La Compañía Nacional desata el delirio en el Liceo
El 'Don Quijote' de los bailarines de José Carlos Martínez arranca la temporada del coliseo con la presencia de dos ministros
Sonoros bravos a lo largo de la función y al final ensordecedores aplausos y ovaciones fue la culminación del gran éxito que la CND obtuvo tras bailar Don Quijote la noche del viernes en el Liceo. Una función que contó con una importe representación de personalidades de la cultura y la política entre ellos dos ministros: José Guirao, de Cultura y Meritxell Batet, de Política Territorial y Función Pública y dos consejeras de la Generalitat: Laura Borràs, de Cultura y Elsa Artadi, de Presidència, además de Amaya de Miguel, directora general del INAEM. Los protagonistas de esta velada inolvidable fueron los excelentes bailarines que capitanea José Carlos Martínez, su brillante baile impregnado de juventud y dinamismo y su realista interpretación hipnotizaron al público. Otro acierto de la noche fue la pareja protagonista. Haruhi Otani estuvo magnífica como Quiteria, su virtuosismo no vaciló ni un instante y supo dar a su papel la inocencia y seducción que requiere. Por su parte, el joven Ángel García Molinero fue un pícaro y pendenciero Basilio, que sumado a su excelente técnica le convierte en uno de los principales valores de esta formación. Este ballet que se estrenó 2015 llega con mayor madurez y más rodado al coliseo barcelonés.
DON QUIJOTE
Coreografía: José Carlos Martínez (sobre la original de Marius Petipa y Alexander Gorski); Música: Ludwing Minkus, interpretada por La Orquesta Sinfónica del Gran Teatro del Liceo, dirigida por Oliver Díez; Coreografía adicional de bolero y fandangos de Mayte Chico; Escenografía: Raúl García Guerrero; Figurines: Carmen Granell; Diseño de luces: Nicolás Fischtel (A.A.I.). Gran Teatro del Liceo. Barcelona. 14 de setiembre
El crisol de pasiones musicales que es la composición de Ludwing Minkus para este ballet fue interpretada en directo por la Orquesta Sinfónica del Liceo, bajo la batuta de Oliver Diez. Este espectáculo puede verse hasta el próximo lunes 17 de septiembre. No se lo pierdan.
A lo largo de la reciente historia de la danza española hay otros coreógrafos que han querido realizar su versión de la famosa obra de Cervantes, con mayor o menor fortuna, como son los ejemplos de Víctor Ullate en 1997 y David Campos en 2005, pero la de José Carlos Martínez es por el momento la más exitosa. La versión de Don Quijote del director de la CND se basa en la original de 1869 de Marius Petipa y, que posteriormente en 1900, remontó Alexander Gorskiy también se ha inspirado en las de Nureyev y Baryshnikov que bailó en sus tiempos de bailarín en la Ópera de París.
El director de la CND ha sabido transmitir en esta obra la alegría y sensualidad que emana del pueblo español, que tan bien conocía Petipa, que vivió en España, y por ello ha enfatizado, igual que él, en los fragmentos de folclore como son las seguidillas, fandangos, boleros y jotas, que se pueden apreciar en todo su esplendor en el primer acto. Otra de la cualidades de esta obra es el trabajo de síntesis que ha realizado Martínez suprimiendo fragmentos de pantomima y baile lo que da una gran agilidad a este ballet en tres actos. En toda la obra el trabajo coral es brillante y cohesionado destilando una gran fuerza y alegría. En el primer acto, de una gran belleza plástica, el fragmento de los toreros, capitaneados por Ion Aguirretxe y por la excelente bailarina Natalia Muñoz en Mercedes es de una gran vistosidad y colorido. También aquí hay que destacar la vis cómica del bailarín Jesse Inglis en su personaje de Camacho. Una pieza clave de la obra es el excelente vestuario de corte español creado por Carmen Granell por su combinación de colores, sus tejidos nobles y sus seductores diseños.
Los personajes del Quijote (Isaac Montllor) y Sancho Panza (Jesús Florencio) ─éste último toca de maravilla las castañuelas─ no huelen a naftalina. El hecho de que Alonso Quijano baile con Dulcinea interpretada por la sublime Lucie Barthélémy despierta una gran ternura y veracidad aunque sitúe al espectador en el mundo de los sueños.
En el segundo acto, El Reino de las dríadas, el público encuentra todos los elementos del ballet tardo romántico, donde se evoca una escena irreal. Arranca en el campamento de gitanos, otro de los momentos álgidos de este montaje, por el enérgico y visceral baile del conjunto, destacando Athony Pina como 'jefe de los gitanos' y la lucha de un maltrecho Don Quijote con los molinos. A continuación el elenco femenino introduce al espectador al reino de las dríadas con las que soñará el hidalgo caballero. No se puede calificar la interpretación de este acto blanco de virtuoso pero si de correcto con una técnica precisa y depurada y unas seguras puntas. En este acto hay que destacar el baile de Giulia Paris como Cupido.
En el tercer acto, volverá a brillar el trabajo grupal de la compañía y tendrá lugar el famoso que sella el amor de Quiteria y el barbero Basilio. Haruhi Otani realizó una matemática interpretación de las dificultades técnicas que encierra esta coreografía y realizó con aplastante seguridad los 32 fouettés dobles y en un alarde de virtuosismo añadió una especie de tirabuzón técnico, mientras que Ángel García Molinero realizó con fuerza y gallardía los grandes saltos y giros y fue un excelente portador. Ahora a esperar que la CND vuelva el próximo mes de diciembre concretamente al Auditori de Sant Cugat con el ballet Cascanueces, que estrenarán en breve.
Empate de ministros y consejeras
El ministro José Guirao está empeñado en romper la mala relación que se ha vivido en los últimos años en términos culturales entre Estado y Generalitat. Desde su toma de posesión en junio no ha hecho nada más que lanzar buenos propósitos hacia Cataluña que ha puesto en práctica, viajando en dos ocasiones en pocas semanas.
A finales de agosto visitó el MNAC y tuvo su primer encuentro (breve) con la consejera Laura Borràs, abordando temas como el polémico de las pinturas murales de Sijena. Fue entonces cuando declaró que era hora de "normalizar las relaciones". Y una buena forma de hacerlo ha sido volver por segunda vez a la ciudad en pocos días para acudir este viernes a la inauguración de la temporada del Liceo. Y no lo hizo solo, vino acompañado de otra ministra, la de Política Territorial, Meritxell Batet, que lleva todo el peso del ejecutivo español en las difíciles negociaciones entre Estado y Generalitat.
Hacía dos años que el Gran Teatro no abría con presencia del ministerio desde que lo hiciera Íñigo Méndez de Vigo en 2016. El año pasado los acontecimientos políticos hicieron que no hubiera presencia del Estado, que prefirió saltarse la cita y dejar los asientos vacíos.
Pero este año, dando muestras de la buena sintonía y cordialidad institucional, Guirao y Batet, tras reunirse con el presidente del teatro, Salvador Alemany, acudieron al palco donde les esperaban las consejeras de Cultura, Laura Borràs, y la de Presidencia, Elsa Artadi, ofreciendo sonrisas y posando para los fotógrafos. El gran teatro brindó ayer un empate entre ministros y consejeros.
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