Inductor de abrazos
El cantautor repasa sus logros anteriores y presenta su nuevo disco en el Café Berlín
Canta bonito Jorge Marazu. Corrijamos: canta francamente lindo, incluso en ocasiones como anoche, en las que los nervios o circunstancias le hicieron irrumpir algo atenazado en el Café Berlín. Fue una sensación fugitiva, sobre todo durante la inaugural El muro de Berlín, y se disipó con la primera canción del catálogo previo, Hiroshima, de inflexiones armónicas deliciosas. A partir de ahí, pista libre para el despegue: garganta cálida y timbrada, nítida y sensible, inductora de abrazos.
Es curioso, pero el repertorio de estreno, el del disco Lumínica, remoloneó en beneficio de Escandinavia, Enredadera, Adiós y demás logros anteriores, delicias intimistas en un contexto mucho más evidente de canción de autor. La nueva entrega juega la baza expansiva, el desparpajo, el eclecticismo. "No soy la alegría de la huerta, pero tampoco un drama", resumió el propio autor, un tipo tan hábil como para malear el bolero clásico (29) y casi cualquier formato que pudiera resultarnos familiar desde la cuna.
La presentación contó con el atractivo (y el reto) de un formato reducido, el respaldo escueto de una guitarra eléctrica y un percusionista. La garganta brilla más y se entrevén mejor las hechuras, incluso el inopinado arrebato indie en momentos como Líneas de nazca. Ha decidido Marazu no aplicarse cortapisas, y, en su caso, es la mejor de las resoluciones posibles. Porque su escritura abarca tanto las enseñanzas más canónicas como la curiosidad de un chaval de 31 años. Bien por las mentes desprejuiciadas.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.