Una madre ‘condenada’ a no ver jugar a su hijo
Mónica García, que tiene un 84% de discapacidad, no puede acceder al pabellón donde entrena su pequeño porque el Ayuntamiento no realiza las obras
La silla motorizada de Mónica García, vecina de Coslada (84.533 habitantes), no puede entrar en el polideportivo La Rambla, donde su hijo Unai entrena a gimnasia artística desde febrero. Esta imposibilidad se debe a que las instalaciones (que tienen más de 40 años) no son accesibles para personas como ella, que tiene un 84% de discapacidad y un grado tres de dependencia.
Cuando fue la actuación de fin de curso de su hijo, de cuatro años, le permitieron verlo a pie de pista como excepción, ya que no puede acceder a la pasarela desde la que se ve la pista porque solo se puede subir por unas escaleras. García pidió al Ayuntamiento una reforma del polideportivo y, ante la negativa, inició una petición en la plataforma Change.org, con la que ya ha conseguido más de 25.000 firmas de apoyo. Por su parte Charo Arroyo, la concejal de Urbanismo del municipio, alega que el pabellón “es de entrenamiento” y que “es materialmente imposible construir un ascensor” por la antigüedad de las instalaciones.
Por una explanada en cuesta desde la que se accede al polideportivo se tambalea hacia los lados la silla de Mónica, ya que las numerosas baldosas rotas dificultan el camino. Cuando García supera ese obstáculo, se encuentra con una pasarela de metal que no está a la misma altura que el resto del pavimento, un desnivel que, como ella misma reconoce, no podría superar sin su silla motorizada. “Nadie me dio facilidades para entrar al polideportivo desde el minuto cero. En un entrenamiento de mi hijo, me puse en un rincón a pie de pista pensando que no molestaba a nadie, entonces consideré que me volverían a dejar entrar, pero no fue así”, afirma García.
Según la afectada (que tiene diagnosticada una tetraplejia a raíz de una encefalitis vírica que le dejó secuelas cuando tenía dos años), otro día de entrenamiento que intentó entrar al polideportivo le dijeron que no podía estar allí y desde ese incidente optó por quedarse siempre fuera. “Al acabar la actuación, una empleada de las instalaciones me comentó que allí no podía volver a colocarme y que daba igual lo que dijera el Ayuntamiento porque las instalaciones las gestiona el club de gimnasia”, cuenta.
25.000 firmas
La madrileña explica que incluso le llegaron a advertir de que si seguía en su empeño de querer ver los entrenamientos desde la parte de abajo tendrían que negarles también la entrada a los demás padres que veían a sus hijos desde la pasarela. “A raíz de eso, opté por poner un mensaje en Facebook explicando los problemas que tenía para que alguien me ayudara y creé la petición en Change.org”, cuenta. La publicación ya acumula más de 25.300 firmas y una gran parte de ellas ya han sido entregadas en el Ayuntamiento de Coslada la semana pasada por la afectada. “Cuando llevaba como 200 firmas conseguidas me contactó el concejal de Deportes. Le dije que no quería que trataran mi protesta como un favor personal, sino que haya un espacio habilitado para personas con discapacidad, mayores o madres con carritos de bebés, por ejemplo”.
La concejal de Urbanismo matiza: “Somos conscientes de que las instalaciones a día de hoy no cumplen los criterios de accesibilidad. La ley que entra en vigor en diciembre sobre que todos los espacios municipales públicos o privados tienen que ser accesibles estipula que las reformas se hagan siempre que sea posible”. Arroyo afirma que para el próximo curso, cuando empiecen los entrenamientos, las soluciones que se contemplan son: “Cambiar a los niños de polideportivo, tirar el edificio y hacerlo accesible o no dejar que ningún padre suba a la pasarela a ver a su hijo entrenar”.
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