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Un café cantante del siglo XXI

El Alfil acoge el Teatro Flamenco Madrid, el primer espacio con programación diaria dedicado al cante, el toque y el baile

Margot Molina
La bailaora Úrsula Moreno, el miércoles en el Teatro Flamenco Madrid, en el Alfil.
La bailaora Úrsula Moreno, el miércoles en el Teatro Flamenco Madrid, en el Alfil.Sebastián Rocotovich.

Madrid está de estreno. Desde el pasado miércoles disfruta de un teatro estable para el flamenco. Una versión del siglo XXI de los míticos cafés cantantes, en los que el género se consolidó a finales del siglo XIX, que se ha instalado en el Teatro Alfil y convivirá con su programación habitual bajo el nombre de Teatro Flamenco Madrid. El proyecto de Javier Andrade, quien ha estado 11 años como director comercial del Museo del Baile Flamenco de Cristina Hoyos en Sevilla, persigue no solo ofrecer dos sesiones diarias del espectáculo Emociones,sino convertir el Alfil en un espacio para el encuentro con los artistas, para crear aficionados con espectáculos destinados a los más pequeños y para la innovación. De esto último se encargará José Luis Ortiz Nuevo, director de la Bienal de Flamenco de Sevilla, poeta, escritor, investigador, actor, director de escena, es decir, flamenco de los pies a la cabeza...

“No son espectáculos para turistas, sino flamenco con el que se puede emocionar todo el mundo. Este es un arte que le llega a cualquiera con una mínima sensibilidad, no necesitas entender para disfrutarlo; solo hay que abrirse y dejarse llevar por las emociones”, asegura el guitarrista Antonio Andrade, quien junto a la bailaora Úrsula Moreno protagoniza el espectáculo junto a otros cuatro artistas. Con capacidad para 220 personas y con mesas cerca del escenario para beber algo durante la representación, el espacio remodelado recupera la intimidad de los cafés cantantes.

“En Madrid hay 16 tablaos, algunos muy buenos, pero este es un concepto distinto que, además, iremos enriqueciendo con el tiempo”, apunta Andrade, quien comenzó a rodar el proyecto el mes pasado y ha encontrado una buena respuesta.

“Soy un ratón de hemeroteca y he pasado muchas horas en las de Málaga, Sevilla, La Habana o México y conozco bien el pasado del flamenco. Es un arte universal que nace en el XIX, con raíces románticas, gitanas, andaluzas, negras… que necesita un zarandeo. Tanto las letras como la estética han quedado estancadas en los años cuarenta y necesita renovarse para entrar en contacto con el público”, explica Ortiz Nuevo. “Muchas de esas letras hacían referencia a cosas de su tiempo, por eso no se puede seguir cantando: ‘Yo te estoy queriendo a ti con la misma violencia que lleva el ferrocarril’. Hoy habría que escribir una letra para el AVE”, afirma el poeta.

“Hay letras machistas que tendríamos que erradicar. Me siento incómoda bailando cuando el cante habla de mujeres que tienen que callar u hombres que pegan”, apunta Moreno quien, por otra parte, apuesta por la indumentaria más tradicional para el baile y en Emociones luce una espléndida bata de cola y un pesado mantón que parece volar en sus manos.

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Sobre la firma

Margot Molina
Ha desarrollado su carrera en El PAÍS, la mayor parte en la redacción de Andalucía a la que llegó en 1988. Especializada en Cultura, se ha ocupado también de Educación, Sociedad, Viajes y Gastronomía. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid. Ha publicado, entre otras, la guía de viajes 'Sevilla de cerca' de Lonely Planet.

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