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El fin de la nuclear de Garoña inquieta a los municipios de Vandellòs y Ascó

Las dos poblaciones de Tarragona afrontan con temor un futuro sin la inversión de las centrales

Marc Rovira
Central nuclear de Ascó.
Central nuclear de Ascó.JOSEP LLUÍS SELLART

Las nucleares de Tarragona han dejado una inversión de más de 1.300 millones de euros en la última década. Ahora, las centrales de la provincia —Vandellòs, en Baix Camp, y Ascó, en Ribera d’Ebre— contemplan con inquietud el cierre de la burgalesa Santa María de Garoña, una central muy similar en cuanto a diseño económico. Los ayuntamientos están preocupados por las consecuencias económicas: son conscientes de que el cierre de Garoña marca el futuro que, a medio plazo, espera también a Vandellòs y a Ascó.

Gemma Carim es la presidenta del consejo comarcal de la Ribera d’Ebre, una comarca muy machacada por la crisis económica y que teme por el apagón de la nuclear. Las dos unidades operativas de Ascó son un motor que genera centenares de puestos de trabajo. “Entre directos e indirectos, son más de 1.000 trabajadores ocupados y, en caso de cierre de las nucleares, el impacto es absoluto”, dice Carim. “La mancha de aceite es extensa”, añade. Admite que la clausura de Ascó I y Ascó II es una realidad que no podrá coger a nadie por sorpresa. Será a partir de 2023 cuando las dos centrales, igual que Vandellós II, entrarán en la zona roja de su longevidad. Es una incógnita saber si habrá prórrogas que alarguen su ciclo de actividad.

“Somos conscientes de la fecha de caducidad de la central y, desde que empezó esta legislatura, estamos trabajando en definir qué escenario va a dejar”, cuenta. La zona todavía no se ha recuperado del mazazo que supuso el anuncio de Ercros de cerrar su planta de cloro en Flix y el despido de más de 70 trabajadores. La realidad de este territorio que baña el río Ebro es singular. El exconsejero de Empresa, Jordi Baiget, informó en una comparecencia en el Parlament que la compañía Ercros ha contactado sin éxito con más de 1.700 empresas para buscar interesados en continuar la actividad productiva en su planta de Flix.

“Durante años, en la Ribera d’Ebre solo ha habido un monocultivo: el nuclear”, analiza la presidenta comarcal. Hace unos años, Ascó no dudó en postularse como la mejor opción para acoger el almacén de residuos nucleares (ATC), una apuesta que generó una fuerte controversia con territorios vecinos, pero que desde el municipio se contemplaba como un seguro de vida para cuando la nuclear echara el cierre. En este contexto, Gemma Carim constata que, cuando los reactores se paren definitivamente, el varapalo laboral será duro: “Costará mucho absorber la mano de obra que trabaja en la central”. Niega ser “catastrofista” y señala que la salida está en la diversificación económica. Sin posibilidad de recurrir al comodín de una industria alternativa, el consejo comarcal trabaja con los municipios para potenciar otros sectores, básicamente el agroalimentario y el turismo. “Nos tocará regresar a los orígenes”, agrega Carim.

Un porvenir sensiblemente más luminoso se dibuja en torno al complejo nuclear de Vandellòs. Plantadas junto al mar y al lado de una de las playas más hermosas del litoral, El Torn, las nucleares Vandellòs I y Vandellòs II ilustran una escenografía que se repite en otros lugares de las comarcas de Tarragona: la convivencia entre energía y turismo. Alfons Garcia es el alcalde de Vandellòs i l’Hospitalet de l’Infant. Indica que, sobre el papel, a Vandellòs II aún le podrían quedar “15 o 20 años de vida”. Pero también advierte que todo está sujeto a “decisiones políticas”.

“Evitar la improvisación”

El alcalde pone de relieve que el deseo es que la planta tarde en cerrar pero que, llegado el momento, lo importante será no improvisar. “Aquí ya tenemos la experiencia de lo que sucedió con Vandellòs I”. Se refiere al accidente, el más grave de la historia nuclear en España, que en octubre de 1989 provocó un incendio en la planta. Los daños fueron tan severos que se ordenó la paralización de la actividad y el progresivo desmantelamiento de la instalación.

“La ventaja que tenemos esta vez es que el cierre no será de la noche a la mañana, sino que será un proceso programado y previsto”, dice el alcalde. Tras la clausura de la planta, el pueblo de Vandellòs se mantuvo a flote con Vandellós II. Pero también, gracias al desarrollo de un polígono industrial, financiado entonces con una fuerte aportación de fondos estatales, que a día de hoy alberga 70 empresas y da empleo a cerca de 300 trabajadores.

Vandellòs i l’Hospitalet de l’Infant suma 6.200 vecinos y tiene un presupuesto municipal de 18 millones de euros. El alcalde no niega que la inyección de dinero que dan las tasas de la nuclear es un buen parapeto ante eventualidades. De igual modo, unos 300 vecinos del pueblo están empleados en la planta. El paro en verano no supera el 6% y en invierno se estanca en torno al 10%. “Qué pasará si cierra la planta? Lo importante es estar preparados”, sentencia Alfons Garcia.

La CUP promueve un referéndum

La edad media de las plantillas de Ascó y Vandellòs es de 45 años (un 11,5% son mujeres). Las centrales generan el 50% de la electricidad que se consume al año en Cataluña. La CUP cuestiona la vigencia del modelo nuclear y ha desafiado al Gobierno a promover una consulta en Cataluña “sobre el uso o no de la energía nuclear como fuente de producción eléctrica”. Sergi Saladié, diputado de la CUP y natural de Vandellòs, afirma que las centrales nucleares representan un modelo energético “ineficiente, ineficaz y socialmente injusto”.

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