Periodismo más allá del huracán
De las listas de espera sanitarias a series históricas, ELPAIS.cat cumple tres años explicando los fenómenos y la transformación social de Cataluña
EL PAÍS tiene bajo la cabecera de su portada digital un menú con cinco ediciones diferentes: España, América, Brasil, Cataluña y la versión en inglés de todas ellas. La opción en catalán es ELPAIS.cat, un proyecto que nació hace ahora tres años en un contexto político tenso y excepcional. El proceso de independencia ha abierto buena parte de los maratones informativos que se han producido desde la fundación del .cat como lo llama la redacción el 4 de octubre de 2014, pero por suerte para para los lectores —y para sus periodistas— también ha habido vida más allá del huracán.
Retratar la pluralidad de la sociedad y supervisar al poder —pocos diarios como este, por ejemplo, han aportado más luz sobre la corrupción en este país— son objetivos fundamentales de los medios. Por eso uno de los reportajes a fondo que acompañaron la primera edición del .cat fue un recorrido por las estaciones inacabadas o por estrenar de la línea 9 del metro de Barcelona. La fotogalería que publicó Gianluca Battista era el testimonio del desastre presupuestario más grande de la historia contemporánea de Cataluña: estaciones fantasma con instalaciones sin usar, cubiertas de polvo, maquinaria detenida, túneles y pozos a medio hacer... Tres años después, este diciembre, el periodista Josep Catà detallaba los sobrecostes de la L9 solo en mantenimiento de las estaciones detenidas: 1.076 millones de euros desde 2011, 6,3 millones anuales por cada una de las catorce estaciones fuera de servicio.
Las informaciones interactivas del .cat han servido para ilustrar los déficit del sistema, como los cinco mapas interactivos que en 2016 elaboraron Jessica Mouzo y Jordi Pueyo determinando el tiempo de espera para operaciones en la red de hospitales públicos catalanes, desde cataratas medianas, —181 días— a un cáncer —32 días— de espera media. Uno de los infográficos con más éxito en estos tres años estuvo dedicado a los establecimientos de restauración de Barcelona con faltas graves de higiene. El reportaje y el mapa, publicados en 2016, tenían un valor añadido: la periodista Neus Vidal tuvo acceso al contenido de las sanciones de la Agencia de Salud Pública de Barcelona tras pedir amparo según la nueva ley catalana de Transparencia para la administración pública.
Desde el primer día del .cat, EL PAÍS apostó por las series informativas, de retratos o reportajes. Jordi Mercader participó con la serie “Modelos de ciudad”, que visionaba cómo sería Barcelona según los programas electorales de los partidos en los comicios municipales de 2015, y también con un catálogo de perfiles sobre los actores principales del proceso independentista, “Los comandantes del procés”, que cobran vigencia estos días. La serie era exhaustiva e incluía personajes como Miquel Buch, presidente de la Asociación Catalana de Municipios, hoy célebre tras proclamar el pasado 29 de septiembre que “España es mucho peor que Turquía y Corea del Norte”. Mercader ya ofrecía cómo pensaba Buch con algunas citas de él: “Los catalanes hemos invitado al vecino que pasa hambre, mientras él se come el filete, nosotros comíamos el pan de ayer; para más inri, este vecino viene casa a insultarnos”.
Las sagas históricas también han protagonizado el .cat como reflejo de la evolución —o involución— de la sociedad. Xavier Theros escribió en 2015 la serie “La ciudad ilustrada” con crónicas sobre la transformación de Barcelona, desde los vestigios de las antiguas numeraciones de calles de los siglos XVIII y XIX al honor de Verdi de Baix de ser la calle que inició la tradición de Gracia de decorarse para la fiesta mayor: “De la sociedad La Bella Hortensia, una nota de La imprenta señalaba que en 1875 promovió (“por ser la fiesta mayor de esta villa”) tres bailes extraordinarios en su local de la plaza del Diamant. En 1877, el mismo diario informaba que la Ninfa Graciense, desde su parada en la plaza de Oriente advertía a las otras sociedades de la presencia de individuos que sin ser socios intentaban acceder a los envelats, y recomendaba que “han de ser expulsados de la sala inmediatamente”.
Hay secciones que definen el espíritu de la edición en catalán de EL PAÍS, algunas especialmente esperadas por los lectores —según indican las audiencias—, como los artículos del Brou de Llengua del filólogo Rudolf Ortega en los que se enfrenta a la actualidad desde el punto de vista lingüístico. El Club dels Cinc, la sección de recomendaciones para el fin de semana y las esperadas crónicas gastronómicas de Andreu Manresa desde Mallorca: “Las anémonas/higo florecen sobre la cáscara de un pequeño caracol de mar, okupada por un cangrejo trashumante —medio langosta / medio gusano— que ha de protegerse. En el mercado, un puñado de caracoles de mar con cangrejos ermitaño e higos aparecen apilados, secundarios, en el desordenado bullicio plateado y de colorines que cubren los piedras de hielo de las pescaderías del mercado. Las adherencias comestibles de colores y tonos marrones decoran estas piedras móviles del fondo del mar, lejos de la costa y de los terrenos de lodo”. Esto escribía Manresa en 2016 en un artículo dedicado al arroz con higos de ermitaño. Un placer que nos permite, lectores y redactores del .cat, olvidarnos por unos minutos de los destrozos del huracán.
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