El crimen de Tatiana Vázquez, pendiente del veredicto del jurado
"No maté a nadie", insiste el acusado de coser a cuchilladas a la lucense
El juicio por el asesinato de Tatiana Vázquez ha quedado visto para sentencia este jueves, tal y como lo ha señalado la presidenta del tribunal, con jurado (siete mujeres y cuatro hombres, dos de los jurados que actúan como suplentes), María Luisa Sandar. Ahora la sala estará a expensas del veredicto del jurado popular que tiene un “máximo de tres días” para debatir. En las conclusiones elevadas a definitivas, todas las partes mantuvieron lo que ya habían planteado en las provisionales. Así el fiscal sigue requiriendo 25 años de prisión por el asesinato de la joven de Castro de Rei, y dos años y medio más por malos tratos. La acusación particular, tras la que están los padres, mantienen 25 años y elevan a tres años la pena por malos tratos. La defensa insistió en proclamar la inocencia de su patrocinado.
Al acusado, Ibrahima N., se le permitió la última palabra, antes de dejar visto para sentencia el juicio, donde no dudó en reiterar que; “estoy indignado con la policía, con la forma de hacer las cosas”, rematando con un contundente “no maté a nadie”. Es la misma actitud que mantuvo, al concluir la vista, y cuando era conducido al furgón de la Guardia Civil que lo ha vuelto a trasladar a Bonxe. No volverá a los juzgados hasta que haya veredicto.
A preguntas de los periodistas, sobre como había visto el juicio, Ibrahima dijo, “bien, bien” y “más o menos satisfecho”. Interpelado sobre lo que no le gustó incidía en “la policía y el intentar cambiar las cosas, decir las cosas de una manera que no fue, cosas que no les he contado”. Finalmente al respecto de si había matado a Tatiana, soltaba “yo que voy a matar a una mujer, hombre”, ha espetado. En tanto una mujer, que le acompañó en la salida del palacio provincial le animaba, “te creemos, sabemos que nos has sido tu”. El abogado de Ibrahima, César Lodos, resoplaba tras la conclusión y volvía a asegurar que “no hay una sola prueba” que lo incrimine”. “Por muy grande que sea el calzador tu no puedes meter un pie del 44 en un 35”, esgrimió.
“No puedes asegurar que en el recorrido posible (desde la pensión en San Roque en el coche de la víctima hasta Sanfiz) no pudiera aparecer una tercera persona, que subiera al vehículo. No puedes dar por hecho cosas que tienen que ser probadas”, ha señalado. Lodos ha reconocido que “hay una familia que está destrozada, que tienen que saber la verdad y nos tenemos que basar en pruebas no en posibilidades”.
También Lodos, cuando se le pregunta por las “contradicciones” del joven senegalés en los distintos interrogatorios, ha apelado a que “es algo cultural que tienen ellos, es desconfiar de quien te está preguntando”. Sobre las diez de la mañana llegaba el acusado, fuertemente escoltado, y ahí fue donde expresaba lo que ha sido una constante durante la jornada de hoy, que está “indignado con la policía, con las mentiras”. “Indignado con la policía”, repitió antes de entrar en el palacio de la Audiencia.
Más cansado que en las jornadas precedentes, incluso bostezando, se pudo ver al joven senegalés, Ibrahima N. (sin papeles), que había mantenido una relación de ida y vuelta con la joven de Castro, cuyo cuerpo apareció cosido a cuchilladas en el barrio de Sanfiz el pasado nueve de abril de 2016. Poco después, una desconsolada familia llegaba hasta la Plaza de Avilés. Los padres de Tatiana y el hermano. La madre, Manuela Abuín, no tuvo reparos en reconocer que estaban viendo “bastante bien” el juicio, que se celebra con jurado (siete mujeres y cuatro hombres dos de ellos suplentes).
La madre volvía a incidir en que el responsable del atroz crimen fue “Ibrahima”, incluso el padre, Carlos Vázquez, soltaba “más claro”, para proseguir su camino hacia el palacio judicial. Ya en la sala, a lo largo de la mañana prestaron declaración dos forenses, dos técnicos de ADN de A Coruña y dos agentes de la policía nacional.
En la declaración de los forenses se ha revelado que fueron 54 las cuchilladas, aunque el arma del crimen no ha aparecido. Tres de ellas en el cuello, 33 en el tronco y abdomen y el resto en las manos y antebrazo (17), estas últimas “heridas de defensa” en un intento desesperado por “protegerse”. Otro aspecto sobre el que se incidió, en esta declaración, es que la “longitud mínima” del arma blanca empleado era de “once centímetros”, con cuchilladas entre 3,5 y más de cuatro centímetros.
Las heridas mortales se produjeron en “el bazo”, que provoca “que la persona se desangre por dentro”. El forense se aferró en su testimonio en que la mortal fue “la número 23”. “La que la mató”, sentenció, en tanto que explicó que las que aparecieron en el cuello probablemente tuvieran un carácter “intimidatorio”.
La joven se desangró, habría perdido más de litro y medio de sangre, en un ataque que se produjo “entre las 4.50 de la madrugada y las siete cincuenta” de ese nueve de abril.
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