El Pabellón Mies van der Rohe se convierte en una maqueta blanca
La intervención de Anna & Eugeni Bach durará hasta el 27 de noviembre
Turistas con caras de confusión y ademanes circunspectos, deambulan delante del Pabellón Mies van der Rohe. Han llegado con paso decidido, pero de pronto se han parado en seco como si no supieran bien qué hacer. Las miradas que intercambian tras comparar la realidad con las imágenes de sus móviles están llenas de interrogantes. ¿Dónde están el acero, el travertino romano, el mármol verde de los Alpes y el ónice dorado del Atlas? Todo es blanco, uniforme, inmaculado, como si se hubiera transformado en una maqueta a tamaño real. Tan sólo el vidrio, la escultura de Georg Kolbe que se refleja en el agua del estanque y la vegetación su alrededor, se han salvado de la desmaterialización del pabellón, una de las construcciones más icónicas del siglo XX, operada por la pareja de arquitectos Anna & Eugeni Bach, finlandesa ella y catalán el.
Su intervención Mies missing materiality se resume en un único gesto, recubrir toda superficie con vinilo blanco. “Queremos sugerir más que pontificar”, aseguran los arquitectos. Así como el montaje se desarrolló bajo los ojos de los visitantes, también el desmontaje, el día 27 de noviembre, se planteará como una performance “para potenciar el momento de la recuperación del pabellón en todo su esplendor”, según Anna Ramos, directora de la Fundación Mies van der Rohe.
Como es lógico pasado el primer momento de sorpresa la gente va formándose su opinión. Los hay que lamentan la visita fallida, pero por lo general demuestran curiosidad e interés y aceptan la fatalidad que los ha hecho llegar a Barcelona durante los 11 días de la intervención. “Por eso hacemos intervenciones radicales pero corta”, indica la directora. Para reducir el posible impacto negativo de la propuesta Ramos ha potenciado la comunicación y creado una estructura informativa que funciona como una especie de mirador, para que los visitantes puedan conocer las motivaciones y los detalles de la intervención y admirarla cómodamente desde el exterior.
“Al despojar el pabellón del carácter único, que lo ha convertido en un icono del movimiento moderno, la obra plantea una reflexión sobre la materialidad y la primacía de la visión en la fenomenología de la arquitectura”, concluyen Anna & Eugeni Bach, que han conservado también la especial cámara colocada por el artista alemán Michael Wesely, a mediados de septiembre. Este aparato va captando durante un año, día y noche, de forma ininterrumpida, la imagen del espacio central de la Mies y la condensa en una fotografía con un tiempo de exposición de 365 días, en la que estará reflejada también su transitoria pérdida de materialidad.
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