De paseo con Picasso y su amante rusa
Una exposición explica los cinco meses que el pintor pasó en Barcelona en 1917
Si viviera, Pablo Ruiz Picasso hubiera cumplido ayer 136 años. Aunque quedan sus obras, sus fotografías y un buen número de recortes de prensa, billetes de tren y autobús, recibos, carteles, cartas y todo tipo objetos personales, que durante su vida acumuló. Una documentación que al fallecer en 1973 pasó a formar parte del archivo de su museo de París donde Malén Gual, conservadora del Museo Picasso de Barcelona, ha rescatado un buen número de objetos que ilustran casi día por día la última gran estancia del pintor en Barcelona en 1917. Esta visita de cinco meses es el tema de estudio de 1917. Picasso en Barcelona una de las cuatro muestras que se inauguran hoy en el museo barcelonés del pintor coincidiendo con el aniversario de su nacimiento. Picasso siempre tuvo un gran vínculo con Barcelona. Aquí vivió hasta que se instaló en París en 1904. Pero aquí se quedó parte de su familia (su madre, hermana y sobrinos) por lo que era lógico su regreso. Pero fue otra mujer la que hizo que volviera a Barcelona: Olga Khokhlova, la bailarina de los Ballets Rusos de Diáguilev un grupo para los que Picasso diseño los decorados y los figurines de Parade,una de sus coreografías.
Tras viajar con la compañía a Madrid, se desplazó a Barcelona el 6 de junio tal y como la prensa recogió: “Se encuentra entre nosotros el eminente artista Pau Ruiz Picasso. No sabemos a qué se debe su visita, pero hemos oído que viene para trabajar… pese a que no sabemos nada en concreto”, publicó la Veu de Catalunya. En realidad, se adelantó a su última conquista y al grupo que actuaba en el Liceo el día 23.
Gual ha realizado una secuencia de la estancia del pintor en la ciudad, localizando un buen número de material y fotografías inéditas como las imágenes en las que aparece Picasso junto a su madre María, su hermana Lola y sus sobrinos Josefín y Juanín en la terraza de la casa familiar de la calle Mercè número 3.
Picasso descubrió una ciudad diferente a la que había dejado 13 años antes en la que además de contar con galerías de arte nuevas como las Dalmau y las Laietanas, se respiraba nuevos aires tras la llegada de un buen número de artistas e intelectuales huidos de la guerra Europea como Robert Delaunay, Francis Picabia, Artur Cravan, Otho Lloyd, Olga Sacharoff y Albert Gleizes, entre otros. Un ambiente que tuvo su momento culminante con la celebración en el Palacio de Bellas Artes de una gran exposición (1.400 obras) de arte francés, que por primera vez se celebraba fuera de París. En la exposición puede verse la única que compró el Ayuntamiento de Barcelona, un paisaje firmado por Sisley. También los homenajes que recibió el pintor por sus amigos y colegas de la ciudad. En el que se le hizo en las Galerías Laietanas escribió Picasso: “Visca Catalunya y els meus amics”.
Cuando el 4 de julio la compañía rusa embarcó rumbo a América, Olga se quedó hospedada en el hotel Ranzini en la paseo Colóm y la pareja se dedicó a hacer turismo. Gual expone fotografías en las que aparecen Olga y Picasso en el balcón del hotel, sentados en los bancos del paseo, a los pies del monumento a Colón, delante de los tinglados desaparecidos del Moll de la Fusta y en el Tibidabo.
Pero el archivo parisino también ha proporcionado documentos inéditos como el justificante de una excursión a Comarruga el 14 de julio por el que Picasso pagó 25 pesetas por el viaje en tartana y comida para dos en un balneario de la localidad. “No se tenía constancia de este viaje”, explica Gual. Tampoco de dos álbumes de dibujo en los que, sobre todo, aparecen notas de alguna de las corridas de toros a la que asistió (como la de la plaza de toros de las Arenas del 14 de octubre en la que torearon los diestros Zarco, Hipólito y Camará y cuyo cartel conservó.
Pero no todo fue turismo durante esos meses. Picasso también trabajó, como explicó por carta a Gertrude Stein en 1918: “Tenía mucho trabajo en España”. El museo expone los 11 óleos que realizó en Barcelona (a excepción del famoso Arlequín prestado para una exposición en Roma), unas obras que, por suerte, se quedaron en Barcelona en casa de su madre porque “no podían volver por ser objeto de lujo” dijo el pintor, además de por la inestabilidad que creó la guerra. Estas obras formaron parte de la donación que Picasso hizo a la ciudad en 1970. Entre las pinturas está el precioso retrato de Olga con mantilla que sí pudo exportarse y que los herederos de Picasso han prestado para la exposición.
“Las obras muestran como Picasso está en un momento de transición desde el cubismo al clasicismo no académico, como en el retrato de Olga y las manos de Hombre con frutero”.
Tirar la casa por la ventana
Ni una, ni dos, ni tres. El Museo Picasso de Barcelona estableció ayer un récord tras inaugurar cuatro exposiciones en un mismo día. El director del museo Emmanuel Guigon hizo mención a la coincidencia con el nacimiento del pintor. “Hoy habría cumplido años”, pero no insistió en que fuera ese el motivo de esa actividad.
Arthur Cravan
Guigon es el comisario de esta exposición centrada en el fascinante personaje, que se autodeclaraba sobrino de Oscar Wilde, al cual se le califica de aventurero, poeta y boxeador. Editor de la mítica revista Maintenantde la cual era director, editor y único colaborador, se instaló a vivir en Barcelona en 1916 para evitar que le mandaran al frente y desafió a un combate de boxeo al campeón del mundo Jack Johnson, que lo dejó cao muy pronto. Guigon expone un buen número de imágenes de Cravan en Barcelona, el famoso cartel del combate celebrado en la Monumental, así como documentos (muchos de los cuales pertenecían a André Breton) además de 11 vistosas pinturas realizadas por él pero atribuidas a un pintor inventado como fue Édouard Archinard.
La exposición que dedica un episodio a Johnson, que tras el combate con Cravan se quedó a vivir en Barcelona, está unida con la de Picasso gracias a unas fotografías y un vídeo en la que se ve al pintor boxeando.
El taller compartido
La tercera exposición explora la relación, a través del grabado, de cuatro artistas de la misma familia: Picasso, sus sobrinos Fín y Vilató y el hijo de este, Xavier, explorando el gusto por experimentar con la técnica de los cuatro. Comisariada por Marta-Volga de Minteguiaga-Guezala, tras mostrar El zurdo, el primer grabado atribuido a Picasso de 1899, explica, a través de 180 obras, la vinculación de estos artistas con los grabadores como los del taller de Lacourière-Frélaut, el templo del grabado en París hasta que desapareció, donde comenzaron los sobrinos en 1939 a realizar sus trabajos.
Encuentros con Clergue
Este fotógrafo y Picasso coincidieron en un total de 27 ocasiones. En 2016 el Museo Picasso compró casi 600 fotografías relativas al pintor. Comisariada por Sílvia Domènech las imágenes se presentan en forma de crónica, enumerando todos los encuentros desde 1953, en una corrida de toros, hasta 1973, poco antes de fallecer Picasso. En las imágenes aparece relajado, distendido, en casa con sus hijos y su mujer, también trabajando y disfrutando de un caluroso día de playa en Cannes o una fiesta gitana con Manitas de Plata en un hotel de Arles, que acabó con Picasso disfrazado bailando. Las imágenes terminan con una visita de Clergue en 1978, muerto ya Picasso, cuando su viuda trasladaba sus pinturas a París.
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