El hombre que lo sabía todo de Picasso
Una exposición profundiza en la intensa y larga relación entre el pintor y el poeta Josep Palau i Fabre
Josep Palau i Fabre (Barcelona, 1917-2008) fue poeta, dramaturgo, traductor, ensayista y gran experto picassiano, autor de una veintena de libros que siguen siendo fundamentales para comprender la vida y la obra del artista. Pero a diferencia de otros que han investigado al pintor, él contó con el soporte de Pablo Picasso que le ayudó proporcionándole datos y documentación. Palau i Fabre quiso saberlo todo de Picasso y este aseguraba que era el mejor y principal especialista de su obra: “Cuando quieras saber algo de mí, le preguntas a él”, decía el pintor malagueño. La exposición Palau mira Picassoque puede verse en la sede de la Diputación de Barcelona (hasta el 5 de abril) analiza el interés de Palau i Fabre hacia el genio desde que se conocieron en 1947 hasta incluso después de la muerte de Picasso en 1973.
La admiración de Palau i Fabre le llevó a reivindicar no solo la intensa relación entre Picasso y Cataluña, hasta ese momento ignorada. También a localizar los lugares vinculados con la biografía picassiana. Y en eso también le ayudó el pintor que creó para él un itinerario desde su Málaga natal hasta París, pasando por A Coruña, Barcelona, Madrid, Horta de Sant Joan o Gósol. Palau i Fabre viajó a estos lugares y localizó las viviendas y los estudios donde Picasso vivió y trabajó. “Y los fotografió con su cámara, ya que Palau i Fabre actuó como un sherlock holmes con Picasso investigando las escenas del crimen.
La exposición muestra todos estos lugares Entre ellos el primer estudio que Picasso tuvo en Barcelona, en el número 4 de la calle de la Plata, donde ahora hay un hotel. Aquí pintó los famosos terrados de Barcelona que pueden verse en el Museo Picasso”, explica Víctor Fernández, comisario de la exposición que llega a Barcelona tras verse en el Museo Picasso de Málaga y en la Fundación Palau i Fabre de Caldes de Estrac (Barcelona).
Manuscritos inéditos
Palau también fotografió el estudio de Bateau-Lavoir de París, donde nació el cubismo y donde Picasso pintó, entre otras, Las señoritas de Avignon. Como el edificio se había quemado, Picasso le hizo un esquema de cómo era la estancia, un sencillo dibujo que puede verse en la muestra junto con algunas de las innumerables dedicatorias que el pintor hizo en libros y publicaciones a su amigo. En 1964 Palau pudo fotografiar a Picasso y a su pareja Jacqueline en La Californie, en Cannes, inmortalizando a la pareja de forma relajada. Tanto, que en una de ellas Picasso está orinando en plena calle.
Un lugar casi desconocido en Caldes de Estrac
La Fundación Palau nació en 2003 en Caldes de Estrac para conservar, difundir y exhibir el fondo de Josep Palau i Fabre. En la sala Estimat Picasso se presentan una cincuentena de obras del genial pintor que Palau adquirió a lo largo de su vida o recibió directamente de manos de Picasso, con el que tuvo una amistad de 25 años. Este número de obras convierten a la Fundación Palau en el segundo centro picassiano de Cataluña —después del Museo Picasso de Barcelona— algo que la mayoría de personas desconocen. En 2016 visitaron el museo de la capital casi un millón de personas. La fundación Palau solo 5.255 personas.
Entre la documentación, la gran mayoría inédita, algunas anotaciones manuscritas del malagueño, como la que hizo para certificar el primer cuadro que pintó cuando era un niño, una marina del puerto de Málaga en la que puso. “Eso lo pinté yo”. O justo lo contrario. Una nota junto a una obra que publicó Gazeta Ilustrada en 1970 con las obras donadas por el pintor para el museo Picasso de Barcelona en la que se reproducía una obra que el aseguró que no había pintado él: “Este retrato no es hecho por mí, sino por mi condiscípulo Rius, en la escuela de la Lonja. Picasso, 20 de mayo de 1970”.
La última de las fotos es la de Palau fotografiado en 1973 junto a la residencia de Picasso. Jacqueline no solo arrojó por la ventana la corona de flores que había mandado Dalí cuando se enteró de la muerte de Picasso, tampoco dejó entrar a uno de los hijos del pintor fallecido, ni a su amigo Palau i Fabre, que tuvo que contentarse con retratarse junto a uno de los muros de la enorme finca.
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