La independentista sin pasado
Marta Rovira, de 40 años, ungida por Junqueras a presidir la Generalitat, ha desarrollado su vida en ERC
Esquerra Republicana ha sido tradicionalmente un partido cainita que ha devorado a sus líderes para reemplazarlos por otros; con cierto apego al carlismo y, por ello, muy implantado en la Cataluña rural; y, además, un partido muy masculino, en el que nunca había despuntado una mujer. El vuelco a todo esto se produjo con la llegada de Oriol Junqueras a la cúspide de la formación, hace ya seis años: se propuso acabar con las luchas internas y lo ha logrado; abrió las ventanas de ERC a la Cataluña metropolitana con fichajes como el de Gabriel Rufián, y nombró secretaria general a Marta Rovira i Vergès, una abogada sin pasado político que antes de recalar en el Parlament en 2012 no había ocupado cargo público alguno.
A la espera de los resultados de las elecciones autonómicas del 21 de diciembre, Rovira está muy bien posicionada para aspirar a la presidencia de la Generalitat, después de que Junqueras diera un paso atrás y la ungiese candidata en una carta escrita desde la prisión de Estremera. Nacida en Vic hace 40 años, Rovira va y viene casi cada día a Barcelona desde esa población, que es al independentismo catalán algo parecido a lo que en su día fue Rentería al mundo abertzale.
Diputada en el Parlament en las dos últimas legislaturas, ha sido la portavoz de Junts pel Sí en la última y eso le ha permitido estar en todas las salsas del proceso independentista, hasta convertirse en la sombra de Junqueras, por el que siente una admiración recíproca. La sintonía arranca de 2008, cuando Joan Puigcercós, entonces el líder de Esquerra, la colocó en la nueva ejecutiva como responsable de política internacional.
Ese mismo año, Junqueras fue elegido eurodiputado como independiente por las listas de ERC y Rovira ascendió hasta la secretaría general de la Alianza Libre Europea, el partido que agrupa a las formaciones que defienden el derecho a la autodeterminación de los pueblos, frente a la Europa de los Estados. Este fue el único cargo político que ocupó hasta que llegó a la cima de Esquerra y en su currículum oficial se dice que fue profesora de derecho administrativo en la Escuela de Policía de Cataluña.
Después vino el congreso de 2011, en el que Junqueras arrasó con el 92% de los votos: se consolidó entonces un binomio que perdura, con un claro reparto de papeles. Sin hacer ruido, ambos han situado al histórico partido en su mejor momento político y todas las encuestas les dan la victoria en el 21-D, pero de nada servirá ese triunfo si la aritmética parlamentaria no les encumbra a la presidencia de la Generalitat. Rovira se ha centrado estos años en fomentar la implantación del partido y Junqueras se reservó para el papel institucional como vicepresidente y consejero de Economía.
Casada y con una hija, Rovira fue una brillante alumna de Derecho que logró varias matrículas. También cursó la carrera de Ciencias Políticas a distancia, en la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). Ejerció de abogada un tiempo y estuvo en la Agencia Catalana de Cooperación al Desarrollo de la Generalitat.
Con Junqueras le une además una especial emotividad: a ambos se les han saltado las lágrimas en público en defensa de sus argumentos o en momentos emotivos para los soberanistas. Ambos son también independentistas “pata negra”, que abominan de los conversos de la extinta Convergència que en 2010 gobernó Cataluña con el apoyo del PP.
Quienes la conocen dicen que en estos dos años apenas ha ejercido como portavoz de Junts pel Sí. “Ella solo venía a los plenos en los días históricos”, asegura una diputada con ironía para referirse a la expresión del secesionismo. Más volcada en la estrategia extramuros independentista que en el Parlament, Rovira también tuvo en su día algún brote sectario, como cuando sugirió a los grupos de la oposición que no acudiesen a la Cámara si era para “entorpecer el mandato democrático” con la secesión.
Aquello acabó con un ramillete de procesos penales, pero Rovira salió indemne y está tan blanca de antecedentes para aspirar a presidir la Generalitat como lo estaba su currículum político antes de aterrizar en Esquerra.
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