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El boloencierro: unos ‘sanfermines’ de poliespán

Mataelpino cambió hace ocho años el toro por una bola gigante en el encierro de sus fiestas, un modelo que exporta a otros municipios

Boloencierro celebrado esta mañana en Mataelpino.
Boloencierro celebrado esta mañana en Mataelpino.santi burgos

“Bola, bola”, gritan unos niños mientras los pastores hacen sonar sus cencerros. Esperan expectantes el chupinazo que marca la salida de seis esferas de 50 centímetros fabricadas con poliespán y teñidas con diversos colores. Tras el petardazo, a correr. Es el preludio del boloencierro, la gigantesca bola de tres metros de diámetro y 200 kilos de peso que persigue cada año, durante las fiestas de San Bartolomé, a los corredores en Mataelpino, un pueblo de 1.800 habitantes situado a faldas de la sierra de Guadarrama, a 50 kilómetros de capital.

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Es el octavo año consecutivo que se celebra la carrera, ideada por unos vecinos que se negaron a quedarse sin encierros cuando el Gobierno municipal del PP decidió no destinar fondos para tal empresa en 2011. “No había dinero para toros. La bola se ideó en secreto y como medida de protesta”, explica Carlos Hernández, presidente de la Asociación del boloencierro. Su teléfono no deja de sonar mientras se apura un café en la barra de Los Álamos. Fuera, vecinos y foráneos se apilan en las talanqueras (las vallas de protección a ambos lados de la calle), esperando que la enorme pelota de corcho blanco discurra por sus pendientes. Lo han hecho este sábado y lo volverán a hacer el domingo, a partir de las 11.00.

Las bolas no llegan solas a la calle Iglesia, origen de la carrera. La primera tarea para Hernández y los pastores, cencerro en la cintura y vestidos de blanco inmaculado, es trasladar hasta allí los cilindros de menos envergadura para comenzar con el festejo infantil. “Yo participaba en los encierros taurinos con 10 años, pero ahora las normas han cambiado y no permite correr a menores de 16. Lo hacemos de esta manera para que los pequeños también puedan soltar adrenalina”, reconoce el alcalde, Javier de los Nietos (PSOE).

Una marca registrada

Este año, como novedad, hay una bola de color rojizo a la que Paula, su creadora, llama cariñosamente Martina, por la vaca que ha dibujado. Todos quieren hacerse fotos con ella. A unos metros, José Ángel López da instrucciones a los pequeños corredores: “Iremos dos pastores con cada bola. Pueden correr niños de tres años en adelante, pero acompañados de sus padres”. Manuel, de ocho años, ya es un veterano en esta prueba: es su cuarto boloencierro infantil y, esta vez, la corre sin su progenitor. Eso sí, no se arrimará mucho. Samuel, de siete años, certifica que es “muy divertido”, pero avanza que la bola grande le da miedo. El que sí se va a poner delante de ella es su padre, José Luis Piñuela: “Es menos peligroso que con cuernos, pero hay que saber correrla”.

Chupinazo, silbatos sonando, gente que anima desde la barrera… y a correr. El pelotón se deshilacha enseguida. Algunos corredores, como María y sus dos pequeñas, se colocan tras las bolas: “No me termino de atrever, vengo por las niñas”. Hernández, presidente de la asociación, afirma que los cilindros de la carrera infantil no tienen ningún peligro, lo que les ha valido para exportar la marca, ya registrada, a otras poblaciones. El martes estarán en La Granja de San Ildefonso (Segovia) y, en septiembre, cuentan con cinco bolos en ferias de otros pueblos de la región. Con el dinero que reciben, una cantidad simbólica, arreglan los desperfectos de las bolas (en 2016 la grande se rompió en dos) y organizan actividades para los niños de Mataelpino.

Turismo

Los tres encierros infantiles discurren por las mismas calles que los dos para los adultos. Se atraviesan varias calles del centro, apenas 400 metros de pronunciada pendiente, lo que hace que la bola alcance una velocidad endiablada. Cuando termina la carrera, en la plaza de toros portátil, son los propios corredores los que suben los cilindros para volverlos a rodar. El balance del encierro infantil de este sábado ha sido mucha diversión y 10 heridos leves, todos ellos por caídas. El plato fuerte, el boloencierro para adultos, ha finalizado sin incidentes.

“Cuando soltamos la bola grande ya son palabras mayores. Si te coge, te puede hacer mucha pupa”, reconoce Hernández. El año pasado dos personas resultaron heridas, una muy grave, así que para esta edición se han extremado las medidas de seguridad: los corredores deben tener más de 16 años, llevar calzado deportivo y no usar el móvil durante la carrera. También se han eliminado las dos barras más bajas (tiene cuatro) de las talanqueras. De esta manera, si algún participante no puede esquivar la bola a tiempo puede escaparse por ellas.

Juan Manuel corre vestido de monja porque “esto es una fiesta y hay que darle color”. Otros, como José Arqués, de 18 años, llegan desde Murcia por afición. Un grupo de jóvenes, como Daniel Barrios y Alejandra Carrasco, vienen desde Casla (Segovia) y José y sus amigos, desde Vallecas porque vieron vídeos por Internet. José Luis Esteban, propietario del Asador El Espliego, reconoce que hay menos turismo que cuando los encierros se hacían con toros, pero que la bola empieza a paliarlo: “Cada año acuden más personas”.

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