_
_
_
_

“Venía con un bate. Me dijo que me iba a enterar de quién mandaba en casa”

La esposa de un acusado por maltrato y violación relata en el juicio la espeluznante convivencia en la casa de Ferreira do Valadouro que compartían con sus dos hijas

Un operario coloca un lazo contra la violencia de género en el Ministerio de Sanidad.
Un operario coloca un lazo contra la violencia de género en el Ministerio de Sanidad.Álvaro García

Aterrador el testimonio de una mujer durante el juicio que se ha iniciado esta mañana en la sección segunda de la Audiencia Provincial contra su marido y padre de sus dos hijas, para el que el fiscal pide en sus conclusiones provisionales 26 años de cárcel, por maltrato y violación. La mujer, que declaró por videoconferencia, relató, entre lloros, cómo había sido la convivencia con su pareja, desde que se casaron en 2002 y tuvieron dos hijas, entre “humillaciones”, “agresiones” e incluso una violación, en el domicilio compartido en la localidad mariñana de Ferreira do Valadouro.

“Nunca dejó de consumir. Yo pienso que consumía siempre”, narraba la mujer sobre la adicción a la cocaína de su marido, una dependencia reconocida por el acusado que confesó hasta un consumo diario de “dos gramos”. Y precisamente la droga fue lo que provocó que le pidiera a la víctima constantemente dinero. Él había dejado de trabajar “en 2014 o 2015” en un aserradero de la zona después de haber agredido al jefe. La mujer pedía “adelantos” en su trabajo o “a sus padres”, que sabían que “no era para mí, ni para mis hijas".

Incluso la madre del acusado (J.J.G.) llegó a animar a su nuera para que lo denunciara ante la Guardia Civil, cosa que hizo en julio de 2017 tras un episodio donde supuestamente la habría llegado a violar. El estremecedor relato llevó al presidente del tribunal a interrumpir a la víctima para que se tranquilizara, porque era un mar de sollozos y lágrimas. Llegó un día, siguió contando luego la víctima, en que estando en su casa el hombre le dijo a su mujer que no funcionaba la lavadora. “Vete a mirar”, le ordenó. Pero según ella era una encerrona. Ahí se desató otro auténtico infierno, donde se perpetraría la violación. “Me giro y lo veo con un bate de béisbol", narró la mujer durante su declaración, "me dijo que me iba a enterar de quién mandaba en casa. Me quedé paralizada. Trataba de esquivar los golpes para que no me diera en la cabeza o en la cara. Me dijo que me tenía que arrodillar; que me iba a hacer un tercer hijo … quería salir viva de ahí”, describió ante el tribunal con minuciosidad ese momento.

La situación de maltrato era constante, dijo ella: “Al principio” eran “humillaciones e insultos”. Hasta que un día que tenía la mujer a la más pequeña de las hijas en el regazo, tras preguntarle él lo que pensaba tiró al suelo a ambas. Luego siguió con "empujones" y "un puñetazo en el esternón”.

Previamente, el acusado en su declaración intentó excusarse por “una vida condicionada por la cocaína”, y llegó a decir que por esta causa tenía “paranoias y alucinaciones”. “Yo tenía mal humor”, justificaba. Negó en todo momento que violara a la mujer, o que la amenazara de muerte, aunque sí reconocía que se producían “agresiones” por parte de ambos “habitualmente”. Ante la pregunta de la acusación, de si una de sus hijas “le tiene miedo”, no ha tenido reparos en admitir que “es posible que tuviese miedo; pero sé que mi hija me quiere”.

La fiscalía reclama 26 años de cárcel por malos tratos habituales en el ámbito familiar, agresión sexual, lesiones, coacciones y maltrato, a este hombre también acusado de violar a su esposa. Ella está en trámites para divorciarse del acusado, que permanece ingresado en prisión desde el último episodio de violencia machista, en julio del pasado año.

El abogado defensor, Fernando Lebredo, avanzaba antes de entrar en sala que iba a pedir la libre absolución “por entender que no cometió ninguna agresión sexual". "La tensión en el matrimonio era como consecuencia de un consumo reiterado de cocaína durante más de 20 años”, justificó. “Eso pudo afectar a sus facultades. Mi cliente no acepta, y creemos que no está probado, ningún tipo de agresión sexual”, zanjaba. El letrado insistía en las relaciones de “tensión” fruto de un consumo de droga. “No creemos que existiera violencia de tipo machista, sino un problema de consumo de drogas reiterado en el tiempo que pudo dar lugar a situaciones de tensión”, recalcaba a los medios de comunicación.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_