Madrid en el siglo de las ciudades
La autora critica que el Ayuntamiento no pare de recaudar impuestos y no preste los servicios que necesita el ciudadano
El otro día comenzaba una charla recordando un lema que figuraba en muchas ciudades alemanas de la Edad Media: “El aire de la ciudad nos hace libres”. La ciudad se había configurado como un espacio de resistencia a la organización feudal, un espacio de opciones, derechos y libertades. Ese mismo aire de libertad es el aire de Madrid. Se respira camino de Bilbao a Gran Vía, Fuencarral y sus cientos de ideas que han venido a hacerse realidad a esta ciudad. Mercados que resisten el paso del tiempo, como el de La Paz, o que fidelizan su clientela con la sabiduría del que conoce su oficio y a la vecina a la que lleva 30 años tratando, como el de las Águilas (Aluche).
Verbenas y rascacielos, teatros, exposiciones, castizos, emprendedores y vecinos que vuelven cada agosto a un pueblo de Jaén. Madrid es todo eso, es la posibilidad de realizar cualquier proyecto, pero también un entramado cada vez más complejo que expone a sus habitantes a constantes retos y a una alta dependencia de los servicios públicos. El simple hecho de llegar al puesto de trabajo es prueba de ello: hemos de dar por hecho que el autobús llegará a su hora, o que el atasco será el previsto, o que no habrán decidido cortar la calle de turno para ponernos más difícil.
Vivir en una ciudad nos hace libres, pero también nos convierte en sujetos más dependientes de una organización que ha de estar cada vez mejor engrasada. La gestión es vital, no creo en Ayuntamientos que se convierten en un fin en sí mismos: me recuerdan su existencia con anuncios desde que abro mi Facebook hasta que salgo del metro. Agobio. No creo en Ayuntamientos que vengan a acabar con el hambre en el mundo pero no sean capaces de tener una calle limpia ni arreglar un socavón. No compro a un Ayuntamiento entregado a la autocomplacencia y a la propaganda, no entiendo que se hable más del Ayuntamiento de Madrid que de la ciudad de Madrid.
La única vara de medir válida no es la capacidad que tengan de venderme bondades, sino la pericia demostrada en que todo funcione de la manera más eficiente posible. Servicios más fiables e impuestos más bajos. Madrid se ha convertido en una máquina de recaudar dinero a base de impuestos, tasas y multas, mientras los madrileños ven cómo los servicios que se les prestan caen en picado. Es el momento de revertir esta dinámica. La situación actual permite conciliar impuestos bajos con calles limpias e innovación social para limar las asperezas de las grandes ciudades. Así de simple, esta será nuestra propuesta para los madrileños. Detrás, cuatro años de investigación en modelos urbanos comparables, introducción de inteligencia a elementos urbanos, tecnología, configuración de la ciudad. Sensores que sean capaces de identificar un contenedor completo y un largo etcétera que usted no tiene ni que molestarse en conocer, solo necesita saber que todo aquello que necesita utilizar para disfrutar su ciudad, todo aquello, funciona.
Begoña Villacís es portavoz de Ciudadanos en el Ayuntamiento de Madrid
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