Isabel Coixet: reina de corazones
La directora llena el Centre del Carme en el acto organizado por la Fundación Cañada Blanch
A juzgar por la cola de gente que anoche aguardaba para entrar en el Centre del Carme para escuchar a la directora Isabel Coixet, la velada se presentaba como una de esas noches de estreno, prometiendo sonrisas, pocas lágrimas y bastantes complicidades. Y la directora catalana, desde luego, no va defraudar al público que llenaba la sala Ferreres aplaudiendo sus comentarios como si se tratara de una velada del Club de la Comedia.
Bajo el grandilocuente titulo de Cine y vida, la Fundación Cañada Blanch organizaba un coloquio entre la directora y la periodista María Guerra conductora del programa de cine La Script de la Cadena Ser. “A mí rodar no me cansa pero hablar sobre lo que uno rueda es un poco agotador” confesaba Coixet poco antes de empezar el coloquio. Sobre sus primeras emociones cinematográficas tratándose de una velada en la que se iba a abordar las relaciones entre vida y cine señalaba: “Yo pertenezco a la generación que iba al cine con sus padres a aquellas maravillosas sesiones de programas doble”. “Hay imágenes que se me han quedado en la retina, por ejemplo el rostro de Yul Brynner en la película Taras Bulba ha quedado para siempre asociado a mi infancia”.
A lo largo de más de una hora de coloquio la realizadora viajó desde esas primeras emociones forjadas en la pantalla, en la oscuridad del cine Texas del barrio de Gràcia de Barcelona, donde su abuela era taquillera, a los días agitados de un rodaje. “Hay muchas cosas que he aprendido gracias a la experiencia de rodar, no solo las películas, las amistades que he ido forjando en todos estos años, actores que se han convertido en amigos o el trabajo con un director de fotografía como Jean Claude Larrieu, amigo del alma, y en ese sentido sí que he tenido una vida muy rica y sobre todo en experiencias gracias al cine”.
Decía el director Alfred Hitchcock a preguntas de François Truffaut “que su amor al cine era más fuerte que cualquier moral”, para Coixet “no hay contradicción entre una vida plena y una vida cinematográfica plena”. “Yo creo que Hitchcock se aburría mucho en su casa, un poco como le ocurre a Woody Allen, que también parece que se aburre y tiene que hacer muchas películas para compensar esta monotonía”. “Siempre que ves a Hitchcock hay como un poso de tristeza que me parece que trataba de disimular con su cinismo”.
Todavía con los recientes premios de los Goya a cuesta por La librería, la directora avanzó su próxima película sobre la historia de Marcela Gracia y Elisa Sánchez, las dos mujeres lesbianas que se casaron por la Iglesia en 1901. “Es una historia llena de misterios por eso me interesa”. No mostró excesivo interés en comentar la campaña Me Too y recordó su fracasada empresa por “presentarse en la alfombra roja de los Goya en pijama y sin maquillar” como desafío a las imposiciones sociales. Para ese momento ya se había metido al público en el bolsillo mientras llamaba la atención a la periodista Maria Guerra que por tercera vez la había etiquetado como “fuerza de la naturaleza” “ y eso me preocupa” le respondía con humor Coixet.
Quizás para alejarse de esas incontenibles fuerzas meteorológicas Coixet se reivindicó como “una mujer que compra en Mercadona. “A veces a los directores de cine se nos presenta o se nos ve como unos seres que parecen vivir en otra dimensión, sobre una nube, y sin embargo nuestra vida es de lo más convencional”. Reivindicó el momento de la escritura del guion junto con el ensayo con los actores y las localizaciones como las etapas en las que más disfrutar en la preparación de una película.
Tuvo un recuerdo para la periodista Pilar Rahola. “No me preocupan las cosas que me dicen o se escriben sobre mí a estas alturas, pero que me llamen pija cuando mis orígenes sociales no son nada clasistas, la verdad me toca un poco las narices”. Y sobre la reciente polémica de la obra censurada en la Feria de Arco. “Me parece una gilipollez lo de la censura de Arco, francamente es que no lo entiendo, me parece una tontería. Le han hecho una gran campaña de propaganda a Santiago Sierra. Es absurdo, censurar cuando cualquiera puede ver en Internet la obra vetada. Una metedura de pata”.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.