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“Fuera del Raval, nosotros somos los extraños”

Entidades y Consistorio se unen en el proyecto ‘Prometeus’ para que los jóvenes de los dos institutos del Raval estudien en la universidad

Alfonso L. Congostrina
Reunión de alumnos del proyecto Prometeus
Reunión de alumnos del proyecto PrometeusMassimiliano Minocri

“Estamos acostumbrados a compañeros de otros países pero en la universidad, nosotros —los del Raval— somos extraños”, asegura Iuliana Constantin, una joven de 20 años que estudia Química en la UAB. Constantin aterrizó por primera vez en la capital catalana hace cinco años. Su familia, procedente de Rumanía, se instaló en el Raval. En pleno corazón de Barcelona en el único lugar donde en una calle comparten baldosas el turismo, la especulación, la miseria y la droga. Un barrio donde sobreviven dos institutos —el Milà i Fontanals y el Miquel Tarradell— pero donde no demasiados jóvenes acceden a la universidad.

En 2016 entidades del barrio —entre las que se encontraban la Asociación Educativa Integral del Raval y El Periódico del Raval— junto con profesores de institutos y el Ayuntamiento de Barcelona decidieron dar un puñetazo encima de la mesa. No podía ser que en pleno siglo XXI el acceso a la universidad se resistiera a los estudiantes preadultos del Raval. Se marcaron como objetivo que cada año fuera aumentando el número de jóvenes que continuara sus estudios después del instituto. Con ese horizonte bautizaron el objetivo como proyecto Prometeus. Una especie de protocolo con el que pretendían no solo que los menores accedieran a la universidad sino que no abandonaran los estudios hasta concluirlos.

Júlia Quintela, técnica de educación de Ciutat Vella, asegura que hay varios factores que dificultan el acceso universitario para estos jóvenes: “Les faltas referentes universitarios no solo entre sus familiares, sino también entre sus compañeros. A eso debe añadirse las dificultades económicas, la percepción que tienen los alumnos de que los estudios son difíciles junto con algún problema de competencia lingüísticas".

Los organizadores tocaron a las puertas de las universidades y les pidieron entrar dentro del proyecto. Así comenzaron dando charlas en los institutos. En 2016, el primer año del Prometeus, 13 jóvenes superaron la selectividad. Eran pocos pero comenzaron a trabajar con ellos. Les acompañaron y asesoraron no solo a matricularse sino también les ayudaron a pedir becas. Una vez en la universidad les acompañaron en sus estudios les realizaron tutorías e incluso les ayudaron económicamente cuando hubo que pagar alguna “clase particular”. Pero el proyecto no acababa aquí, los jóvenes del Raval desperdigados por las diferentes universidades debían reunirse mensualmente con sus excompañeros del barrio para ayudarse. Además, volvieron a los institutos para explicar sus experiencias y así contagiar las ansias de universidad a los compañeros más pequeños. El objetivo es que en 2021 ya haya alumnos del Raval con la carrera finalizada que puedan formar parte del proyecto.

Entre todas las promociones, de momento solo hay 22 alumnos —entre 2016 y 2017— que han alcanzado la universidad. Iuliana y su amiga Chaimaa estudian Química en la UAB. "En el Milà i Fontanals había 30 nacionalidades diferentes. Ahora, la mayoría de nuestros compañeros son de pueblos”, aseguran. Chaimaa reconoce que el Raval es la zona de confort de ambas. “Cuando no sales del barrio, todo te parece normal. Es en otros lugares donde está el estigma hacia nuestras calles”, asegura. Otra compañera se ríe: “A mí me han llegado a decir: voy a cerrar el bolso que tú eres del Raval”.

Rafat, Tanriv y Biplop proceden de Bangladés. Los dos primeros estudian ingeniería informática, el tercero, matemáticas. “Adaptarse es complicado hay que estudiar demasiado”, se queja Rafat. Hay alumnos de traducción e interpretación, ingenierías, pedagogía, biología, óptica…

Somia es una de los 14 alumnos que han aprobado la selectividad este año en el barrio. No sabe si hará óptica u odontología: “Mis padres quieren que estudie. Me da respeto salir del barrio”.

La concejal de Ciutat Vella, Gala Pin, reconoce que el proyecto es importante ya que crea “referentes” que vuelven a los institutos. Pin asegura que BComú, y ella en particular, han accedido al gobierno municipal para realizar este tipo de proyectos. “Uno de los estudiantes me explicó que cuando llegó a la universidad y dijo que era del Raval le miraron raro con pena o miedo. Yo les miro con orgullo”, defiende.

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