_
_
_
_
MADRID ME MATA
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Más allá de la M-30

Un viaje en cercanías a Aranjuez me cambio la forma de pensar en Madrid

Elvira Sastre

Durante mi primer año en Madrid ansiaba el ruido, el bullicio, la aglomeración de las calles. Pensaba que la ciudad empezaba en La Latina y terminaba en Malasaña, pasando por Gran Vía y reposando en Chueca. ¿Quién querría explorar más allá con todo lo que esos lugares ofrecen?

Lo único que les faltaba a aquellos barrios era eso de lo que precisamente venía huyendo: la quietud, la prudencia, el comedimiento. Quería despreocupación, indiscreción, alboroto. Quería ver a gente que vistiera diferente, que hablara de otra manera, que no tuviera reparos en dejarse ver. Quería escuchar otras cosas, beber en bares distintos, cambiar de planes sin moverme del sitio. Quería empezar el día sin saber cómo iba a terminar, vivir la noche madrileña, no recordar nada al día siguiente.

Y eso hice durante una temporada.

Sin embargo, con el tiempo, permití que Madrid me acogiera y dejé de verla como una ciudad pasajera. Fue después de un viaje en cercanías a Aranjuez, de visita a un colegio al que íbamos Andrea Valbuena y yo a dar una charla. Me quedé fascinada con el verde de los arbustos que abrían el camino de la carretera. Estaba impresionada, pues nunca me había parado a pensar que existieran lugares así de bonitos y accesibles en la capital.

Desde luego, no se parecía en nada a la ciudad que yo conocía hasta ese momento.

Después de ese viaje, fui poco a poco olvidando el ansia por exprimirla y aprendía vivirla de otro modo: sin prisas, con cierto cuidado, incluso. Cambié la mirada y empecé a disfrutar más de los paseos que de los extremos del camino. De repente, existían otros barrios, un Madrid totalmente distinto. Había otras calles largas y extensas, con tiendas pequeñas de horario fijo que cerraban a su hora, árboles frondosos y protegidos, personas mayores haciendo la compra a paso lento. Había parques llenos de perros felices, un aire menos contaminado, bares clásicos con su menú del día por diez euros y sus parroquianos clavados en la barra.

Madrid es mucho más que lo que hay dentro de la M-30. Es mucho más que una gran avenida llena de tiendas enormes, de restaurantes abarrotados, de atascos interminables.

No es justo reducirla a una maqueta sin personalidad donde solo destaca lo que se conoce. ¿Y qué hay de todo aquello que no está a la vista? No me cabe duda: los tesoros hay que buscarlos. Para mí, esta ciudad es un lugar ruidoso con rincones de silencio.

Cuando necesito compañía, piel, voz, sé qué sitios me acogen sin preguntas ni condiciones. Cuando quiero aislarme, me voy en búsqueda de todo lo que aún me queda por descubrir.

Madrid me mata.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_