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Sonata de música antigua

La flautista Ada Pérez debuta en Conde Duque junto al clavecinista Tim Veldman en el ciclo ‘Conciertos de Estío’

Isabel Ferrer
Los músicos Ada Pérez y Tim Veldman actúan en Conde Duque dentro del ciclo 'Conciertos de Estío'.
Los músicos Ada Pérez y Tim Veldman actúan en Conde Duque dentro del ciclo 'Conciertos de Estío'.

“Ahora que todo vale y todo está en Internet, el diálogo es indispensable. Esperamos estimular el debate entre los países donde tocamos con el poder único de la música barroca de cámara para unir e inspirar a la gente”. Así, de un tirón, con suavidad y convencimiento, transmite la flautista española Ada Pérez (Valladolid, 1986) su pasión por el traverso barroco, la flauta que descubrió a los nueve años escuchando a Jean-Pierre Rampal, el legendario intérprete galo. Ada habla en plural, porque forma pareja con el clavecinista holandés Tim Veldman, y ambos debutan este viernes en Conciertos de Estío (hasta el 22 de julio en el Centro Cultural Conde Duque). Para su cita más importante del año han titulado el programa Perlas del Barroco, su época preferida, plena de expresividad.

El programa que ofrecen gira en torno al siglo XVIII, con compositores franceses y alemanes (Hotteterre, Juan Sebastián Bach, uno de sus hijos, Wilhem Friedemann, y Jean-Marie Leclair, entre otros). “Un caleidoscopio, porque el Barroco es la música que mejor refleja los afectos y las emociones. Es también un diálogo que sigue las leyes de la retórica, que es el arte de la persuasión. Justo lo que nosotros pretendemos: persuadir y emocionar al oyente, abrirle nuevos horizontes con la fuerza de un sonido capaz de conmover el alma”, añade Pérez. De nuevo, la intérprete lo dice con una convicción que desarma. La misma con la que rechaza que el traverso —la flauta antigua, de madera, que como la moderna, travesera, se toca en posición transversal al cuerpo— deba asociarse con un público veterano. “Es un error de percepción, porque esta música llega al corazón”.

A ella, que tiene 31 años, el flechazo le alcanzó de niña. En su casa siempre había música y el virtuosismo de Rampal —“era imposible sustraerse al sonido que lograba”— la llevó al conservatorio de Valladolid, con Carlos Migueláñez. Después al de Murcia, con Agostino Cirillo, para completar su carrera.

Por el camino se cruzó el músico holandés Wilbert Hazelzet, que le contagió su entusiasmo al promocionar el traverso en España y acabó siendo su maestro. “Él fue una de las razones de mi traslado a los Países Bajos, al conservatorio de Utrecht, para seguir un máster en traverso barroco. La otra es el impulso holandés a la tradición del movimiento historicista gracias a lo que yo llamo los hippies de la música clásica, como Gustav Leonhardt [clave] o Frans Vester [traverso], que interpretan con criterios históricos. Un movimiento que alcanza también España e Inglaterra”.

Casi tan importante como su amor por la música es la compenetración a la hora de tocar a dúo. Porque las composiciones para flauta y clave solo funcionan “cuando los intérpretes se conocen muy bien”, asegura. A juzgar por la confianza depositada en el clavecinista Veldman, también flautista y compositor, la entrega está asegurada.

Pero volviendo al público, Pérez recuerda el interés que despierta en los Países Bajos la Pasión según san Mateo, de Juan Sebastián Bach. Es una de las cumbres de la música sacra, y una cita social para todos los públicos en Semana Santa. “También ahí predomina la gente madura, es cierto, pero la música antigua crea un lazo especial con el espectador. Es alegre, a veces melancólica, pero siempre íntima y personal”. Así que, ¿cómo atraer al oyente joven y retener su atención? “Al final, la música, y el arte, consiste en que lo difícil parezca fácil”, asegura la intérprete y profesora de flauta.

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