Garcés celebra la Barcelona que responde a los abusos
La filósofa recuerda en el pregón a las víctimas y los terroristas del 17A
No se cortó la filósofa Marina Garcés, y cuando antes del verano la alcaldesa Ada Colau anunció que sería la pregonera de la Mercè, dijo que acababa de dejarle sin vacaciones. A la responsabilidad del pregón se han sumado semanas de acontecimientos que no han dado tregua y le han obligado a reescribir hasta el último minuto. Primero por los atentados. Y esta semana, por la ofensiva del Gobierno español para impedir el referéndum.
Pocas veces el pregón ha estado está tan pegado a la actualidad y la actualidad tan caliente. Un pregón muy político aunque no lo pareciera. Que reivindicó “la palabra libre como condición fundamental de la vida”. Que habló de “un año de ausencias especialmente dolorosas” que darán un sabor “amargo” a la fiesta. Que tras recordar a las víctimas de los atentados del 17 de agosto, Garcés mencionó también a los terroristas, abriendo un debate incómodo: “La ausencia de unos jóvenes de Ripoll que tampoco estarán y sobre los que siempre tendremos la duda de si realmente querían morir matando, como hicieron”, dijo.
“Contundente” fue el adjetivo que la filósofa puso a la “respuesta social colectiva” con la que entiende que la sociedad debería actuar ante “la prohibición de poder ejercer el derecho de los catalanes a la autodeterminación”. Garcés aseguró que a Barcelona no le gusta el poder. Ni que le manden. Por ello reacciona con contundencia a los abusos, dijo. Y defendió “poder votar, poder decirlo todo y cuestionar las bases de nuestra convivencia no solo nacional, sino social y política”.
Como era de esperar, Garcés también arremetió contra la Marca Barcelona, la de una ciudad donde “cada vez es más difícil poder llegar y construir una vida”, con desigualdad creciente y donde la cultura “se ha convertido en un producto de festival vinculado al consumo y al turismo”. Explicó que, aunque lleva 14 años viviendo en Zaragoza, no ha querido construir allí un hogar y duerme en hoteles. Para volver cada semana a Barcelona. La ciudad que lucha contra “la privatización de la vida” y se rebela contra “el capitalismo salvaje y sus efectos devastadores”. La que “tiene una potencia política especial que aparece de vez en cuando para protagonizar grandes movilizaciones” y que existe gracias “al compromiso diario de mucha gente”.
Pero como suele, Garcés acabó con una receta. Esta vez, para un futuro “oscuro”. “La vida se ilumina si aprendemos a imaginar”, dijo, e invitó a “confiar en la posibilidad que tenemos todos, la de pensar radicalmente como queremos vivir y qué nos importa”. “Lo esencial”, dijo, “es lo importante”.
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