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“El cliente te lo ha de confesar todo, como a un cura”

Con 27 años, Xavier Rodríguez lleva dos años ejerciendo como abogado penalista

Jesús García Bueno
Xavier Rodríguez, fotografiado en el despacho Aequo Advocat, en Barcelona.
Xavier Rodríguez, fotografiado en el despacho Aequo Advocat, en Barcelona.MASSIMILIANO MINOCRI

Xavier Rodríguez prefiere defender antes que atacar. “Me satisface más conseguir una absolución que una sentencia condenatoria”. Tal vez sean reminiscencias inconscientes de su etapa como portero de fútbol en equipos con solera de la ribera del Besòs, donde nació: el Sant Gabriel, el Trajana, el Llefià. O tal vez, por el placer que produce derrotar a quien sabes más poderoso que tú. “Cuando ejerces la defensa, estás solo contra el Estado y las otras acusaciones, que te intentan condenar. Eso tiene su dificultad, es un reto”.

Rodríguez lleva algo más de dos años ejerciendo como abogado penalista. En la trinchera. Pateando juzgados, reuniéndose a todas horas y asesorando a clientes de todo pelaje. Cada día, se “disfraza” con el traje y la corbata, que esto de los tribunales es cosa seria y hay quien se puede molestar. Los abogados jóvenes no han logrado romper con ese código de vestimenta. “Es que los jueces tienen reglas muy marcadas. Y si te ven con camiseta y encima tan joven, preguntan, ¿y este quién es?”

“Me satisface más conseguir una absolución que una condena”, reflexiona.

La juventud —tiene 27 años— es un arma de doble filo en el ejercicio del derecho. “Los jueces no te desprecian por ello, creo que incluso te escuchan más. Eso es bueno, pero solo si lo haces bien”, dice Rodríguez desde la sala noble del despacho de Aequo Advocats, en los Jardinets de Gràcia, adonde aterrizó en febrero de 2015, recién licenciado. Llegó con toda la teoría en la cabeza, pero sin práctica. “Es otro mundo. Has de ir a los juzgados, hablar con los fiscales, trazar estrategias…”

Un año después ya estaba afrontando su primera vista oral en solitario. Fue en Valencia. “Una conducción bajo los efectos de la cocaína con accidente”, resume. El cliente no se le presentó. Sudor fría. Pero casi que mejor, reflexiona ahora. “Estaba más tranquilo. Y tuve mucha suerte”. Ocurrió una de aquellas mágicas casualidades tan habituales en la ficción televisiva. “Unos meses antes, había estado con amigos en la misma calle de Valencia donde ocurrió el siniestro. Y leí que el Ayuntamiento iba a modificar el semáforo… por un problema de regulación que provocaba accidentes”. Sonríe al recordarlo. Eso y un error en el atestado policial —“decía que sus pupilas estaban contraídas, cuando tenía que decir dilatadas”— le ayudó a que el caso “saliera bien”, signifique eso lo que signifique.

Una casualidad y un error policial le ayudaron a resolver su primer caso

“Mis amigos me preguntan si tengo algún dilema por defender a gente que ha podido cometer un delito. Pero yo hago mi trabajo, intento utilizar rendijas que permitan elaborar una defensa”. Y para eso, dice Rodríguez, se necesita la entrega absoluta del acusado. Él no es de esos letrados a los que les importa un comino qué sucedió, quién es culpable y quién inocente. Quiere saberlo, oírlo de su boca. “El cliente se está jugando su libertad, y muchas veces no es consciente de ese riesgo. Te lo ha de confesar todo, como a un cura. Si no lo sabes todo, tu estrategia puede irse al garete”.

Y claro, con la penitencia y el derrame de sinceridad, los asuntos se convierten muchas veces en algo personal. “Si te gusta ser penalista y tienes vocación, te ha de afectar”. Este año, por primera vez, una clienta suya ingresó en prisión provisional. Un sábado. La decisión le amargó una cena con los amigos y la familia. “Llevaba una cara… Pero bueno, ahora ya está en libertad”. No sabe si, con el tiempo, el cinismo —ese rasgo que, a veces, se asocia a ciertos abogados— le hará mella.

Dice que se lleva los problemas a casa: si un cliente entra en prisión, sufre

Rodríguez trata de aprender de los veteranos de su despacho, que lo mismo defienden a jugadores de fútbol por fraude a Hacienda, que atacan ejerciendo la acusación de la familia de Andrés Benítez, el hombre muerto a manos de los Mossos d’Esquadra en el Raval. “Cuando ejerces la acusación y no la defensa, has de cambiar de rol y de estrategia. Y claro, también entiendes más los puntos de vista que expone el abogado contrario”.

La puesta en escena de la justicia en Madrid impone más respeto que la de Barcelona, reflexiona. Aún recuerda su primera vez en la Audiencia Nacional. “Aquello es un búnker”. Aunque prefiere el “penal clásico”, Rodríguez también ha hecho sus pinitos en el penal económico. Defendió a un cliente acusado de blanqueo. “Se ha de decir que era inocente en este caso”, dice, y ríe pensando que quizá pienso que sí, que eso dicen todos los abogados defensores. “Fue víctima de la típica querella catalana. Muchas veces, la gente se lleva a juicio por enemistad, o por problemas de dinero”, lamenta. Rodríguez logró que se archivara el caso antes de llegar a juicio. Emerge, de nuevo, el espíritu del cancerbero, del que quiere mantener la portería a cero antes que meter un gol por la escuadra. “Intentamos matar el tema de raíz, porque en el juicio te la juegas”.

Una década después

Nombre y edad: Xavier Rodríguez Pardo, 27 años.
Si no fuera lo que es le hubiera gustado ser... "Portero de fútbol profesional".
Se va de vacaciones: "He venido de Tenerife, pero suelo ir a desconectar a una urbanización en la Costa Brava".
Dentro de 10 años trabajará en... "Trabajando como abogado penalista, aunque me atrae la idea de ser juez".

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Sobre la firma

Jesús García Bueno
Periodista especializado en información judicial. Ha desarrollado su carrera en la redacción de Barcelona, donde ha cubierto escándalos de corrupción y el procés. Licenciado por la UAB, ha sido profesor universitario. Ha colaborado en el programa 'Salvados' y como investigador en el documental '800 metros' de Netflix, sobre los atentados del 17-A.

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