Musical con litio
'Casi normales', la obra de Yorkey y Kitt es una prolija partitura con un libreto centrado en describir sin placebos dramáticos la bajada a los infiernos de una mujer “normal”
2008 fue un año especialmente bueno para el musical en Broadway gracias, entre otros, a tres nombres propios: Lin-Manuel Miranda, Brian Yorkey y Tom Kitt. El primero presentaba en el circuito oficial Into the Heights, un gran éxito eclipsado luego por el arrollador de Hamilton. Los otros dos ponían un pie en el off-Broadway con Next to Normal. Nuevos aires para el género después de un periodo de calma chicha creativa que pronto acaparó la atención de la crítica, los principales premios teatrales y del público.
La obra de Yorkey y Kitt es una prolija partitura (el sonido Americana desarrollado en casi treinta temas musicales, más algún malicioso guiño a Disney y sus almibarados valses) con un libreto centrado en describir sin placebos dramáticos la bajada a los infiernos de una mujer “normal”. Sólo el diagnóstico de un desorden bipolar unido a un cuadro de depresión crónica parece interponerse en ese marco de normalidad. El “casi” del título que afectará con intensidad a todos los que la rodean. Retrato desolador de la familia media norteamericana y de su destructiva aspiración por emular a los felices Brady.
Casi normales
De Brian Yorkey y Tom Kitt.
Dirección: Luis Romero. Intérpretes: Nina, Nando González, Guido Balzaretti, Jana Gómez. Barts, Barcelona, 27 de septiembre.
Propuesta seria, cruda en la exposición del trastorno mental y el via crucis de la curación prometida y de los daños colaterales que provoca la convivencia con la enfermedad, sólo ligeramente matizada por el sarcasmo y las notas de delirio. No hay bailes ni casi diálogos. El drama está contenido en las letras de Yorkey. Tampoco hay final feliz en su sentido más convencional.
Luis Romero se ha hecho cargo de esta producción después de dirigir con éxito Casi Normales en Buenos Aires. Ha vuelto a encarar la tarea desde una perspectiva cien por cien actoral. Cuando tienes un buen argumento y mejores personajes la música —de calidad y exigente en lo vocal— no es necesariamente el motor de la dirección de escena. Un punto de partida interpretativo resuelto por un sólido reparto formado por Nando González (el padre), Roger Berruezo (doble papel de psiquiatra y psicólogo), Fabio Arrante (el novio de la hija), Guido Balzaretti (una voz extraordinaria para el sorpresivo rol del hijo adolescente), Jana Gómez (finura interpretativa en un carácter que evoluciona de la adolescencia al atisbo de madurez) y Nina, la madre y protagonista.
Personaje complejo que constantemente se mueve entre varios espacios y estados mentales. Una mujer de un guion de Cassavetes. Nina se la hace suya con la extraña naturalidad de la locura. Una actriz-cantante que en cada nuevo reto teatral se supera. Si hubiera que hacerle un leve pero sería que aún se percibe el esfuerzo de la responsabilidad de subir a un escenario.
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