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Límites y posibilidades del dibujo

Personas, ordenadores y fuerzas de la naturaleza, en una investigación de Edouard Cabay sobre el acto de dibujar

Una de las instalaciones de 'Auto-mático', una muestra en el centro Arts Santa Mònica.
Una de las instalaciones de 'Auto-mático', una muestra en el centro Arts Santa Mònica.

Una ola avanza sobre la superficie del mar, afectando el equilibrio de un péndulo flotante y haciendo oscilar una pluma colocada en su extremo, que deja rastros de tinta en una hoja, expresando el ritmo y el curso de las olas en una traducción gráfica del movimiento marino. Se trata de Traces, una de las obras que forman parte de Machinic Protocols, una investigación sobre los límites y las posibilidades del dibujo que lleva a cabo el francés Edouard Cabay, docente del Instituto de Arquitectura Avanzada de Catalunya (IAAC), desde hace tres años. “Utilizamos el dibujo para explorar la nueva realidad surgida del avance y la intrusión de la tecnología en nuestra vida, para entender como ésta puede enriquecer nuestras prácticas más allá de la optimización y la eficiencia”, explica Cabay, cuyo trabajo plantea cuestiones entorno a la autoría y el rol del azar y del accidente como fuente de experimentación creativa.

En estos tres años, Cabay ha involucrado en su investigación a más de 80 colaboradores procedentes del ámbito de la tecnología y del arte. Sin embargo el ingente material gráfico que ha reunido no ha sido producido solo por personas, sino también por ordenadores con algoritmos creados ex profeso, máquinas también construidas expresamente e incluso fuerzas de la naturaleza, como el mar, el viento o la lluvia. “A pesar de las diferencias de cómo se hacen y se pueden leer, todos los dibujos del proyecto comparten unas características comunes: siempre son únicos, su forma final no se puede anticipar y no son creados por un único autor, sino por un sistema complejo en el cual intervienen varios factores”, indica Cabay.

Su práctica de creación colectiva se pone de manifiesto en Plots, un conjunto de trípticos de dibujos hechos con una sola intención, pero desarrollados a través de tres medios diferentes: un ordenador, una persona y una máquina. “Para activar los tres procesos creativos yo proporciono un protocolo o conjunto de instrucciones en tres idiomas: un algoritmo para el ordenador, un texto para el ser humano y un código numérico para controlar los gestos de un robot, creado especialmente para este fin”, explica el artista docente.

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Plots, que con 120 dibujos constituye el núcleo central de la investigación, se exhibe en el centro Arts Santa Mònica hasta el 6 de octubre, en la muestra Auto-mático, junto con instalaciones creadas especialmente para la ocasión. Además de evidenciar los diferentes procesos que ha analizado, éstas permiten a Cabay involucrar en el proyecto también al público. Es el caso de Auto-matic portrait - iteration n.1, la instalación que cierra el recorrido en la que se invita el visitante a realizar un dibujo siguiendo las instrucciones dejadas por el artista. Algo así como una partitura que con la ayuda de un metrónomo permite crear en 20 minutos un fragmento de una obra colectiva, cuyo resultado será desvelado en la clausura de la muestra.

Esperando a un director

Arts Santa Mònica sigue sin director. Alejada la intención de convertirlo en un espacio para la arquitectura, continúa abierto con una programación que mantiene la línea heterogénea con especial interés en las nuevas tecnologías, planteada por el último director Jaume Reus, cesado el 31 de diciembre. Hasta que se convoque el concurso para nombrar la persona que marcará el nuevo rumbo, es posible rememorar la historia de Santa Mònica en Espejo de Papel. La muestra —hasta finales de octubre— recorre los 30 años de historia del centro, a través de sus publicaciones.

Cabay ha creado una máquina que cuelga en la caja de la escalera que cada 10 segundos deja caer una gota de color desde una altura de 15 metros en un hoja de papel colocada en la planta baja que se mueve de un centímetro cada 30 segundos. “De ese modo cada día 10.000 gotas caen sobre el lienzo y aunque el objetivo es dibujar una cuadrícula ortogonal, no sabemos con total seguridad si la gota caerá verticalmente y aterrizará en la posición precisa o si el movimiento del aire y otros factores la desviarán de su trayectoria. Es un experimento”, dice Cabay.

Otra instalación la forman ocho ventiladores que con su aire mueven una vela que a su vez desplaza un bolígrafo colocado en el centro de un lienzo. Cuando el bolígrafo se acerca a un ventilador, un sensor se encarga de alejarlo. “El bolígrafo y los ventiladores establecen un diálogo que mantiene el movimiento perpetuo de modo que la máquina nunca deja de dibujar”, concluye el artista.

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