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Colau acelera la máquina ante el reto de un frente independentista

El objetivo de Barcelona en Comú es que se hable de ciudad

Clara Blanchar
Obras del futuro parco que se ubicará junto a la plaza de las Glòries.
Obras del futuro parco que se ubicará junto a la plaza de las Glòries.m. Minocri

“Lo único que nos puede ganar las elecciones es una lista unitaria independentista”. En Barcelona en Comú y en el gobierno de la alcaldesa Ada Colau tienen claro el panorama a un año de las elecciones municipales de 2019. Están convencidos de que el soberanismo, que no ha conseguido ni la independencia ni la república, se fija ahora en un objetivo más asequible y con una enorme carga simbólica: la capital de Cataluña. Cuando falta un año para las elecciones, los comunes aceleran la máquina por temor a un sorpasso. Los escenarios de preparación son dos: el Ayuntamiento y el partido.

En la gestión de la ciudad, pisando el acelerador de lo que más se ve, las obras. Las excavadoras echan humo en grandes obras, como el parque de Glòries, y en pequeñas intervenciones que mejoran el entorno. De puertas adentro, la sala de máquinas de BComú ya prepara, junto a los 11 concejales, la campaña electoral. Tienen como reto evolucionar el relato: en 2015 eran activistas que aspiraban a entrar en la institución, ahora se trata de repetir desde dentro. De la lista no se habla, pero el objetivo es atraer a nombres próximos al legado de Pasqual Maragall.

La prioridad es conseguir que se hable de ciudad. “No nos gusta un escenario de polarización”, explica un portavoz de la organización, Enric Bárcena. “Barcelona no puede ser moneda de cambio de intereses de quien pone la bandera por encima de la gente”, añade. Y señala que “quien ha puesto el derecho a la ciudad en el centro es Colau, frente a dos maneras neoliberales de entender el mundo, sea independentista o nacionalista española”, en referencia a las ambiciones de Jordi Graupera y a Ciutadans, con la eventual candidatura de Manuel Valls.

La alcaldesa pidió esta semana que “la campaña vaya de ciudad”. Colau y sus ediles defienden su mandato: han cambiado la agenda y las prioridades; han “movido el transatlántico”; “la ciudad no se ha parado, ha despegado”; las cifras económicas son positivas; se han cerrado temas antiguos (la cárcel Modelo, el metro a la Zona Franca, el plan del Barça). Y subrayan que han pactado proyectos como el plan de hoteles con el PSC y ERC; y el de Vivienda con PDeCAT y Ciutadans. También destacan la millonaria inversión del Plan de Barrios.

La crisis de vivienda que nadie vio venir

La finalización de contratos de alquiler, con el consiguiente aumento de las rentas, está provocando desahucios de familias de clase media, lo que ha desbordado a los ya sobrecargados servicios sociales. Con más necesidad que nunca, los 700 pisos sociales construidos se quedarán muy por debajo de los 4.000 prometidos, aunque hay 66 nuevas promociones en marcha. Han crecido las cifras de personas sin techo (un millar) y las que viven en barracas (536).

El gobierno asegura que ha ejecutado el 71% del programa. Todo esto, apuntan, en un mandato complejo, con solo 11 concejales de 41 en un Consistorio con siete partidos, y con cuatro citas electorales que han contaminado la política municipal.

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Pero también hay sonoros incumplimientos. Se queda en un cajón el proyecto para unir el tranvía por la Diagonal. No se celebrará la multiconsulta para lograr la gestión pública del agua. No se pondrá en marcha la funeraria pública. La Sagrada Família sigue trepando sin licencia de obras. El Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) sigue abierto. El plan de hoteles (PEUAT) ha frenado el crecimiento de oferta en el centro, pero la falta de interés por abrir nuevos establecimientos en la periferia dispara los beneficios empresariales.

La actualidad política ha sido tan frenética que a veces se olvida que Colau gobernó durante un año y medio con el PSC. Rompieron tras el apoyo de los socialistas a la aplicación del artículo 155. El portavoz del Ejecutivo municipal, Gerardo Pisarello, opina que la alianza fue positiva y facilitó sacar adelante proyectos como el plan de hoteles. La ruptura volvió a evidenciar el aislamiento de los comunes y abrió la compuerta de las críticas de la oposición. “Van a muerte”, lamenta un cuadro del partido, que se queja de que los grupos han roto pactos tácitos, como el de no atacarse en cuestiones como los narcopisos. “El electoralismo paraliza votaciones, pero no la ciudad”, desafía el concejal Eloi Badia.

El exsocio de Colau Jaume Collboni es muy crítico con el Ejecutivo, al que acusa de “no haber cumplido las expectativas” que despertó. El portavoz del PDeCAT, Jaume Ciurana, parafrasea al Ejecutivo: “El transatlántico tiene el rumbo equivocado”. En Ciutadans, Carina Mejías repite que la ciudad “está paralizada” y que esta es “una legislatura perdida”. El republicano Alfred Bosch ironizó el viernes en el pleno con un folleto electoral de BComú y acusó al ejecutivo de esconder “los problemas de la ciudad”. Desde el PP, Alberto Fernández Díaz también acusa a Colau “de haber empeorado los problemas”. Y la CUP, que respaldó su investidura, la acusa ahora por su “incapacidad de generar un modelo alternativo”, según Maria Rovira.

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Sobre la firma

Clara Blanchar
Centrada en la información sobre Barcelona, la política municipal, la ciudad y sus conflictos son su materia prima. Especializada en temas de urbanismo, movilidad, movimientos sociales y vivienda, ha trabajado en las secciones de economía, política y deportes. Es licenciada por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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