Glamur con jondura
El cóctel navideño de Ainhoa Arteta y Estrella Morente funcionó a las mil maravillas
Aceptemos como premisa irrefutable que en Navidad se han de cantar villancicos. Históricamente así ha sido y todo parece indicar que seguirá siéndolo. Así las cosas, el concierto del jueves en el Palau no debe verse como una inocentada acorde a la fecha sino como algo natural: si todo el mundo canta villancicos (nos castigan con ellos en calles y plazas, en mercados municipales y en grandes superficies, incluso se escuchan en la cuidada megafonía de algún establecimiento chic) ¿por qué no pueden juntarse la jondura flamenca y el glamour lírico, el arrebato y la elegancia, para hacer lo que todo el mundo hace por estas fechas?
Ainhoa Arteta y Estrella Morente: ¡Que suenen con alegría!
Palau de la Música, 28 de diciembre. Barcelona. Festival Mil.leni
Y el experimento funcionó a las mil maravillas. Claro que con dos voces y dos presencias escénicas como las de Ainhoa Arteta y Estrella Morente era difícil errar el tiro. Diana en el Festival del Mil.lenni y un Palau que prácticamente volvió a llenarse esta vez de un público bastante maduro y arreglado para la ocasión.
Si en un primer momento la propuesta parecía más un enfrentamiento pugilístico entre dos formas de hacer música casi antagónicas, pronto la disparidad de registros dejó paso a la emoción y fue esta la que dominó durante las casi dos horas de concierto. Las dos divas se fueron alternando con un puñado de villancicos que iban desde lo más popular (no faltaron ni Noche de paz ni Adeste fideles) a otros menos difundidos y, cuando sus caminos se juntaron sobre la tarima, consiguieron ráfagas de alta tensión.
La soprano vasca controló su potencial vocal y hasta se acercó al toque flamenco de la cantaora andaluza. Arteta incluso palmeó unos tangos y se lanzó a bailar por bulerías (aunque afirmó que, en realidad, lo hacía por porquerías). Cantó en catalán y sin megafonía El noi de la mare y alcanzó sus momentos más intensos al recordar en euskera un villancico de su tierra Hator hator.
Por su parte Morente fue ese volcán en constante erupción al que nos tiene acostumbrados. Algo afectada esa noche pero cuando se desmelenó recreando a García Lorca saltaron chispas y el público reaccionó eufórico.
Al final Dime niño de quién eres fue el colofón festivo a un concierto que, tal vez, había sido excesivamente serio para un contenido tan popular. Serio pero cargado de belleza desde ambos lados del ring.
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