Decepcionados y divididos por la política
Vecinos y trabajadores de Glòries deploran la desclasificación por la Agencia Europea del Medicamento
Para Domingo y Expectación, vecinos del Poblenou, 61 años de matrimonio a sus espaldas, la torre Agbar es el edificio por el que vieron trepar en 2016 a Alain Robert, el Spiderman francés. Robert escala rascacielos emblemáticos a lo largo del mundo. La torre Agbar es emblemática para Domingo y Expectación porque periódicamente toman el fresco en los bancos que hay frente al edificio. Más allá de Robert y sus proezas, la antigua sede de Aguas de Barcelona es hoy una mole sin uso ni beneficio. “Lo único que queremos es tranquilidad y trabajo para nuestros hijos y nietos, y la situación no aporta nada de ello”, concluye Domingo al ser preguntado sobre la derrota de Barcelona para acoger la Agencia Europea del Medicamento.
La EMA —por sus siglas en inglés— habría traído 900 trabajadores a la torre Agbar, más el empleo que habría generado a su alrededor. Cristina Marín es abogada y está en el paro. Vive en la rambla de Prim, a 10 minutos a pie de la plaza de Les Glòries. Dedica el mediodía del martes a pasear con su hijo de siete meses por el Centro Comercial Glòries, que acaba de reabrir tras dos años de obras y unos 145 millones de euros de inversión. Marín tiene 14 años de experiencia profesional con consultorios médicos y tenía esperanza que la EMA pudiera aportarle alguna opción de trabajo. Para ella, la responsabilidad del fiasco de la EMA es del Gobierno central.
Se suma a la conversación con Marín su primo, Javi Rovira, 24 años, licenciado en Administración de Empresas, también en el paro y que vive con sus padres en el parque del Centre del Poblenou. Rovira resume la opinión de los dos: “Es una ocasión perdida para generar empleo porque el Gobierno del PP mete miedo a los inversores extranjeros”.
La remodelación del centro comercial iba unida a la peatonalización de la plaza de Les Glòries y al trasiego que generaría la ocupación de la torre Agbar. Responsables de establecimientos de restauración del centro comercial admiten que el punto débil de la zona es la falta de vida nocturna, y esperaban que este déficit se revirtiera en parte con los funcionarios de la EMA que residieran en el barrio, o con la fallida ocupación de la torre Agbar como hotel.
Todas las personas consultadas para este reportaje admiten decepción por la derrota con la EMA —su sede actual es Londres y su futuro está finalmente en Ámsterdam— y por el hecho de que la torre Agbar siga vacía; el diagnóstico, sin embargo, se afronta desde la división.
Culpa de la DUI
Gloria Reyes es hondureña y lleva seis años en Barcelona. Su familia se trasladó a la capital catalana por un tratamiento médico de su nieto. Reyes acompañó este martes a su sobrina a conocer la zona de Glòries. Tras fotografiarse ante la torre, Reyes explica que la apuesta unilateral del independentismo ha generado inseguridad: “Es una pérdida de potencial para Barcelona y para España”. Lo mismo piensa Ángel Rodríguez, vecino de la rambla del Poblenou. Jubilado de origen andaluz, 29 años residiendo en Barcelona, Rodríguez no duda, por lo que leía en prensa, que la Barcelona era la favorita para albergar la EMA, “pero se ha perdido por lo que sucedió en octubre”. Rodríguez añade que “el Poblenou se revalorizó cuando abrieron el distrito de oficinas del 22@ y ahora le iría bien que le dieran uso a la torre Agbar para darle un nuevo empujón al barrio”. Domingo, de 85 años, subraya que el declive de Barcelona con el independentismo es un hecho que se demuestra con el traslado de sedes sociales de más de 2.500 empresas.
Vicente Artola es el propietario del Frankfurt Diagonal, que regenta desde 1995 en el tramo final de la avenida homónima. “Aquí, antes de todos estos edificios, vi campos, huertos, feriantes y gente de mal vivir, gente que está fuera de la sociedad”, evoca Artola. La perspectiva de los años le lleva a quitar hierro a la oportunidad perdida de la EMA, tampoco duda de que la responsabilidad es de los políticos en general y de Mariano Rajoy en particular: “Lo de la EMA es consecuencia del pie que tiene Rajoy sobre nosotros por las protestas. Aquí todo es como en Cuenca pero más caro y con los mismos salarios, y cada vez peores”. Artola opina que un desenlace como el de la EMA o el encarecimiento del precio de los alquileres en el Poblenou son situaciones que dependen de un cambio político radical. Por eso la independencia le parece una solución: “Somos la región más solidaria, trabajamos para muchos, somos como un país y no nos dejan ser un país. Nos deberían besar los pies”.
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