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El silencio como cauce

La Orquesta Sinfónica de Galicia dedica su concierto en María Pita a las víctimas de Barcelona y Cambrils

Minuto de silencio en María Pita durante el concierto de la Sinfónica, en una imagen difundida por la orquesta.
Minuto de silencio en María Pita durante el concierto de la Sinfónica, en una imagen difundida por la orquesta.

La Orquesta Sinfónica de Galicia ha dedicado el concierto de este lunes en la plaza de María Pita a las víctimas de los atentados de Barcelona y Cambrils. El acto había sido trasladado desde la fecha prevista para cumplir con los tres días del luto oficial decretado el viernes 18 por el Concello de A Coruña. Por la misma causa, también se ha trasladado el concierto de la Banda Municipal (del domingo 20 al martes 22) y se han suspendido definitivamente el concierto de la Orquesta Joven de la Sinfónica de Galicia dirigida por Diego García Rodríguez y otras actuaciones, entre las que destaca la del actor y cómico italiano Leo Basssi.

A Coruña se sumaba a Barcelona, Tarragona y localidades de toda España suspendiendo actos públicos festivos. La onda expansiva de los atentados de Barcelona y Cambrils había llegado así de la orilla del Mediterráneo a la del Atlántico y la foto del escenario montado para estas actuaciones -vacío y silencioso en la mañana del viernes detrás de las trescientas personas durante el silencio e honor a las víctimas- era la imagen misma del momento.

Las personas que llenaban el lunes María Pita –las 3500 sillas desplegadas en el centro de la plaza no fueron suficientes para todas las que acudieron- guardaron un minuto de silencio. Tras esa materia de la que nace la música y en la que mejor fluyen los sentimientos, empezó a sonar la música.

Los dos grupos de tres acordes de la obertura de La forza del destino, de Verdi, fueron como los aldabonazos que abrieron las puertas del sentir de la plaza. Su dramatismo marcó la impronta del homenaje a las 15 personas asesinadas sin culpa alguna, solo por el hecho de estar allí. La segunda obra interpretada fue la Pavana para una infanta difunta, de Ravel. Toda una foto de esa serenidad de quien ha asumido el dolor cuando este es ya irremediable y de la demostrada por la respuesta ciudadana estos días.

La vida de Chaikovski es el paradigma de un alma atormentada. Su op. 32, Francesca da Rimini, es un poema sinfónico de gran dramatismo, inspirado por la historia que narra Dante en La Divina Comedia sobre el desgraciado amor de Francesca con Giovanni Malatesta. Las víctimas de los atentados hacían turismo, paseaban, iban de compras... Actividades placenteras que hacen doblemente cruel su muerte y que recuerda una frase de Francesca en el poema de Dante: “No hay mayor dolor que acordarse, en la desgracia, del tiempo feliz”. A lo largo de todo el concierto la Sinfónica y Slobodeniouk interpretaron con acierto los sentimientos expresados en la música programada. Estos surgen a flor de piel en la de Chaikovski, especialmente, cuando se trata del dolor.

Cuando la vida duele, la música es el mejor bálsamo y hay momentos y días, como los que se están viviendo desde los atentados en Cataluña, en los que la poesía y la música son el único conjuro posible frente al mal. Rosalía Castro lo hizo cuando escribió su poema Negra sombra; la música de Juan Montes convirtió el poema en música y su interpretación por la Sinfónica en la plaza mayor de A Coruña lo volvió a acercar al pueblo. El mal había sido conjurado; al menos por esta vez, porque como dice Rosalía:

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Cando penso que te fuches, / negra sombra que me asombras,/ ó pé dos meus cabezales / tornas facéndome mofa. (Cuando pienso que te fuiste / negra sombra que me asombras / al pie de mis cabezales / vuelves haciéndome mofa).

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