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The Jackson convierten Pedralbes en una pista de baile

Las sillas sobraron en el concierto de los cuatro hermanos en el festival

The Jackson, durante su actuación en el festival de Pedralbes.
The Jackson, durante su actuación en el festival de Pedralbes.

Había dudas en el ambiente sobre la actuación de los hermanos Jackson en Pedralbes. En los últimos treinta años las apariciones escénicas del grupo más parecían destinadas a reponer las arcas que fruto de un meditado planteamiento musical y el hecho de no haber producido absolutamente nada nuevo desde finales de los ochenta tampoco invitaba al optimismo. En los corrillos del village que hacían cola por un bocadillo de sofisticada butifarra blanca y una cerveza se comentaba la edad y, por norma general, se le añadía más de una década a la cifra que figura en sus pasaportes, cosas del paso del tiempo que tiende a magnificarlo todo, sobre todo la edad del prójimo.

Dudas, pesimismo y evaluaciones de longevidad se fueron al traste con los primeros compases de Can you feel it que levantaron a todo el mundo de sus asientos, absolutamente a todos, provocaron incluso algunos gritos y, manos alzadas, ya nadie paró de bailar. El tópico de que sobraron las sillas fue más real que nunca porque se prescindió totalmente de ellas, platea y gallinero no dejaron de agitarse acompasadamente durante los noventa minutos que duró la actuación. Fue como un salto espaciotemporal hasta los setenta: sesentones con barriga que no pararon de bailar mientras su pareja les filmaba con el móvil, señoras entradas en años que cantaban a voz en grito y algunas jovencitas que gritaban alborozadas cada vez que salía la imagen de Michael Jackson en la gran pantalla de vídeo.

Y en el escenario los cuatro hermanos, vestimenta setentera y profusión de lentejuelas, se encargaron de avivar ese huida al pasado desplegando un show que bien podía haber sonado en aquella época. Las mismas canciones, idénticos arreglos, una pantalla empeñada en proyectar solo vídeos añejos y una discreta imitación de su coreografía escénica de antaño, ahí se notó la edad, claro. Y en las voces también, sobre todo cuando aparecía un joven Michael en pantalla y la que se oía era la voz de Jermaine haciendo lo que podía, que era bastante pero no suficiente.

Que el vídeo fuera puro vintage, los bailes algo desinflados y las voces flaquearan algo no pareció importar a nadie. Más de dos mil personas inmersas en la vorágine de una inmensa y excitante pista de baile no estaban para minucias como esas.

The Jacksons fueron empalmando sin respiro todos sus éxitos, alcanzando su momento más glorioso con un largo medley que incluyó, entre otras, ABC, Never can say goodbye y I'll be there. Jermaine recordó las aventuras en solitario de su hermano Michael retomando Gone too soon y Can't let her get away mientas en la pantalla se leía "We love you Michael". La única discrepancia a la nostalgia imperante la introdujo Tito, guitarra en mano, al cantar un tema de su único disco en solitario.

Para compensar esa desviación, la recta final volvió a ser devastadora: Wanna be startin' somethin y un larguísimo Shake your body (down to the ground) en el que Marlon pudo desplegar todas sus dotes de showman. Final apoteósico, los cuatro hermano estrechando las manos del público y State of Shock de propina. Los Jackson habían cumplido ampliamente y los asistentes todavía excitados abandonaron los jardines envueltos en sudor y exhibiendo una sonrisa de oreja a oreja.

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