Fernández Mallo gana el Biblioteca Breve con otro experimento literario
El autor del ‘Proyecto Nocilla’ narra la cara B del siglo XX con ‘Trilogía de la guerra’
A principios de este siglo XXI, entre 2006 y 2009, con su Proyecto Nocilla, Agustín Fernández Mallo armó una sugerente trilogía narrativa amarada de heterogéneas referencias muy contemporáneas con clara voluntad de ruptura. Y bastante de ese espíritu de transgresión o de ser diferente de nuevo es lo que parece destilar Trilogía de la guerra, donde intenta narrar la trastienda, la cara B, de la historia reciente y con la que ha obtenido en Barcelona los 30.000 euros de la 60ª edición del premio Biblioteca Breve, que convoca la editorial Seix Barral.
“Todo relato tiene una cara B; de lo contrario es pensamiento único”, expone Fernández Mallo (La Coruña, 1967) como premisa de su nueva novela, a la que ha dedicado cinco años y que se articula en tres libros. En el primero, La isla de San Simón (Combustibles fósiles), un escritor viaja de incógnito a esa isla frente a las costas de Galicia, que fue cruel campo de concentración durante la Guerra Civil española: lo que allí verá le llevará a perseguir espectros tanto de gente anónima devastada por el conflicto como los de las figuras de Lorca y Dalí. En el segundo, Estados Unidos de América (Mickey Mouse ha crecido y ahora es una vaca), la trastienda está en los recuerdos en primera persona de un cuarto supuesto tripulante que habría formado parte de la expedición espacial del Apolo XI que pisó la Luna y que habría sido quien habría hecho todas las filmaciones. En el tercero, Normandía (Los amos de la noche), una joven recorre los parajes del que fue el vital desembarco aliado de la Segunda Guerra Mundial, paseo en el que se cruzará con gente de los alrededores, pero también con inmigrantes ilegales de otros continentes.
En esas coordenadas, Fernández Mallo aprovecha para abordar desde la impostura de la cultura hipster a reflexionar sobre el fin o no de la Europa humanista y avanzada, pasando por el concepto del doble, en un juego donde poesía, ciencia, historia y política se entremezclan constantemente. Es algo habitual en la obra de un autor que es licenciado en Física y que ha investigado las conexiones entre arte y ciencia tanto en su poesía, que ha bautizado él mismo como “postpoética” (Yo siempre regreso a los pezones y al punto 7 des Tractatus, o Carne de Píxel), como en su narrativa (desde su debut, con el arranque de su trilogía, Nocilla dream, hasta la última, de hace apenas cuatro años, Limbo).
"La escritura de Fernández Mallo es muy plástica, urgente, mutante, tras darse cuenta de que ciertas formas de narrar ya no sirven para describir esta realidad de hoy, y por ello va a caladeros insólitos en las letras españolas, como la ciencia, la tecnología, la publicidad y el consumo... Esta novela es un precipitado de todo lo que ha hecho estos años", apunta el también escritor y miembro del jurado Ricardo Menéndez Salmón. "Por estructura, tema y ambición es algo insólito y reconfortante en estas latitudes", resume Pere Gimferrer, también del jurado. Ante tanto elogio, Fernández Mallo admite que es "una novela calidoscópica, donde mi afán siempre de funcionar en red, en niveles, aquí es más alto porque hay más de una".
La génesis de Trilogía de la guerra, que se impuso a otros 697 manuscritos más, surgió en 2013, al ser invitado a la no visitable isla de San Simón, "una cosa parecida a Alcatraz y ahí detecté algo que mi sentimiento poético no podía explicar y empecé a escribir". En la historia del astronauta, subtitulada con "un verso de David Bowie", cuenta "todo el siglo XX norteamericano, que no es más que una deformación semimonstruosa, como lo de la canción de Bowie". La parte de Normandía no deja de ser "una experiencia fractal de esa mujer que pasea por la playa donde la arena se mezcla con el polvo de los huesos de los que allí fallecieron, y lo experimenta como mujer ante la muerte de 100.000 varones, solo hombres; y, en cualquier caso, 100.000 muertos son infinitos muertos y de ahí lo fractal". Ese hilo le da pie a reflexionar sobre que "solo la muerte pasa la vida a limpio; un escritor lo único que hace es fingir ser un muerto para poder escribir". Para Fernádez Mallo, la frontera entre vivos y muertos tampoc es tan clara. "Los muertos nunca lo son del todo; ambos nos comunicamos continuamente; esa es la mayor red social: la de los vivos y los muertos";
Entre la miríada de enlaces que va tejiendo el autor, lanza la tesis de que la Unión Europea es el primer estado posmoderno porque "su formación no es fruto de la violencia sino del uso de la publicidad y la seducción... En ella no hemos visto la muerte hasta hace muy poco: indirectamente con los atentados del 11-S y ahora con los refugiados sirios que llegan a nuestras costas, costas como lineas de contorno que es por lo único que acabamos conociendo las cosas, por su periferia". Quien admite que "no puedo estar 15 minutos sin generar algo, por eso no voy a la playa", aborda también el peso de la basura moral y su reciclaje en la sociedad. "¿Se puede reciclar la historia y los sentimientos y el cuerpo?, ¿se puede reciclar ad infinítum?".
Thomas Pynchon y Michel Houellebecq son nombres que cita la editora de Seix Barral, Elena Ramírez, para hablar de esta obra de Fernández Mallo, pero él tiene otros nombres. “Mis dos referencias básicas aquí han sido W.G. Sebald y David Lynch, como si en mi cabeza se hubieran unido para narrar este libro”, admite el ganador, citando también a Dalí y al Lorca de Poeta en Nueva Yorkcomo los otros grandes referentes de una novela que, como el resto de su obra, es poliédrica y “compleja, pero formalmente más narrativa”. Y añade: "Mis libros son complejos, pero cristalinos para el lector; muchas veces escribo sin entender todo el fenómeno, pero me funciona como disparador... los ensayistas nos pasan melones y nosotros, como escritores, debemos intentar tener el talento de convertirlo en algo esférico y meter gol". YTrilogía de la guerra, reconoce, “no solo habla de la complejidad de la contemporaneidad sino que ella misma es un ejemplo de esa contemporaneidad; es experiencia real, no solo teorización”.
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