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La indisciplina en el aparcamiento desborda a la Guardia Urbana

La policía local de Barcelona destina a casi todos sus agentes de calle a vigilar las entradas y salidas de colegios, el momento en el que más se deja el coche en doble fila

Vídeo: Gianluca Battista
Clara Blanchar

—“Es un momentito”. “Será solo un segundito”.

—“Dejo esto y me marcho”.

—“Son dos minutos”.

—“Entro a los niños y ya me voy”.

Dos minutos, sin bajar, sí se puede

La normativa permite que una persona pueda parar el vehículo en la vía pública. Pero incluye dos salvedades: que sea como máximo dos minutos y que el conductor no se baje en ese tiempo del coche. Eso, asegura el Ayuntamiento de Barcelona, es “una circunstancia que también puede dificultar la intervención de las patrullas” de la Guardia Urbana, que dedican buena parte de su tiempo en luchar contra este tipo de situaciones.

Hablan los campeones de la indisciplina al aparcar. Los reyes de los warnings. Conducen turismos o furgonetas. Grandes y pequeños. De gama alta o de la más sencilla. Visten traje, chándal o mono de curro. En el centro y en la periferia. Delante de escuelas de élite de la zona alta o públicas de barrio. La indisciplina al aparcar es universal. A la salida o entrada de las escuelas inutiliza durante media hora aceras, carriles bus o de circulación enteros. En hora punta la Guardia Urbana despliega a casi todos efectivos del territorio, pero admite los agentes “se ven sobrepasados”.

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Aunque hay situaciones que se repiten a diario y desde hace años. Ejemplos, quienes aparcan en el carril bus del paseo de Sant Joan durante diez minutos delante de una escuela y los autobuses venga a poner el intermitente y cambiar de carril. “Todo el mundo lo hace”, responde un padre. Los que estacionan el coche en la acera, en el Guinardó, tan anchos, aunque los peatones apenas puedan pasar. O las furgonetas en doble fila en la calle de Aragó, porque, lo dicho, “es un segundito”. O dispuestos en hilera, en carriles normales de circulación en pleno Pau Claris. U ocupando un carril lateral entero de Gran Via: es el que hay entre Rambla de Cataluña y Paseo de Gràcia. Por no hablar de los chaflanes de la zona de Sagrada Família, restando visibilidad en los giros del resto de vehículos. También suelen hacerlo sobre las estupendas baldosas del Paseo de Gràcia, y se enfadan si les haces una foto. O en los carriles bici, como si los ciclistas volaran a lo E. T. Hay quien incluso aparca sistemáticamente en plazas para discapacitados o zonas donde el prohibido estacionar está pintado de amarillo chillón.

Si, en hora punta, se suman por decenas o centenares los dos minutitos y los dos segunditos, la molestia es considerable y se extiende por toda la ciudad. El año pasado, la Guardia Urbana multó a 5.258 conductores por aparcar en doble fila, una media de 14,4 sanciones al día. En el caso de las multas por ocupar el carril bus, fueron 381; y por aparcar en el carril bus, 2.163. Sumadas las dos infracciones en el carril bus, la media de sanciones diarias fue de siete. Y respecto a 2016 el aumento de multas fue del 18%. “Entre los objetivos prioritarios de la Guardia Urbana figura la fluidez del tráfico y evitar los accidentes de tráfico”, explican fuentes municipales, que precisan que entre semana destinan “la práctica totalidad de los efectivos destinados al territorio a cubrir las entradas y salidas escolares”. “Un momento”, reconocen, “en el que hay un incremento exponencial del uso del coche privado para acercar niños a los centros”.

Fuera de la franja de los coles, la indisciplina existe, pero sin tanto desmadre. “En el resto de momentos y lugares donde hay dobles filas entran en la lógica fluctuante en la que aparecen, les localizamos y trabajamos, y volvemos a la situación de malos estacionamientos a parámetros más deseables”, afirman las mismas fuentes, que aseguran que las situaciones “no se descuidan en ningún momento”.

Sobre la firma

Clara Blanchar
Centrada en la información sobre Barcelona, la política municipal, la ciudad y sus conflictos son su materia prima. Especializada en temas de urbanismo, movilidad, movimientos sociales y vivienda, ha trabajado en las secciones de economía, política y deportes. Es licenciada por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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