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Barcelona quiere poner coto a la saturación de turistas de un día

La capital catalana recibe cada año más de 30 millones de visitantes, de los cuales la mitad solo están una media de ocho horas

Unos turistas bajan del tren en la estación de plaza Cataluña.
Unos turistas bajan del tren en la estación de plaza Cataluña.MIRIAM LÁZARO

Barcelona encara otro verano de récord de turistas. Pero además de los viajeros que duermen en la ciudad, el incremento de las reservas en la Costa Brava y la Costa Daurada hacen prever que también aumentarán los visitantes que vienen a pasar solo un día a la capital catalana. Según estimaciones del Ayuntamiento, Barcelona recibe cada año más de 30 millones de visitantes, de los cuales la mitad solo están una media de ocho horas en la ciudad. El Consistorio está poniendo en marcha varias medidas y estudiando otras para regular los flujos de turistas y evitar la saturación en puntos de la ciudad.

Los hoteleros prevén que la costa catalana viva otro año récord, en parte por la inestabilidad política que todavía viven destinos competidores. Y la mayoría de quienes pasan unos días en Lloret de Mar, Salou o Calella de vacaciones decidirán ir también un día de excursión a Barcelona. El presidente de la Asociación Catalana de Agencias de Viajes Especializadas, Martí Sarrate, explica que lo hace el 70% de los turistas que llegan a Cataluña. “Al final acaba siendo obligado que quien está a una hora o hora y media de Barcelona acabe decidiendo ir a la Sagrada Familia o a las fuentes de Montjuïc”, asegura.

“Una tasa daría más mala fama a Cataluña”

María Gabasa, de 43 años, lleva una semana de vacaciones en Tossa de Mar y dedica un día a visitar Barcelona. Ha preferido hospedarse en la Costa Brava porque buscaba un sitio tranquilo a orillas del mar. No ha encontrado el turismo de Barcelona masificado, sino el normal en una ciudad de interés. “Poner una tasa para regularlo sería un error y aumentaría la fama de agarrados de los catalanes”, apunta Gabasa, quien pese a ello dice que ella no dejaría de venir porque la ciudad le encanta.

La cifra de 15 millones de excursionistas corresponde a un estudio elaborado en 2013 por la Universidad de Girona. Precisamente, una de las tareas que deberá asumir el Observatorio del Turismo que esta semana han creado el Ayuntamiento, la Diputación y el consorcio Turismo de Barcelona será la de poner al día esa cifra. “La diferencia con otras ciudades europeas es que estas no tienen tantos puntos de atracción como nosotros”, sostiene el concejal de Empleo, Empresa y Turismo, Agustí Colom, en referencia a que la ciudad se halla entre grandes zonas turísticas del litoral. El Ayuntamiento, explica Colom, está trabajando en dos grandes frentes: el primero, en la movilidad de los visitantes, y el segundo, en fijar un sistema de fiscalidad que permita regular los flujos de turistas que llegan a la capital catalana.

“Es de locos hacer pagar a los turistas”

Mirkha Matikainen (Finlandia), de 36 años, se aloja con su pareja en un hotel céntrico de Barcelona. Piensa que la única fuente económica importante de la ciudad es el turismo, por eso considera “de locos” poner una tasa para frenarlo. “¿Cómo puede sobrevivir Barcelona sin turismo?”, se pregunta extrañada. Aun así, considera que si el importe es bajo, como cinco euros, todo el mundo lo pagaría “porque cuando estás de vacaciones no importa gastar”.

Para mejorar los desplazamientos dentro de la ciudad, el Consistorio trabaja en el Plan de Movilidad Turística, del que el concejal espera tener un borrador de propuestas en breve. Este analiza todos los tipos de visitantes de la ciudad, desde los excursionistas hasta los cruceristas, para hacer propuestas en transporte público, bicicleta o servicios discrecionales. El anterior plan, de hecho, ya esbozaba el perfil del excursionista que llega a Barcelona: el 62% se aloja en la costa, pasa ocho horas en la capital catalana, llega en vehículo privado (35%) o tren (30%) y visita sobre todo el Park Güell, la Sagrada Familia, el paseo de Gràcia, las fuentes de Montjuïc, el Poble Espanyol, el Camp Nou y el centro de la ciudad.

Una vez identificados estos puntos, el Ayuntamiento ha empezado a poner en marcha varias medidas. La Sagrada Familia, por ejemplo, ha trasladado sus taquillas al interior para que no haya colas en la calle, lo cual el Consistorio quiere imitar en otros lugares de interés. O, por ejemplo, ha empezado a hablar con operadores turísticos para que las visitas en la ciudad se hagan con grupos más reducidos.

“También me afecta el turismo masivo”

Gabriela Witek (Polonia), de 20 años, está de vacaciones con su familia en Barcelona, pero han preferido hospedarse en Sitges: “Tengo un hermano pequeño que se agobia con la multitud y en Sitges la playa está más vacía”, ha añadido. Se queja de que ha intentado visitar la Sagrada Familia y el Parc Güell, y en ambos sitios se han quedado sin poder entrar. “Entradas agotadas. Solo nos decían esto”, lamenta la chica. No le importaría pagar porque “también es una afectada por el turismo masivo”.

“Es absurdo vetar esta fuente de ingresos”

Dominique Jacomis (Francia), de 52 años, se aloja en Blanes por tres días con su hijo para celebrar que este cumple 18 años. Han preferido coger el tren para ir a Barcelona que pagar demasiado por unas noches de hotel. Dicen que es “absurdo” que una ciudad que vive del turismo, quiera vetar su fuente de ingresos. “No encuentro sentido a esta norma, una ciudad no puede ser de pago”, dice sorprendida. También afirma que ella no ve tantos turistas, ni cree que la situación sea “exagerada”.

El último frente, el de la fiscalidad, es el más complejo. En el marco del Plan Estratégico de Turismo, los grupos de BComú, el PSC y la antigua CiU aprobaron el año pasado en la comisión de Economía y Hacienda implantar una tasa turística para los visitantes de un día. De momento, el Ayuntamiento consiguió que la Generalitat cobrara ese impuesto a los cruceristas, que están una media de 4,3 horas.

Más complejo resulta fijar una tasa para el resto de los excursionistas por razones competenciales o criterios de no discriminación, puesto que las directivas europeas no permiten cobrar más por razones de nacionalidad. El Ayuntamiento había incluido en las ordenanzas fiscales una nueva tasa de entre 40 y 45 euros para los autocares que aparquen alrededor de la Font Màgica, a razón de cerca de un euro por turista. Esta, sin embargo, no se aprobó. “Estamos viendo cómo lo segregamos de aquella ordenanza y creamos otra para implementarlo”, explica Colom. La intención de esa tasa, explica Colom, es ordenar y planificar el estacionamiento alrededor de Montjuïc. “Lo planteamos como prueba piloto para poder replicarlo a otras zonas de la ciudad”, asegura el concejal. Eso no significa que el Ayuntamiento renuncie a otras formas de fiscalidad. “Hemos encargado estudios sobre cómo tributa el turismo en otras ciudades para valorar otras posibilidades y adoptar los mecanismos más adecuados”, añade.

El sector turístico local está de acuerdo con el Ayuntamiento en la gestión de esos flujos de turistas, ya que consideran que —al contrario de los viajeros que pernoctan en la ciudad— los 15 millones de excursionistas saturan varios puntos de la ciudad al concentrarse en los meses de verano. “Primero hay que estudiar bien el fenómeno, porque faltan datos, y luego buscar soluciones evitando la saturación o compensándola con una tasa turística”, asegura Enrique Alcántara, presidente de las Asociación de Apartamentos Turísticos (Apartur).

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