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Una fortuna de última hora para tocar el cielo

La reventa de entradas para eventos deportivos se muda desde las taquillas de los estadios a las webs especializadas

Camilo S. Baquero
Colas para entrar al concierto de U2 en el Estadi Olímpic.
Colas para entrar al concierto de U2 en el Estadi Olímpic. ALBERT GARCIA

Si un concierto o evento deportivo se quiere preciar de bueno y/o exitoso necesita de un revendedor de entradas. Personificación de la economía de mercado, explotador puro de la casi inexorable ley de la oferta y la demanda, se trata de un personaje algo oscuro que siempre merodea por la puerta de entrada al teatro o estadio para ofrecer un tocar el cielo por una pequeña fortuna de última hora. Con todos los riesgos que eso conlleva, si bien la tecnología ha llegado para ayudar. La reventa también ha evolucionado.

Los precios se inflaron un 200% para la final de los 100 metros

Durante los Juegos de Barcelona, en 1992, algunos asistentes embriagados del espíritu olímpico llegaron a pagar hasta 20.000 pesetas para ver la prueba reina del atletismo, los 100 metros planos. Un 200% más que el precio de salida a la venta de la entrada más cara para el evento en el Estadio Olímpico de Montjuïc.

La venta online permite garantizar que las localidades son originales

El método de venta de este mercado negro, claro está, no ha variado mucho desde entonces. Este diario lo recogía así, hace 25 años: “Se forma, súbitamente, un remolino de gente, se intercambian cuatro frases en inglés y se realiza la operación económica”. Una imagen que se podría ver en la cola para ver al Barça, a Ariadna Grande o a Alejandro Sanz. Y ahora y entonces la policía solo puede intervenir y retirar las entradas si presencia el momento justo de la transacción. Un decreto de 1982 prohíbe “la venta y la reventa callejera o ambulante de localidades”, bajo riesgo de que se decomisen las entradas y enfrentar multas.

Un momento de la reventa durante los Juegos.
Un momento de la reventa durante los Juegos.CARLES RIBAS
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En el ecuador de los Juegos, este diario publicó que se habían intervenido unos 5.000 boletos por reventa. Un total de 3.000 entradas se incautaron en los alrededores de las áreas olímpicas. La policía sin embargo encontró otras 2.000 repartidas en la habitación de un hotel en Las Ramblas y en unos bajos del barrio de Sagrada Familia. Oriol Serra, del Comité Organizador Olímpico, calculó entonces que el mercado negro había movido entre 7.000 y 8.000 localidades y que un centenar de personas se dedicaban a este negocio.

“Suponemos que son indeseables que pretenden enriquecerse de esta forma”, explicó Serra. Los Juegos Olímpicos de la capital catalana implicaron la salida al mercado de 3,8 millones de entradas, incluyendo la inauguración y la clausura, y por ello la organización aseguró que se trataba de un fenómeno muy marginal.

Con todo, el revendedor estaba ahí. La mirada de un joven ofreciendo un paquete de boletos es el centro de la foto con que EL PAÍS ilustró el reportaje sobre la reventa. La policía llegó a especular con la posible existencia de una red de ciudadanos de Estados Unidos que monopolizaban el negocio.

El revendedor, en esa delgada línea entre la ética y la legalidad, tiene competidores en el mundo digital. StubHub es una plataforma online para la compraventa de entradas para eventos deportivos y culturales, unos intermediarios entre particulares. Su principal baza, además de la comodidad de hacer la compra desde donde se quiera y cuando se quiera, es la seguridad de que las entradas son auténticas.

Se trata de una empresa de raíz española. La empresa adquirió el año pasado la start up bilbaína Ticketbis por 147 millones de euros. De hecho, Jon Uriarte y su socio, Ander Michelen ahora lideran ahora la estrategia internacional de la plataforma.

“A través del Fan Protect Guarantee garantizamos que las entreadas sean válidas o que los fans reciban su dinero si se verificara algún tipo de incidencia”, explica una portavoz de la empresa. El vendedor, además recibe el dinero de la entrada que puso en venta una vez se realiza el evento.

StubHub, como sus competidores, no establece ningún importe mínimo o máximo para la venta. “Son los usuarios los que fijan el precio que estiman oportuno”, explican desde la plataforma. Una vez se publica la entrada en la web, el vendedor puede modificar el precio que pide por el boleto las veces que quiera. Hay cosas que, con la tecnología, nunca cambian. En los Juegos Olímpicos, se llegó a pedir hasta 96.000 pesetas por una entrada para la clausura, un precio que terminó por desinflarse a medida que se acercaba la ceremonia.

En lo que va de este año, el evento más deseado tanto por nacionales como visitantes es el encuentro de la Liga entre el Real Madrid y el Barça en el Santiago Bernabéu. A partir de ahí, la lista se separa. Los extranjeros apostaron en masa para ver encuentros del equipo azulgrana: contra la Juventus y el PSG. El público español apuesta por los galácticos: contra el Bayern Munich y el derby madrileño. Los ciudadanos de Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Corea del Sur y Brasil son los que más apuestan por comprar entradas para eventos deportivos en España a través de StubHub.

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Sobre la firma

Camilo S. Baquero
Reportero de la sección de Nacional, con la política catalana en el punto de mira. Antes de aterrizar en Barcelona había trabajado en diario El Tiempo (Bogotá). Estudió Comunicación Social - Periodismo en la Universidad de Antioquia y es exalumno de la Escuela UAM-EL PAÍS.

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