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Voces femeninas para un ‘soul’ arrollador

Black is Back estuvo dominado por mujeres capaces de llevar la música negra a su cénit, con Ronnie Spector como maestra de ceremonias

Una de las actuaciones de ayer del festival Black is Back.
Una de las actuaciones de ayer del festival Black is Back.Javier Rosa

La carrera musical de Patricia Ann Cole, conocida como P. P. Arnold sobre los escenarios, empezó con un tortazo. "Yo apenas era una adolescente, y ya tenía dos hijos y estaba casada con un hombre mucho mayor que yo", explicaba la cantante de Los Ángeles, a sus 72 años, poco antes del concierto de ayer en el festival Black is Back de Matadero. "El día que llegué a casa y le dije a mi marido que me habían ofrecido irme de gira como corista de Tina Turner, me pegó y me dijo que me dejara de fantasías. Eso me convenció para huir de casa, dejar a mis hijos con mi madre y dedicarme a la música".

Arnold describía todo lo que le ha sucedido como "magia". Desde haber tocado con Small Faces, David Bowie o Jimi Hendrix, hasta grabar en solitario con el apoyo de Mick Jagger, o pasarse casi una década de gira con Roger Waters. "Son sueños que se sucedían, superándose cada vez". Ayer estaba a punto de cumplir otro: conocer en persona a Ronnie Spector, que tocaba justo después de ella para cerrar el festival. "Toda mi vida he sido una auténtica fan, pero nunca habíamos coincidido antes", explicaba la artista con emoción.

La segunda jornada de Black is Back empezó ayer con sofoco, y los mosquitos del Manzanares, una vez más, dándose un festín con las piernas desnudas de los asistentes. Los madrileños Anaut hicieron la proeza de abrir a las 19.15, bajo la sevicia de un sol impenitente en un escenario que, inexplicablemente, estaba descubierto. Alberto y su banda, ante un público que se arremolinaba en las escasas zonas umbrías de Matadero, le echaron ganas y su sudor a la presentación acelerada de su último disco, Hello there, en el que se salen un poco de sus hechuras habituales y practican un rythm and blues menos canónico y más colorista y melódico.

Les siguió Gaspard Royant con el sol aún bien arriba, y el apuesto francés despachó un recital de rock and roll ortodoxo y bailable que logró lo que parecía imposible: aunque el termómetro se negaba a bajar de los 30 grados y las zonas de sombrillas se antojaban más apetecibles, unos cuantos cientos de personas se entregaron al contoneo frente a él, especialmente cuando atacó una versión acelerada de (Your Love Keeps Lifting Me) Higher and Higher, el tema sesentero de Sonny Sanders.

Pero el Black is Back se encendió realmente cuando le llegó el turno a la parte femenina del cartel. Los barceloneses The Excitements son una banda de seis tipos trajeados que tocan rythm & soul como los ángeles, pero quedan eclipsados en cuanto entran en escena la cantante Koko Jean Davis y sus trallazos de voz y presencia escénica. A esas horas, el sol ya había caído y la temperatura del Black is Back se había suavizado, aunque la de los asistentes se acercaba a su punto de ebullición.

P.P. Arnold tiene problemas de cadera, y una desafortunada caída al comienzo de su concierto fue lo único que recordó a los asistentes su avanzada edad. Pero la estadounidense salió reforzada del trance y multiplicó su visible euforia: empezó con versión vitaminada de What'cha gonna do about it, de sus colegas Small Faces, repasó algunas joyas de su último disco, como la bellísima Medicated goo, una canción que Aretha Franklin hubiera incluido en su repertorio, y culminó bien arriba con Can't always get what yoy want, un tema de los Rolling Stones al que dotó, de un plumazo, de la profundidad bluesera que su amigo Mick Jagger lleva persiguiendo toda su carrera.

El nombre más grande del cartel, a continuación, no decepcionó, al contrario: su coetánea Ronnie Spector, la icónica líder Ronnettes, nunca había pisado suelo patrio en su más de medio siglo de carrera, pero se resarció con creces. La neoyorquina ha perdido su característico registro en las zonas altas, pero a temas como Do i love you o Don't worry baby (que los Beach Boys convirtieron en seña de identidad) les sientan muy bien sus tonos más graves y bluseros de ahora. Cerró con la canción más importante de su carrera y que todos esperaban con ganas, Be my baby, que sonó más potente y menos edulcorada que de costumbre, ante un público que la cantó a placer. Y el Black is Back nos recordó, una vez más, que el blues y el soul también construyeron su leyenda sobre voces femeninas.

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