en un semáforo a las 11.07 en Bravo Murillo y sus ocupantes vieron cómo una chica se desplomaba justo enfrente. El suceso aparece registrado en otro parte. Bajaron, comprobaron el pulso y demás signos vitales y comenzaron a realizarle una reanimación cardiopulmonar. Ese día tuvieron suerte ya que, mientras se turnaban entre ellos y esperaban al Samur, vieron pasar a unos 80 metros a una furgoneta del Summa (servicio de atención sanitaria de la Comunidad de Madrid). Uno de ellos corrió para detenerla y, con el desfibrilador en la mano, consiguieron reanimarla. “A veces es cuestión de segundos”.

Lo curioso es que el resto de dotaciones de bomberos de la Comunidad de Madrid y del resto de España cuentan con los servicios que demandan los de la capital. “Imagínate una ciudad española donde pueda haber atentados, accidentes de avión, edificios en llamas… y que fuera necesario contar con un servicio de rescate completo. ¿Cuál sería? Efectivamente, Madrid. Y justo es la ciudad madrileña que no cuenta con ello. El resto lo tienen todas”, dice el sargento de bomberos Óscar Díaz. El recuerdo del 11-M (2004) y el accidente de Spanair (2008) lo tienen todavía muy presente, por lo traumático que fue y porque pensaban que los hechos caerían sobre su propio peso. “Esta reivindicación viene de lejos. Es un asunto muy serio. En realidad es necesario por tres supuestos claros: cuando nosotros llegamos antes, que pasa muchas veces, cuando los equipos médicos no pueden acceder al lugar (una persona aislada o caída en un pozo, por ejemplo) o cuando hay un evento catastrófico importante, que satura la respuesta de los servicios de emergencia. Nosotros vimos cómo tras el accidente de avión, por ejemplo, había gente gritando, viva, que podría haber salido si hubiéramos contado con el material básico, como oxígeno o material para el control de hemorragias… Estaban vivos, joder, y podríamos haberles salvado”.

El porqué esto no se pone en marcha “es un misterio, debe haber elementos oscuros”, lanza García. El concejal socialista Ramón Silva asegura que ha llevado este asunto “en numerosas ocasiones a diferentes comisiones en el Ayuntamiento”. “Pero lo han demorado por problemas internos o por oposición del Samur, por ejemplo. Luego te dicen que lo están tramitando, pero no es verdad, así llevamos años. Y de vez en cuando surgen emergencias que ponen el problema de manifiesto”, se queja. Fuentes municipales aseguran que, efectivamente, lo están "tramitando" y garantizan que les gustaría ir “más rápido”. Explican que ofrecer formación a los bomberos de la capital es algo “complejo” por todo lo que implica e insisten en tranquilizar a los madrileños, ya que la capital española cuenta con el Samur, “un servicio de rescate excepcional, uno de los mejores del mundo”.

Más de dos años sin cumplir lo que establece un decreto

El 9 de febrero de 2016 el delegado del área de Gobierno de Salud, Seguridad y Emergencias, Javier Barbero, aprobó un decreto por el que daba vía libre a la instrucción relativa a la formación y a las intervenciones del cuerpo de bomberos como primer interviniente sanitario. Se estipuló entonces que los bomberos deberían realizar un curso de 60 horas, como estipula la ley nacional, al amparo de la normativa europea. Sin embargo, sólo recibieron uno de 24 horas. Y todavía no han obtenido el material, a pesar de que les prometieron que lo tendrían a principios de noviembre. “Tenemos el hueco en el camión para llevarlo, pero no nos lo dan. Nos ven como competencia, no como servicio colaborador. Y eso lo sufren los ciudadanos”, explica el sargento Díaz. Desde el consistorio señalan que se  va a cumplir a rajatabla lo que dice el decreto, aunque apuntan que los bomberos solo se encuentran en situación de intervenir sanitariamente “en casos puntuales”.

El asunto llegó al Defensor del Pueblo, Francisco Fernández Marugán, que consideró en abril pasado que la queja de los bomberos reunía los requisitos establecidos en el artículo 54 de la Constitución, que ampara los derechos de los ciudadanos regulados por esta institución contra actuaciones administrativas, en este caso contra el Ayuntamiento. Fernández Marugán solicitó información al consistorio madrileño y tras no recibir respuesta, volvió a intentarlo a finales de junio. Tras un primer requerimiento urgente —de tres posibles— recibió por fin la información solicitada, que “aún se está estudiando”.

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Sobre la firma

Berta Ferrero
Especializada en temas sociales en la sección de Madrid, hace especial hincapié en Educación o Medio Ambiente. Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Cardenal Herrera CEU (Valencia) y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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