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El uso de opioides con potencial adictivo crece un 50% en seis años

Los médicos achacan el aumento del consumo de fármacos para el dolor agudo al envejecimiento poblacional

Jessica Mouzo
Una farmacéutica busca un medicamento en una estantería
Una farmacéutica busca un medicamento en una estanteríaAlbert Garcia

La prescripción médica de opioides como la morfina, un tipo de fármacos que se emplean para tratar el dolor agudo y que mal empleados tienen un elevado potencial adictivo, se ha disparado en los últimos años. Según un informe del Departamento de Salud, el consumo global de opioides ha crecido un 45% en los últimos seis años, pasando de 6,73 dosis por cada 1.000 habitantes al día —DHD, una medida estadística que se utiliza en medicina— en 2012 a 9,74 DHD en 2016.

Los opioides fuertes, como la morfina, la oxicodona, el fentanilo o el tapentadol, entre otros, son los que más han aumentado (un 49%). El consumo de opioides débiles, como el tramadol o la codeína, también creció un 41%.

Los expertos señalan, no obstante, que este incremento en el consumo de opioides en Cataluña no alimenta un escenario como el que se vive actualmente en Estados Unidos, donde el abuso de estas sustancias (especialmente el fentanilo) se ha convertido en una emergencia nacional de salud pública. “No tiene nada que ver. En Estados Unidos hay un mercado negro que aquí no existe y, además, allí un paciente puede recibir prescripción de opioides de varios especialistas porque entre ellos desconocen lo que han recetado sus colegas. Esto aquí no pasa”, señala María Victoria Ribera, presidenta de la Sociedad Catalana de Dolor de la Academia de Ciencias Médicas de Cataluña.

El radio de acción de este tipo de fármacos solía estar limitado al tratamiento del dolor postoperatorio y oncológico. Su uso para tratar el dolor crónico no oncológico, sin embargo, es más controvertido (por su efectividad y seguridad a largo plazo) y se recomiendan en estos casos como fármacos de segunda línea, cuando fracasan otras alternativas terapéuticas.

El Departamento de Salud ha reconocido que el consumo de opioides creció “sobre todo en dolor crónico no oncológico”. “El incremento en Cataluña se debe a que ha aumentado la esperanza de vida de la población, tienen más dolor y quieren más calidad de vida. Además, se ha perdido el miedo a recetar estos fármacos porque antes solo se recetaban opioides en unidades del dolor o en oncología y ahora lo hacen muchos profesionales”, sintetiza Ribera.

Con todo, matiza el Departamento en su informe, este incremento en Cataluña “muestra un patrón de crecimiento similar tanto en el ámbito estatal como de otras comunidades autónomas”. De hecho, un informe de la Agencia Española del Medicamento revela un incremento del consumo de opioides a nivel estatal del 84% en ocho años.

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“Seguimiento estricto” para evitar adicciones

La Sociedad Catalana de Dolor ha advertido de que, pese a que el Departamento de Salud “está muy pendiente de lo que está pasando y alerta para valorar si hay problemas de adicción”, los médicos también han de tomar precauciones y estar pendientes para detectar conductas de riesgo de abuso de opioides.

En la historia clínica, asegura Ribera, está la clave, pues es el punto de partida para hacer un recorrido de la prescripción y de la evolución del paciente. “No hay que tener miedo a los opioides siempre y cuando hagamos una valoración y un seguimiento muy estricto de cada paciente y reevaluemos los casos”, señala la especialista.

En su informe, el Departamento también recomienda informar a los pacientes de los riesgos y los beneficios, evitar el uso de opioides con alcohol o benzodiacepinas y hacer una valoración del riesgo potencial de abuso antes de iniciar el tratamiento, entre otras medidas.

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Sobre la firma

Jessica Mouzo
Jessica Mouzo es redactora de sanidad en EL PAÍS. Es licenciada en Periodismo por la Universidade de Santiago de Compostela y Máster de Periodismo BCN-NY de la Universitat de Barcelona.

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