Retrato psicológico de una flor
Una exposición muestra el trabajo fotográfico de Alberto Schommer enfocado en la naturaleza
Como si fuera un iceberg, de la obra del fotógrafo Alberto Schommer (Vitoria, 1928-San Sebastián, 2015) se conoce lo más evidente, sus retratos psicológicos de personajes españoles e internacionales de la cultura, la política y la economía. Sin embargo, este artista dedicó sus últimos años, de gran actividad, a retratar flores y árboles en formas sorprendentes y con técnicas experimentales. Una labor poco conocida del premio Nacional de Fotografía en 2013 que puede verse en la Casa de Vacas del Retiro, hasta el 24 de octubre, en la exposición Schommer. Al natural.
En las 67 obras de esta muestra hay una apoteosis de audacia: radiografías de flores, que en otros casos fotografió sumergidas; diapositivas rasgadas y en ocasiones superpuestas; texturas logradas con los pigmentos vertidos en los líquidos del laboratorio, negativos coloreados y luego positivados, y bodegones de un blanco y negro de dura pureza… Un atrevimiento con el que "Schommer logró con las flores lo que obtenía de las personas, un retrato psicológico, extraer su personalidad", subraya la comisaria de la exposición, Alejandra Irigoyen. "Un día llené mi estudio de flores y plantas, diferentes, evolucionaban…", dejó escrito el artista. Con el uso del aerógrafo, entre otras ayudas, "surgieron otras flores".
"El trabajo que ahora se expone, realizado más o menos entre 2004 y 2010, es en su mayoría inédito", añade Irigoyen, y demuestra las ganas de probar y de divertirse del artista, que en esta etapa creativa regresó a sus orígenes, a la pintura, a la que se dedicó cuando de joven empezó a expresar talento y sensibilidad.
A continuación de las flores, en la Casa de Vacas —un espacio que estaba muy cerca de su casa, en la calle de Lagasca— cuelgan fotos en color de troncos al atardecer, bosques de hayas, desiertos en Libia —"qué bellas curvas", dijo de ese paisaje— junglas en India… Es un Schommer enamorado de la naturaleza que quiso "situar la fotografía al mismo nivel artístico que la pintura", declaró en la presentación, el pasado jueves, su sobrino Nicolás Casla. La Fundación Alberto Schommer, organizadora de la exposición fue creada por el artista y su mujer, Mercedes Casla, pocos años antes de que ambos fallecieran. El testigo lo ha retomado ahora la familia de su esposa para conservar la obra del alavés, digitalizarla, y dar a conocer la parte del iceberg que aún no ha emergido y que Irigoyen cifra en "miles y miles" de negativos.
Nicolás Casla recordó que Schommer, hijo de fotógrafo, se hizo profesional en 1958, cuando entró en contacto con el Grupo Afal, renovador y modernizador de la fotografía en España. Ese mismo año se trasladó a París para trabajar con el modisto Balenciaga. En 1966, se instaló en Madrid. Eran los años de viajes y exposiciones por todo el mundo. Después acometió sus célebres retratos psicológicos, publicados en el diario Abc y luego en El País Semanal, en los que captaba la personalidad del retratado gracias al atrezo con los que les rodeaba, "una obra delirante", como él la definió, y que le valió el calificativo de “retratista de la Transición”. Miembro de la Academia de Bellas Artes, estuvo ligado a EL PAÍS desde los comienzos de este diario hasta 1990. Aunque tuvo ocasión para despedirse de este periódico medio año antes de su muerte. En mayo de 2015, publicó una serie de retratos de los candidatos al Ayuntamiento de Madrid y la comunidad madrileña.
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